Juana, es aquella que por todo calla, que por todo llora, la que por todo se enerva y la que todo lo grita. Bajo un caparazón de dura y enfadona, se esconde un buen corazón esperando a ser escuchado pero nadie, absolutamente nadie, sabe qué es lo que esconde realmente.
"Seguro que todo es por culpa de lo que le dije. nadie sabe mejor que yo que Borja es y será siempre la unica persona que me ha querido por mi dinero. nadie me ha querido nunca, nadie debe querer saber nada de mi, soy lo peor. Soy el error que nadie quiere cometer" Se dice Juana una y repetidas veces al recordar los sucesos transcurridos a lo largo del día.
Nada parece haber cambiado en su vida. Ella, que siempre escucha las mismas canciones, que siempre recuerda todo lo pasado reiteradas veces, ella, que nunca intenta cambiar nada para no alterar el orden que ella misma ha creado, es ahora prisionera de una cárcel de la que no sabe salir.
Todo se sucede cómo todas las mañanas. Limpiar la casa, acudir al trabajo lo antes posible, ocuparse de hacer la compra, volver de nuevo al trabajo y llegar a casa molida tras un largo día.
Faltan unas horas antes de que llegue Borja a casa pero nada altera su resposabilidad en la casa antes de hacer la cena. Debe dejarlo todo listo para el día siguiente. Borja, abre la puerta, pega un portazo y sube arrastrando los pies. Golpea los escalones y resopla al llegar al último escalón seguido de un Hola, ¿Cómo estás? su mirada es la misma que la de un corderillo cuando le miras a los ojos. Sólo que Juana sabe que eso solo puede significar una cosa. Que ha tenido un mal día en el trabajo.
Ella sabiendo el mal día de este, decide contarle brevemente su día y seguir con la idea de hacer algo para cenar pero este le sigue a la cocina cómo todas las noches y cocinan juntos mientras mantienen la conversación unos metros más abajo.
Ella no osa decir nada. Está cansada, le duele la espalda pero considera que el trabajo de él, su chico, es más duro. No es el momento, quizás otro día.
Los meses se deshojan con la boca cerrada, la vista en su trabajo, la mente en tonterías, feliz , o eso parece. Hoy le han recriminado que ha engordado. Se pesa en la bascula, y lo ve claro. Tiene que adelgazar. Es pues el momento de hacer algo, pero ¿El que? solo puede sentir lastima de ella misma. Lo meses ahora son lentos, desasosegados, con carga, el pesar de no saber qué hacer con esos kilos la hunde en un sentimiento de impotencia y a la vez comodidad en la que se ha sumido y consumido, gran parte de los años. Tenía que contarselo a Borja.
Abre la puerta y sube las escaleras. Hace lo de siempre y ella rompe a llorar, se queja, y el siente desazón pero por otro lado , siente impotencia por no saber cómo ayudarla en su preocupación. Tanto es así que la escena se repite una y otra vez a lo largo de los siguientes años.
Sube las escaleras. Su habitual llegada y la cabizbaja Juana, se irrita de tal manera que este evita la conversación. Ella, suspira, pega un soplido y se encierra en la habitación. Él la sigue y él, se arma de valor para decirle las cosas claras:
Lo que necesitas no es adelgazar. ¿Qué quieres? Si lo que quieres es adelgazar. ¡Hazlo! -Pero es que no sé si lo conseguiré - A ti lo que te ocurre es que tienes miedo y yo te quiero así tal cual estás. Si lo que quieres es estar delgada, no te quedes quieta ahí como un pasmarote. ¡Haz algo joder!
Con los ojos empapados de lágrimas, Borja la abrazó y le aseguró que en todo lo que hiciera, la apoyaría. Borja pensó que quizás, había sido muy duro con ella pero confiaba plenamente en ella.
No cabía duda de que Juana estuvo en ello: Comenzó a comer mejor y saludablemente, cominaba unos metros y pronto una hora. Con mucho esfuerzo, consiguió perder algunos kilos pero parecía que aquello iba muy lento. Sin embargo, se sentía dichosa de que por fin hubiera tenido la iniciativa de querer conseguir algo.
Comenzó a recordar que había conseguido perder algunos kilos y el sufrimiento le había llevado al gozo. Detrás de un esfuerzo, había un logro. Ello la llevo a querer cultivar su mente, pronto decidió informarse de temas para poder hablar con su chico, y no solo hablaban sino que además el hogar era una manera de invitarse y acogerse.
La lucha de Juana pronto se vió mermada por la dejadez. Volvió a los kilos de más, el cambio de humor y los sin sabores. ¿Si lo había conseguido porqué ahora no?
Una especie de miedo le recorria todo el cuerpo sientiendo que , tal vez, esta vez, no lo conseguiría.
Quizás, no se trate de intentar querer tener un cuerpo del de una chica de veinte años. Quizás, ya estoy bien así. - Se recorrió con la mirada en el espejo y observó la menudez de sus hombros en comparación hacia unos años. Las piernas más delgadas. Definitivamente, había podido lograrlo una vez. Su mente seguía repondiendo el qüestionario mental mientras sonreía a aquellas partes de su cuerpo que antes, no le gustaban.
El sol brillaba, el cielo era azul, pero pronto se oscureció debido a la lluvia que , apesar de haber habido advertencias en todos los medios, de su llegada, ella hizo caso omiso. Empapada bajo la marquesina, harta de las miradas que había tenido que soportar durante tantos meses, pensó que su lucha, no era cuestión de verse bien. Tenía que haber algo más. ¿Qué era? se sentía ella contra el mundo.
Un chico se hallaba a lo lejos bajo un paraguas de colores. Era cómo ver un arcoiris. Fue lo unico que observó debido a lo absorta de sus pensamientos. La chica, harta de esperar, harta de la caminata y muerta de sed, preguntó cada cuanto pasaban los autobuses. Si tardaban más, era capaz de beberse hasta la lluvia incluso. Estaba sedienta. Demasiado. Encima, había olvidado la botellita de agua que tenía para las salidas de estos casos.
El chico la sonrió, y muy amablemente le informó de los trayectos y los autobuses que circulaban. Él le mostró una sonrisa amplia y ella se sintió extrañamente cómoda. Cómo para explicar su situación. Por raro que pareciera se embarcaron en una conversación entre bromas y sarcasmo que les llevó a una charla de lo más amena. Al parecer, él también luchaba contra los dichosos kilos y ella, se sintió comprendida. Comprendió que no estaba sola, que habían otras almas guerreras en el mundo y que las miradas... son solo miradas. ¿pero lograria recordar aquello cuando se despidieran?
durante el trayecto en bus, su memoria solo podía admirar el paisaje de la ciudad. Veía las flores que habían adecuado para su buena presencia, el ajetreo de la gente subiendo y bajando del vehiculo... se sentía bien. No era consciente de nada mas. La belleza de aquella ciudad que tanto le había aportado eran su mirar. El trayecto finalizó.
Juana abrió la puerta, subió las escaleras, depositó el bolso en la silla y se dejó caer en el sofá. El silencio reinaba en el salón. Se encendió un cigarillo. Silencio...
Rapidamente acudió al espejo y observó su reflejo. Pensó en su lucha.
Quizás, si lo he podido hacer una vez, puedo hacerlo.... Volteó, se miró y turisteó por todo su cuerpo hasta volver de nuevo a su rostro. Definitivamente...
Puedo y quiero.
©️El Rincón de Keren
Hola Keren, un viaje hacia el quiero es un título muy original y con el ya estás haciendo una declaracion de inteciones hacia el significado del relato. Dice un refrán que querer es poder, y asi parece concluir tu protagonista. Este texto tan bien llevado, me lleva a recordar algo que yo también he escrito en varias reseñas sobre lo extraordinario de lo cotidiano y de las pequeñas historias.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por compartir tu buen trabajo al teclado.
Hola Miguel,
ResponderEliminarDesde el màs puro estilo vivencial, la idea era mostrar esa parte de fuerza en una misma. Y aunque escuetamente, la influencia de la persona a la que quieres, apoyandote. Poco se habla del jarro de agua fria sin querer luego sacarlo en conversaciones dañinas, dadas a la discusiòn entre parejas en las que luego como apuñalada te sacan cosas en las que se entiende que siendo pareja, se puede ofrecer la mano. No digo que haya que arreglar su caos, pues cada uno es dueño de su tormento. Pero un consejo a tiempo y las cosas claras y chocolate espeso siempre son buenos. Gracias por tu asidua participacion.
Yo he visto en tu relato al principio a una mujer que vive quizás una vida gastada demasiado pronto, con una rutina llena de inseguridades, y que acaba, después de un viaje interior, a cambiar el "tengo que" al "puedo y quiero". Me ha gustado como has mostrado esa relación de pareja, que a pesar de todo y sin ser perfecta, parecen apoyarse el uno en el otro.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, Keren.
Un fuerte abrazo.