HOLA mis lectores y seguidores!
¿Quién iba a decir que aquella pareja duraría tantos años
juntos?
Ella, de un pueblo de Barcelona, acababa de salir de una
relación tormentosa, en la que ella no contaba para nada más que para los
cuartos y las rondas de cervezas que iban y venían todos los días de la semana,
aunque preferiblemente, los fines de semana, cuando ella cobraba. Él le había hecho
sentir que la culpa de que la relación se disipara, era de ella. Mientras en
las noches ella anduvo por las calles como alma en pena, llorando su amor,
pregonando su amor con su presencia en las calles, que todas le llevaban a un
mismo sitio. A su casa.
Él, de Almería, cansado de la vida nocturna, los tragos de cacique,
rondas de chupitos y las chicas que solo
le atendían a su billetera. Cansado del egocentrismo de aquellas chicas, que lo
único que hacían era pedir cuanto se les antojaba, cada vez que articulaban.
Harto de lo mismos cuerpos esbeltos que solo se veían atraídos por su físico y
la superficialidad, carentes de ideas, de pasión, empatía, cariño mutuo…
decidió acabar con el gimnasio y las largas noches de parranda.
Una tarde de aburrimiento, ella se entretuvo a enviar
mensajes de texto a hombres desconocidos sin ninguna expectativa. Tan solo
quería unas letras amigas y tal vez una buena amistad. Ella vio que entró un
mensaje de un tal ‘Coyote’, se hicieron algunas preguntas típicas como el de dónde
eres, edad, trabajo y a partir de ese momento empezaron a intercambiar
mensajes. Ella sintió que era diferente,
pero ella no quería, ni esperaba, algo duradero de todo aquello. Acababa de
salir de una relación amarga y tan solo buscaba algo lo más parecido a una
amistad.
Lo que empezó como mensajes de texto, se convirtió en
llamadas al móvil. Todas ellas repartidas a lo largo del día. Al parecer, él
era albañil y trabajaba todos los días, incluidos los sábados y en cuanto se
podía escapar un rato había estado haciendo hueco para llamarla a ella.
Ella sintió que esto podía ser real, que quizás, de esta
relación de amistad, podría surgir algo, pero… ¿El qué? Había tanta gente que
se había aprovechado de ella, que intentó disuadir esa idea de la cabeza, para
por una vez, no ser lastimada, por vez consecutiva.
Pasaron los meses y la confianza comenzaba a aflorar. Así
que ante tal situación, él le propuso ir a Almería a que ella le conociera.
Ella no quiso responder en el momento. Pidió consejo y tras las palabras de su
amiga decidió que él debería ganársela y luchar por ella.
A las pocas semanas él estaba realizando un viaje de 14
horas un sábado, justo después de trabajar, para conocer a aquella chica que le
tenía ya el ojo echado. Con la que tantas conversaciones telefónicas habían
intercambiado.
Ella se encontró con un chico barbudo, con una camiseta blanca,
y unos vaqueros. Ojos marrones y pelo rojizo de punta.
Como por teléfono había tanta confianza, ella le advirtió
que era muy tímida. Lo que pasó en los siguientes 2 días, fue que él se lanzó a
ella. La cogía de la mano cuando ella no le había dado permiso, la cogía de la
cintura, la hacía reír… pero ella se mostraba tan tímida que hasta le temblaban
las piernas y en el hotel, ellos dos juntos, después de que él se cambiara de
ropa, yacieron juntos entre las sabanas de aquel lugar como dos enamorados.
Lo que ella notó, es que quizás tuvo que haber esperado un
poco más antes de entregarse a él, pero con el tiempo, se dio cuenta de que
aquella noche fue el principio de muchas más juntos. Hoy, ahora, y ya hace 8
años que están juntos. El amor les inundaba, se amaban y eso , era lo mas importante.
No se si fueron los planetas que se alinearon, las estrellas o las galaxias, pero el universo se puso de acuerdo, para que aquellas dos almas, se unieran de por vida.