Relato: Tiempos revueltos.

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Pixabay (Tama66)


Allí reposaba el corsé y las enaguas de una noche en la que el sol ha infundado el mejor de los brillos pero cierto es que la comida no se hace sola y hay que labrar el campo, instruir a los nuevos trabajadores pagarles e intentar que saquen una buena faena. Son tiempos duros. 

Él llega cansado de hacer tratos con otros comercios, traer leña de los comercios cercanos, de regatear en las empresas competitivas para sacar un jornal que logra cubrir las necesidades, pero lo cierto es que la ciudad vive una época dura en la que los sueldos se han convertido en atracos para los que intentan subsistir y abastecerse con lo que logran. 

Las mujeres comentan entre lavados en el río los baños de agua caliente y lo castigados que llegan sus maridos después de todo el santo día intentando sacar algo de provecho pero poco a poco comentan lo dura que se ha vuelto la situación. Algunas se temen lo peor , los cambios del estado, los precios suben, la comida es inaccesible si no se la labra una misma y los ropajes cada vez empiezan a escasear. Adiós a las grandes festines, las comilonas, los viajes de alto standing, el buen hacer de las personas por las que se les caracterizaba a la portentosa ciudad. ¿A donde iremos a acabar tanto trabajar y no recibir apenas para el sustento del hogar? Se preguntaban muchas. 

El inminente cambio de época les augura música jazz, clásicos para aquellos que se lo pueden permitir, pobreza y miseria para el que trabaja con las manos, mientras el rico se afana de lo del pobre empequeñeciendo el valor y las salidas de la podredumbre. Lo que estaba por llegar,  ni los ricos lo esperaban: Una guerra. 

Una bota rebosa a los pies de la cama, mientras, seguramente, una tal Marie hace el amor por última vez con su futuro marido y padre de su primer hijo. Se besan, se acarician, se proclaman amor eterno, juran volverse a reencontrar y escribirse cartas. Los dos saben que es posible que no regrese de la guerra. Eso piensa Jordan mientras echa la fotografía al habitáculo de más de cincuenta años, donde estuvo vivo, palpitante y con tantas batallas por recordar pero suena el teléfono móvil y la saca de ese estado de ensoñamiento donde hubo más lágrimas que risas en su percepción, donde el amor era un portentoso azar y bien llevado, del bueno, pero tan frágil para la mujer ... tan peligroso para los hombres ... :

-¿Para cuándo tendrás las fotos que te pedí? El periódico está que arde desde tu último artículo.

-No se preocupe señor García, este mismo lunes las tendrá en su despacho. - dice sin dejar de sentir un profundo sentimiento que la obliga a sentir algo de pena por los caídos y otro de alegría, por lo mucho que las han trabado a las mujeres y lo mucho que han gritado. 

"La vida fue dura pero muchos, pueden seguir predicando en el progreso del ser humano y sus posibilidades" Dice para sí misma. Guarda la cámara y se dirige a su próximo destino no sin antes dejar algo que marcará la historia de otra persona, un reloj. Puede parecer algo simple, pero si ella ha podido surfear por los pensamientos movedizos del pasado, otra persona lo hará al ver su reloj y otro paso y trozo de historia, sin alterar el anterior, producirá ese accionamiento en a un curioso. 

...La historia continuaba...´


©️El Rincón de Keren 



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