¡HOLA, mis seguidores, lectores habituales y nuevos lectores!
Por el sendero que recorro para huir del ruido encuentro bancos, algo de vegetación y árboles, tantos como pueda una imaginarse. La gente asoma su cuerpo por la puerta dando la bienvenida al día que le espera recibiendo al sol, a la mañana y a las bandadas de pajaritos que deambulan por el aire como si formaran parte de esa estampa que ahora mis ojos contemplan.
Escojo un banco para sentir mi interior, mis emociones, mi silencio y me pregunto si todo esto que me pasa es solo cosa mía. El día es hermoso, me lo proporciona así, de esta manera para que lo pueda disfrutar y aprovechar como mejor lo invierta. ¿Por qué hacemos de los caminos asfaltados olvidos hacia otro ser humano? ¿Por qué hay odio? , ¿Por qué hay rencor?, estaré desenfocando mi vida de lo que realmente importa? Y tras escuchar mis pensamientos, me incorporo mientras las notas de mi mp3 siguen sonando, mientras alzo el camino hacia donde quiera que me lleven estas piernas. Quisiera caminar más rápido para llegar más lejos y no cansarme, pero caigo en la cuenta que entonces mis ojos no mirarían hacia el alrededor sino hacia el suelo. Detengo mi paso y miro una vez más el cielo y esas hermosas flores. << Hay una calma dentro de nosotros>> me digo a mi misma.
Sostengo el aparato reproductor mp3 y paso la pista. Algo lento, hará mis pasos más firmes y el sabor de este camino, lo disfrutaré un poco mejor.
Los niños salen a los espacios abiertos en los que les permite jugar a la pelota. Más de algún padre se ha llevado a la chiquillada por la calma de estar apartado en esta parte de Almería con las bicis que supongo en reyes les regalaron. Adoro los momentos familiares como esos. ¿Cuándo dejaron de gustarme? ¿Cuándo pasaron a ser una obligación y por cortesía?
Alejo la mente de todo aquello y cogí algo de velocidad para intentar cansar mi ansiedad de aquel momento y consiguiéndolo, aminoro el ritmo sintiendo mis piernas palpitantes pidiendo algo más relajado.
Encuentro unas escaleras y las uso como mirador en el que ocultar mis pensamientos, ya que se encuentran unas vistas increíbles de montañas y casas adosadas. El pensamiento calla y los ojos observan, solo sopla el viento y entonces la calma vuelve a mí y me siento pletórica. El pulso baja, los músculos cogen temperatura y el corazón se siente vivo.
¿Hace falta más para poder huir del ajetreo de la ciudad?
Hay que leer hasta el final para llegar a lo bueno. Y se me hizo corto yo quería dsfrutar mas de tu Paz.
ResponderEliminarHay que leer hasta el final para llegar a lo bueno. Y se me hizo corto yo quería dsfrutar mas de tu Paz.
ResponderEliminarHola Maria josé! Gracias, es cierto que a veces, uno se queda con algo más que unas pocas palabras pero no pretendía ser liosa con este relato de igual manera te doy las gracias por pasarte por mi rincón. Un saludo!
EliminarPor cierto Yo soy española, de Madrid, ¿eres de España o de otro lado? Lo digo porque debe haber mucas Almerías por el mundo. Jeje hasta Madrid nos lo han duplicado...
ResponderEliminarComo digo de mis comentarios pon lo que quieras...
Soy española , mi familia es africana pero yo soy nacida en En barcelona.
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