Relato : El Sonido anhelado

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Cantaba, cantaba todos los días bajo el agua que corría del grifo de la ducha. Junto con la parafernalia de encender la radio, unas velas aromáticas y su revista mensual. Cantaba por hobbie, por ánimo y porque si no lo hiciera, algo le faltaría en el pecho. No se sabe si bien o mal, pero Raúl, estaba que trinaba. 
Imagen extraída de Google

Cada día, era el mismo ritual de todas las mañanas: Ella encendía la emisora a la que asiduamente no fallaba ningún día, las cantaba todas, desde las de Eros Ramazzoti hasta las de David Bisbal y si le ponían reggeaton pues se bailaba, aun a riesgo de resvalar porque aire, es música y un día sin música era todo lo que ella no quería ni tan siquiera imaginar. 

Raúl, tan comprensivo y paciente, durante casi una decada, al principio era la alegría de la huerta para ella para él, pero con el tiempo Odette cantaba las canciones de los anuncios, canturreaba mientras cocinaba, bailaba de camino a la cama, antes de ir a dormir y todas las mañanas no sólo escuchaba en casa la radio, también en el coche. Pero había algo que le molestaba más que esa rutina asidua. 

Desde el comedor, oía los gallos que, si bien al principio era gracioso, al tomarlo por costumbre, se había vuelto la pesadilla que temía cada amanecer, a cada nota mal entonada, a cada desgarro mal acogido, a los cristales que parecían notar lo que era un mal sonido. Raúl sabía que no era profesional, que no era una cantante en toda regla, pero aquel odioso sonido, mezclado con los cantos del gallo matinal de la casa de tu tío del pueblo Genaro no eran cosa normal. 

"Todos los días la misma cantina" Se decía Raúl mientras resoplaba y se echaba el café para él y luego para ella. Aquello no podía ser solo cosa suya, alguien más debía de pensar que esta chica, ojos tendría, pero oído para la música... Más bien poco, o nada. Al poco, llaman al timbre y es la vecina con los niños de la mano, ya que había  quedado con Odette para salir a caminar.

Entra, intercambian un "Hola" y se sientan los tres. El sonido de fondo, hace que Raúl repiquetee la cucharilla del café con algo más de fuerza de lo habitual, al escuchar un estridente sonido vocal desafinado y desagradable, ello logra la risa de los acompañantes. El marido, Raúl, se percarta de lo sucedido y siente vergüenza:

- ¡Esta chica tiene más energía que todos nosotros juntos! - declara la vecina complacida por esos chirridos que, parecía no haber escuchado.

Ello solo impacientó a un Raúl deseoso de que se marcharan. Taciturno y sin deseo de alegrar la conversación dió un sorbo a su café y no medió palabra: 

- Raulito, estás muy calladito. ¿Te ocurre algo?- intervino la vecina mientras intentaba que la pequeña de sus hijos se estuviera quieta. 

Esta vez, tuvo que responder pero solo alcanzó a decir un "No" seco e inquieto que logró el silencio de la visita. 

Al poco, aparece Odette canturreando con la música de de fondo y ya arreglada y lista para hacer su ruta matutina, como no, después de dejar a los niños en el colegio. Raúl intenta disimular su desacuerdo con la música y le espeta : 

- Te has dejado la radio puesta, amor ... - Logra con gran habilidad
- Uy! sí, ¡es verdad!- Odette cierra la emisión se despide de su pareja y se van

Es entonces cuando reina el silencio en la casa. Que se fuera con sus amigas a caminar o correr era mano de santo. El silencio fue, por unas horas, el mejor sonido de la mañana. Aprovechó para leer , para ver la televisión y se dieron las tres de la tarde y Odette no aparecía. Se fue a trabajar en su media jornada laboral y al volver, el silencio aun era posesión del hogar. Siguió leyendo la novela, se preparó un té calentito y ella aun sin volver. 

Sólo el mensaje le dijo dónde podía estar. Al parecer se iba una semana con unas amigas a la casa del pueblo de tío Genaro. Saltó de alegría. No cabía en sí de tanta paz que encontraría, ni más ni menos que una semana. 

Los primeros días, todo iba según lo previsto: Silencio y más silencio. 

Al tercer día las mañanas le parecían algo extrañas. Así que solía encender la televisión mientras iba haciendo aquellas tareas en las que Odette no iba a poder ocuparse además de los recados y pagos, hacer la compra semanal y preparar los almuerzos.

Al cuarto día, odiaba ese silencio que se le había concedido.

Raúl no entiendía de dónde sacaba la entereza Odette, para no pegarse un tiro con tantas cosas qué hacer. Así que, solo por probar, se le ocurrió encender la radio. La misma que a ella le gustaba. Recordando su contoneo al salir de la ducha, su jovialidad que llenaba la casa con las bellas sonrisas matutinas. Bailó, limpió, y ahora era él, era  el que cantaba mientras se hacía el café por las mañanas y echaba de menos a su mujer. A su amada mujer. Esa que, no cantaba tan bien cómo él quisiera, que no se dejaba nada por hacer, que siempre tenía un guiño acompañado de una canción. Ahora era él el que se metía en la cama con la música y ¡cuánto añoraba a su dulce y querída compañera...!

Después de todo, ella siempre endulzaría las mañanas de algún modo u otro, aunque no sonara del todo bien.  


©️El Rincón de Keren

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6 comentarios

  1. Hola Keren, parece que nunca estamos contentos, añoramos el silencio cuando hay ruido, y anhelamos el ruido cuando el silencio es impuesto. Perfecto el título del relato; define muy bien la situación.
    Saludos y buen día!

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    1. Hola Miguel,
      Es exactamente así, no sabemos lo que queremos digamos que hay un poquito de indecisión.

      Gracias por tu tiempo.

      Saludos!!

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  2. Hola Keren,
    Dice un refrán nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Y tu protagonista lo llego a saber ya muy tarde. Solo espero que la esposa llegue de regreso. Muy buen relato con pinceladas de humor.
    Saludos

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    1. Hola Yessi,
      Seguro que Odette se alegra de que Raúl la aprecie ahora más que antes. ¿Tarde? quizás, pero nunca es tarde si la dicha es buena.

      Me alegra que te haya gustado el relato.
      Gracias por tu tiempo.

      Saludos!!

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  3. Hola Keren! Ohh la música, esa agradable compañera, no nos damos cuenta de que nos acompaña hasta que el silencio lo invade todo.. Ahora si que se da cuenta de todas las virtudes de su mujer, cuando no la tiene.
    Un abrazo grande 😘😘😘

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    1. Hola Xus,
      Es de lo que más admiro de la vida. Hay una melodía para cada sentimiento que nos levanta y nos acerca a otros. En este caso, lo que les distanciaba, les ha unido.

      Abrazos !!

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