¡Hola mis seguidores, lectores habituales y nuevos lectores!
Derramado el café sobre la mesa, habiendo roto los
pantalones que antes le sentaban como anillo al guante, habiendo quemado el
bizcocho que tan bien le había salido durante años y solo con un dedo de café
en la taza, el cabello alborotado por lo imposible de domarlo había llegado a
la conclusión de que aquello era acto de algo que no era sobre humano, real o
de este mundo. ¿Qué sería?
Con el disparatado día que llevaba, escribir dos paginas
para columna a la que le dedicaba su más amplio afán, se había convertido en la
maraña más grande que podía ocupar un miércoles. - ¡¿Pero ¡¿qué más puede pasar
hoy?! ¿Es que no va a acabar nunca el día de hoy? - Gritó a su piso de sesenta
metros cuadrados.
Imagen extraída de la red |
Decidió darse un paseo para despejarse. Cogió el bolso y
salió huyendo de allí cómo si estar allí le picara tanto como el que tiene
urticaria. De hecho, estar demasiado tiempo dentro de aquella cárcel, a veces,
le producía el ahogo más intenso de una tarde, pero aquella mañana Marta, se
dijo que el trabajo no iría a ninguna parte y que se dedicaría unas horas a sí.
¿Por qué preocuparse? Aun había tiempo.
Serpenteó las calles a fin de no hacer el mismo recorrido
que haría si fuera a la oficina o a casa de su madre. Las calles cada una con
casitas adosadas, le recordaban lo mucho que le hacía falta el dinero, pero
fantaseaba con la idea de algún día ser ella la que ocupara uno de esos dúplex
adosados. -De ilusiones se vive- introspectiva
El camino la llevó a una taberna que no conocía. Muy
acogedora y poco invadida por los lugareños. Se animó a entrar. Dentro todo
estaba decorado a lo rústico con intención de dar sensación hogareña. Lo cierto
es que al dirigirse al asiento, no se sabe cómo tropezó con uno de los tablones
y cayó al suelo de panza con tan mala suerte de que en ese momento salía el
camarero de la cocina.
No habría importado nada, no le habría dado importancia
alguna si no fuera porque el camarero estaba condenadamente atractivo y la
media sonrisa junto con la preocupación por el golpe y estruendo que causó la
hizo avergonzarse todavía más pero cómo ya estaba dentro decidió tomárselo con
filosofía y espetar un:
Es que me gusta el suelo – El camarero sonrió
ampliamente.
-Espere, le traeré un vaso de agua, no se vaya y siéntese
aquí y descanse mientras voy rápidamente a la cocina. -Dijo servicial y amable.
No lo quedaba de otra, había recibido un tremendo golpe, y
lo único que la hacia no detenerse a morir de la vergüenza era que llevaba
pantalones. En el caso opuesto, habría sido, ridículo y digno de fotografiar
para la juventud de hoy. - ¿Qué narices te pasa Marta? - pensó habría dado lo
que fuera por un día, mínimamente normal.
Pero parecía que el día no le iba a dar tregua ni un segundo.
Acto seguido aparece con un vaso de agua y el botiquín todo
apurado el camarero. Fran, se llamaba. Y Fran muy gustosamente, inspeccionó sus
rodillas muy a pesar de que Marta insistió en que estaba bien. Este halló un
moretón y le untó una pomada. Luego se la vendó y con una sonrisa que casi
quitaba los males le dijo que había que prevenir por si se había roto algo, por
eso le vendaba la rodilla pero que se sentiría mejor si dejaba que la llevara
al hospital, por si era algo más grave.
Marta se las ingenió para disuadir de aquello al camarero
preguntándole que tenían en la carta. Educado él, le ofreció la carta. Ella
hizo su pedido y después de hacer ver que todo lo que había sucedido en
cuestión de minutos no era nada. Se despidió de Fran, asegurando que iría a
urgencias.
Cojeando ligeramente, anduvo hacia su minúsculo piso con la
intención de no volver a sufrir semejante humillación.
Llegó al portal. No tuvo que subir las escaleras, vivía en
el entresuelo. Abrió la puerta y la cerró entonces no calculó bien dónde se
hallaba el perchero y el bolso cayó al suelo pero comparado con lo que le había
sucedido hoy, fue nimio.
Marcó, el numero y cuando el teléfono dejó de emitir el
sonido, se descolgó:
-Hola hija, ¿Qué tal estás hoy?
-Fatal, tengo uno de esos días…
- Ay! Mi patosilla nata… Lo que tienes que hacer es tomarte
unas vacaciones y volverás a ser a la que eras. Esto no es nuevo, ya sabes que
de pequeña eras cómo un pato mareado. Allá por dónde pasabas, caía al suelo, o
los objetos o tú.
-¡Mamá! No te pases
-Lo siento hija. Entonces sufría, pero ahora que se que es
fruto del nerviosismo, no puedo parar de reírme. Eras tan graciosa…
- ¿Mamá sabes que no lo hacía queriendo verdad? - dijo
suspicaz
- Ay hija, para una madre, aunque su hija sea una patosa
patológica, en el peor de los casos, siempre serás adorable, incluso si tu no
lo crees.
©️El Rincón de Keren
Todos hemos tenido uno de esos días donde todo sale mal. Como dijo Corcho en la novela Piedra de Mar: "Hay días en que todo sale choreto". Muy buen relato, Keren.
ResponderEliminarHola Roger,
EliminarSí es cierto, hay días que todo sale no solo del revés sino que además parece, cómo dicen mucho por aquí, cómo si se tuviera un mal fario. Me alegra que te haya gustado.
Hola Keren, encantado de volver a leerte.
ResponderEliminarHay días en los que la mejor solución parece ser quedarse en la cama porque todo sale al revés. Y si lo alargamos en el tiempo podríamos hablar ya de cuestión de rachas buenas o rachas malas. Pero volviendo al relato y tu protagonista Marta, seguro que se hubiera sentido muy identificada con la frase que pronunció la dulce Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes: "Los días rojos son terribles y en esos momentos lo único que me viene bien es ir a Tiffany's, porque nada malo me puede ocurrir allí."
¡Un fuerte abrazo marciano!
Hola,
EliminarMe alegra verte de nuevo por estos lares. Cada día es diferente. Deberíamos de darnos cuenta que ningún día es igual, así cómo tampoco somos iguales de una racha a otra. Magnífica relación.
¡Abrazos para ti también!
es un placer siempre leerte
ResponderEliminarHola,
EliminarMe entusiasma que te haya gustado y que además sea una asidua del blog. Gracias por tu aportación.
¡¡Saludos!!
¡Muy buen relato Keren Turno! Sí, hay días malos, pero es cierto que con humor, humor del bueno todo se soluciona. Un abrazo
ResponderEliminarHola Lola,
EliminarSí, con humor se apaciguan los problemas y si además contamos con personas que nos quieren y nos admiran y no solo ven lo bueno de nosotros se hace más liviano. Me hace ilusión que hayas entrado en mi blog. Gracias.
¡¡Abrazos!!
Perdonarme todos pero estoy en desacuerdo,... esta chica es una "patosa patológica" (y que conste que no lo he dicho yo primero),... por lo tanto creo que la cosa no se va arreglar quedándose en cas un solo día jajaja. Buen relato Keren y feliz día!
ResponderEliminarHola El Baile del Norte,
Eliminarjajajaj Es cierto, es un poquito patosa. Un día en casa lo arregla todo. Pero bien.
Me alegra que te guste. Feliz día para ti también.
Saludos!!