A veces las cosas no son
tanto como uno lo ve, como uno lo cree.
Había estado tan preocupada por lo que me pasaba, que olvidé
que ahora, éramos dos, éramos, él y yo.
Pude ver a un hombre orgulloso, que se le llenaba la boca de
innumerables halagos, que apostaban por un futuro junto con la diferencia de
que para él, los días malos, también formaban parte de todo lo que yo
representaba para él. Vi a un hombre que a pesar de que hemos pasado tantas penurias,
jamás le he visto rendirse con facilidad, era duro, y tierno a su manera, veía
a un hombre que confiaba en mí tanto o más de lo que yo podría creer en toda mi
vida. Un hombre que aunque ha recibido lo peor de mí, también ha sabido
sumergirse en las entrañas de lo que realmente me ocurría para indagar en mi
interior, haciendo que sus palabras me dejaran muda al decirle: no sé lo que me
está pasando.
Vi a un hombre, que a pesar de lo mucho que ha sufrido
conmigo y yo con él… me amaba.
Ese hombre…
Mi hombre…
MI MARIDO.