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MICRORRELATO: Aquí, pero no del todo

 ¡BIENVENIDOS!

Foto de Victor de Dompablo



AQUÍ, PERO NO DEL TODO

Linda, estaba dentro del bus, sus bostezos eran apreciables, pero no en vano. Por fin llevaba 2 años como ciudadana española. Sabía que todos los turnos nocturnos y su convalidación como enfermera, aunque en Camerún era maestra, habían dado fruto.

Ahora, y después de haber conseguido la nacionalidad, se sentía presa de una alegría inconmensurable pero esa tarde, en sus paradas habitúales en el bar de siempre para hacer otro servicio domiciliario como enfermera y curas de rehabilitación, un hombre blanco se fija en ella, se ha fijado que habla muy bien el castellano.

—Oye, ¿de dónde eres? Hablas demasiado bien el español…

Linda no hizo caso y dijo simplemente que era española. El tipo insistió, pero claro, era inevitable que le hicieran aquella pregunta, ¿cómo iba a ser que una mujer que hablaba fluido el español aún siendo negra fuera de aquí? Y peor, saber francés por parte materna. Llevaba más tiempo en España de lo que podían estar otros. Por lo que, inventó una excusa y se marchó.

Dio una vuelta por la avenida de camino al siguiente servicio de rehabilitación. Y cada vez se sentía más fuera del país que dentro. Un mensaje entra y le alegra, es su hermano Karim, pero otra vez es para lo mismo.

“Podrías ehmmm enviar más dinero para la operación de papá. Ya sabes, las cosas por aquí no van muy bien”

Odiaba esa deuda familiar en la que entraba en un espiral en la que todos pensaban que por vivir en Europa las cosas iban viento en popa, si a duras penas conseguía pagar las clases de su hija de 12 años, Carla. Con tanto, que sentir y tanto que acabar deseando, sólo se sentía realmente madre, porque ni de aquí ni de allá.

Después de 14 horas de trabajo, más las domiciliarias, repartidas a lo largo de la semana, se iba a limpiar dos edificios cerca de casa. Realmente deseaba que su hija no tuviera que pasar por lo mismo, era duro, la gente no valora esa profesión. Tan digna como otra cualquiera. Pero esa misma noche, su hija le dijo.

—Mamá, ¿Me firmas el papel de la excursión? —y fue ella misma, fue el fruto de haber luchado tanto como las garras lo hicieron.

 

Si te resuena esta historia... puede que sea real. 


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