HOLA, mis seguidores, lectores habituales y nuevos lectores
Nunca fui de las que miran por la
mirilla para saber quién es pero, si el artefacto estaba ahí, pues habría que
usarlo. Aunque solo fuera para que no me pillaran desprevenida esas compañías
llamadas Frac.
Sí, lo admito. Yo, Joanna,
saltaba de compañía en compañía sin acabar de pagar de lo que adquiría a plazos, pero en mi defensa diré que siempre era persuadida por Carlos que, en cuanto nos
subían la factura, me decía que dejara de pagar y yo como tonta, le hacía caso.
Aquí hago un parón, porque si
algo era absolutamente empalagoso, era ese embelesamiento que tenía con respecto a
este tío. Sí, estaba tan enamorada que hacía todo lo que me pedía, y si digo
todo, era todo. Y si hubiera querido, él habría hecho y desecho cuanto hubiera
querido conmigo, y yo, simplemente habría acatado la orden en cuestión, sin atañer
a razones, sin darle la sensatez a lo que me pedía.
Diréis, 'que alivio entonces que
aquella relación acabara' pero lo cierto, es que no todo fueron actos amor.
❋❋❋
Corría el año dos mil ocho, la
música electrónica asomaba la nariz, un nuevo piso nos daba la bienvenida, y
con él, todas las responsabilidades de una casa.
Los primeros meses fueron felices
y con perdices. Pronto llegó la crisis y Carlos fue despedido como la mayoría
del resto del planeta. Como podía, Carlos, encontraba trabajos de corta
duración mientras yo ejercía de administrativa en una empresa muy pija
pero que nos daba de comer. Cuando parecía que todo nos iba bien a Carlos y a mí,
este se quedaba sin trabajo y los meses se hacían eternos hasta que llegara el
día en que cobrara yo.
Dependíamos de mi sueldo.
Carlos comenzó a desaparecer
todos los fines de semana después del desayuno. Nada alteró mi tranquilidad,
hasta que comenzó a llegar de madrugada y aquello desencadenó discusiones por
llegar oliendo a hospital, otras a perfume
de mujer y no sabría decir la cantidad de veces que llegaba apestando a alcohol.
Mi cabeza maquinadora, aunque mi boca callada, imaginaba que quizás me era infiel, pero en un intento por no pensar
mal, acabé pensando que quizás se tratase de simples juergas con los amigos.
Aquello, durante un tiempo no me importó, pronto se convirtió en
otra de muchas discusiones en medio de la noche, en las que él aseguraba que se
iba a pasear y yo le reprochaba el poco tiempo que pasaba en casa.
Pasamos meses en aquella
situación.
Un día, al ir al banco, descubrí que me desaparecían doscientos euros cada mes. Pensé que me habrían cobrado algo. No le di demasiada
importancia. Sin embargo, al ver que no llegábamos a fin de mes, que ni podíamos hacer
la compra semanal, mi humor cambió, mis nervios se desbordaron y fueron en
aumento varias veces, por lo que no era extraño que las visitas al médico se
volvieran frecuentes y siempre sola, debido a la ausencia de Carlos en los
últimos meses.
Lo cierto es que Carlos vestía
últimamente con ropa que no había visto antes, ropa nueva y tenía unas ojeras
que no eran normales, además actuaba de forma extraña. Aquello me llevó a
sospechar después de haber estado sacando el lado bueno de la situación casi a regañadientes, decidí investigar.
Mi pretendiente, solía salir de casa a las nueve. Siempre puntual. Esperé a que se fuera sin levantar sospechas. Lo seguí. Sus pasos me llevaron a una clínica muy conocida en la ciudad,
además de escandalosamente cara. Esperé desde un lugar privilegiado en el que me
proporcionaba las mejores vistas y no llamaba la atención. La terraza de un
bar. Su siguiente parada fue un cajero automático del que extrajo dinero y depositó en un sobre. Emprendió otro largo paseo
hasta llegar a un parque en el que se dejó caer en un banco y permanecí más de dos horas
vigilando. Cuando ya pensaba que estaba perdiendo el tiempo, una mujer algo hinchada
y con un carrito de bebé se acercó a él.
Mis peores temores se hicieron realidad ¿había dejado Carlos embarazada a esa mujer? ¿Quién era
esa mujer? ¿Su amante? ¿Cuánto tiempo pretendía seguir ocultándomelo?
Estaba tan llena de furia que
decidí irme a otro sitio y dejar a aquellos dos en su charla, pero vi como
Carlos sacaba el sobre en el que hallaba dinero, extraído anteriormente
desde el cajero al que le vi acudir hacía unas horas que no tuve más remedio.
Me fui de allí echando chispas. Eso sí, todo interiorizado.
Aquello era totalmente surrealista.
¿Qué estaba ocurriendo? Fui a una tetería y me tomé dos infusiones más, de entre tantas
otras que me llegué a tomar en las múltiples horas en el establecimiento, intentando
dar con algo que tuviera algo de sentido a todo lo que acababa de ver. Volví
frustrada a casa y Carlos salía de la ducha con la toalla en la cabeza.
Él parecía tranquilo. Cuando
llegué, me miró, sonrió y me preguntó si quería café o infusión acompañado de
un beso. Observe unas cicatrices en su cuerpo. Entonces estallé ante su apacible
comportamiento, malogradamente, no se me entendía, solo gimoteaba de la impotencia. Tras
lograr hacerme entender, Carlos se encendió un cigarro y cada uno se acomodó en
una butaca. Fue en ese momento cuando me lo confesó todo:
La mujer a la que había visto
había sido abandonada por su marido recientemente y no podía sostenerse económicamente debido
a la criatura que ahora le llegaría. Se conocieron en una clínica clandestina en
la que , ella, la mujer del carrito de bebe, donaba sangre para conseguir apenas
cincuenta euros al mes y eso a Carlos le afectó de tal manera que comenzó a sacar
doscientos euros cada mes del cajero para dárselos a la mujer. Con el tiempo,
Carlos se extrajo el riñón a fin de no sacar más dinero del automático, después
donaba sangre, más tarde plasma para pagarse las juergas y el tabaco, para
acabar acumulando heridas de guerra dignas de contar a sus nietos. Se derrumbó.
Le pregunté porque no había dicho
nada antes, quizás se hubiera podido hacer algo. Él me dijo que un hombre que
no puede mantener a su mujer no es nada; si no le puede dar estabilidad, no
sirve para nada. Pegó un golpe a la mesa, y sus lágrimas querían brotar pero
ante mi, al menos, no lo hicieron. Se vistió y se fue.
Me fui a la cama pensando que lo vería en el comedor con su cigarro mañanero y su café acompañado de su risueña sonrisa, pero a la mañana siguiente solo encontré una nota que rezaba:
Me fui a la cama pensando que lo vería en el comedor con su cigarro mañanero y su café acompañado de su risueña sonrisa, pero a la mañana siguiente solo encontré una nota que rezaba:
Te mereces algo mejor.
Gracias por todo lo que me has
dado>>
Desde ese día, vivo de deuda en deuda, entre turnos extra
y como no, cobradores del Frac. Y de Carlos…
Habría hecho cualquier cosa por
que hubiéramos arreglado todo juntos pero, después de casi diez años y habiéndome
dejado con toda la carga… Ya le pueden dar morcilla.
©El Rincón de Keren
Excelente narrativa!
ResponderEliminarMuchas gracias Marina.
EliminarSaludos y feliz miércoles.
Hola Keren, un entretenido relato donde lo cotidiano se da la mano con lo amargo. Como bien titulas, un amor muy de hoy en día, con factores como la crisis económica envolviéndolo todo. Bueno y bien por la morcilla, ja,ja,ja, o por mandar a freír espárragos a determinados personajes o "personajas", :-)
ResponderEliminarUn abrazo y feliz día.
Hola Miguel,
EliminarLo cotidiano es la mejor sustancia, te hace ver diferentes formas de ver las situaciones pero si te soy sincera, no sabía muy bien como acabar el relato, me resultaba dudoso el poner un final demasiado feliz según las circunstancias que a la pobre le suceden. Si te soy sincera, ha sido muy divertido escribir la sección en la que se da a investigar a su chico. jeje
Gracias por tus asiduas lecturas.
Un abrazo y feliz día para ti también.
Ay el amor, como es, a todos nos llega y lo llevamos y vivimos como mejor nos parece. Un buen relato ;) un abrazo
ResponderEliminarHola Sara,
EliminarSí, hay de todo. Aunque hay mucho de lo mismo según me han dicho jeje
Un Saludo.
Hola Keren,
ResponderEliminarNo muy lejos de la realidad anda tu relato, lo que ocurre es que las cosas, en pareja, deben ser compartidas siempre. Así que entiendo el enfado.
Espero que estés mejor. Un besote
Exactamente, la pareja debe ser un equipo, ninguno debe de hacer más que el otro. Están para todo el uno para el otro y no se trata de ayudar al otro, los dos tienen las mismas habilidades a la hora de desempeñar cualquier tarea. La que sea.
EliminarUn saludo,
(Sí, ya estoy mejor)
Hola keren, muy buen relato! Los problemas están para solucionarlos juntos y si uno de los dos va por libre y no es sincero la relación no puede funcionar.
ResponderEliminarUn besito guapa
Exactamente, es la base de la confianza y el apoyo.
EliminarNo es todo material. Como le he dicho a la compañera, hay que ser un Equipo.
Un besito,
Abrazos.