Creí haber solucionado el incidente con el café. Ahora las capsulas que llegaban más allá desde dónde estaba yo, se habían desparramado. Pero lo importante era solucionar el verdadero problema que acaecía en ese momento, y lo cierto es que una ciudad tan superpoblada y una búsqueda, estaba siendo interminable.
La búsqueda me había llevado a un páramo remoto, a dos mil kilómetros de Tecno City. Aquí el café no pululaba a través de tubos interminables, ni tenías que conectarte a una maquina cada noche para recibir el suficiente oxigeno para el día siguiente, ni la comida se servía en capsulas, o en plásticos ultra procesados. En lugar de ello, había que recoger el café de la madre Tierra, el oxigeno era tan puro que me obligaba a permanecer unos instantes sopesando la respiración, la comida recogida de huertos ecológicos, me aseguraban una buena nutrición pero al contrario que en Tecno City, que la comida era sinténtica, estábamos en contacto con la naturaleza y su mas antiguo sustento ahora olvidado para algunos, o la gran mayoría: La horticultura, la ganadería y la naturaleza en su estado más natural.
Había olvidado cómo era el aire cuando nacía de un ambiente abierto, había olvidado esos sabores auténticos, nada más lejos de la realidad, porque en vez de comída ultra procesada, las verduras eran un manjar que pocos podrían degustar. Con sus múltiples combinaciones, dejan boquiabiertos a cualquiera que intente averiguar más. Pero lejos de caer en las bellezas del mundo en la Tierra, ahora tenía que encontrar el motivo por el que el café ya no se servía como antes. Aquí, apartado de la mano de Dios y por mágico que parezca, apartado de la su tecnología, no sé porqué, estaba embelesado con todo a mi alrededor.
El chip incorporado a mi cerebro no funcionaba para conectar con Internet. En lugar de ello tenía que buscar información desde un viejo ordenador Intel que iba más lento que la madre que le parió, se apagaba a la hora y le faltaban teclas, a ello había que sumarle la mala conexión y tendrías una maquina destartalada en toda regla. Pero no podía hacer más que dejarme llevar por la tranquilidad del lugar y su vida tranquila.
Cuando llegué, todos los días, al caer la noche junto con la lluvia de estrellas visibles y su gentío dormitando, al contrario que en Tecno City, porque en Tecno la vida no para, es un bucle incesante de avance, solía estar muy pendiente de mis aparatos traídos de aquella vida, pero con tan mala conexión. Aquella recepcionista, simpática por cierto, no dudó en hacerme saber lo malo de la conexión del lugar. Me recomendó que acudiera a la capital del lugar y que en un Ciber llamado Ota intentara conectarme. Me alegré muchísimo, pero eso era un decir sin saber, pues no tenía coche, y tenía que moverme en Taxis clandestinos que por una propina extra, enmascarando su clandestinidad en coches de lujo, hacían lo que fuera por un sobre sueldo a aquellas horas tan insanas.
El trayecto, no era corto precisamente, ya que me llevaba más de una hora de llegada al Ciber Ota de la ciudad de Madrid. Por lo que en total, eran dos horas incómodas. Eso,si a el taxista no le daba por contarme sus misceláneas para con la vida. Llegaba cansado y harto por lo que apuraba el día conociendo a sus gentes y en lugar de intentar acudir al centro de la ciudad, esperaba a que la falta de conexión nocturna, invadiera mi ordenador para una tranquila búsqueda.
Lucy que trabajaba cuidando a unos niños, solía invitarme a que aprendiera a labrar la tierra, junto con Carme y acento Catalán que nunca podré olvidar. Ella, y todos los del pueblo, eran gentes muy cariñosas y sosegadoras. Pronto llegaba cansado de todas la tareas a las que me somentían: labrado, recogida de alimentos manuales, largos paseos por los montes, y largas conversaciones con Carme con infusiones naturales, y no sintéticas, que relajaban mis sentidos y me transportaban a la tranquilidad más inexorable que pude experimentar. Me olvidé de mi verdadera misión. De mi objetivo. Ya no me interesaba tanto el café y comenzaba a entender, porque Tecno City, con sus avanzados instrumentos, artefactos, y vida rápida, ya no encajaban conmigo. Aquello me llevó a construir mano a mano mi propia casa, a tener mis propias aspiraciones, mis propios logros fruto de un esfuerzo fisico, junto con los chicos del pueblo y con las consecuentes visitas posteriores , de todo el pueblo. Aseguraban que aunque el exterior era muy tosco, el interior ganaba fuerza.
Aquello me hizo pensar en una mujer. No había compartido mi vida con nadie desde hacia más de veinte años y por primera vez, quise tener hijos. Quise casarme del mismo modo en que lo hacían en la Tierra, y no con un chip incrustado en el cráneo que te impedía ver a otras mujeres ya que si lo hacías aunque solo fuera para mirar el conjunto que llevaban puesto, te enviaban descargas al sistema nervioso. Ahora que lo pienso, desde lo de Carol, y aquellas descargas en el sistema, no sé cómo pude vivir sin mujer.
Más tarde que pronto, conocí a la que sería mi mujer, pero ya era tarde para Tecno City. La vida me había absorbido por completo con su sosegado estilo de vida. y de lo que andaba buscando, solo se que, en Tecno City, se reanudó una gran guerra política en la que el café, tornaba a los habitantes en zombis que anhelaban la cafeína. aquello dividió a las diferentes gentes, pero yo estaba demasiado preocupado por la vida en sueño que me había perdido todo este tiempo. Y vaya si lo disfrutaba.
FIN.
©️El Rincón de Keren
Hola Karen, debo decir que me senti muy identificada con lo de zombies anhelando una taza de café jaja.
ResponderEliminarLo que no me quedo claro es donde se encontraba el protagonista. Pobre, lo del chip parece una tortura inventada por una mujer celosa.
Un abrazo
Hola Mirna,
EliminarCapto la ironía de tu comentario, hay cabos sueltos sí. Lo arreglaré ésta noche para que esté mejor.
Gracias por tus aportaciones al blog.
Nos vamos viendo.
Muy buen relato Keren, saludos!!!
ResponderEliminarGracias Eli, Nos vamos leyendo.
EliminarSaludos!!
Gracias por tu relato. Que tengas un buen día
ResponderEliminarDe nada Trini,
EliminarEspero que tengas un día bueno.
Abrazos!!
Hola Keren, vaya ambiente y cuantos comentarios tienes hoy. Desde luego que te lo mereces por el buen trabajo que desarrollas. Respecto al relato, ya sabes que como buen marciano la ciencia-ficción me apasiona. Pero es que hoy has conseguido una cosa muy importante, y eso es impregnar el tempo narrativo adecuado al texto. En resumen, un relato muy cinematográfico e incluso con la gota de humor de la madre que parió al ordenador :-). Te diré también que uno de mis escritores preferidos es Ray Bradbury, que es uno de los grandes genios de la ciencia-ficción.
ResponderEliminarAbrazos, viva el café ;-) y feliz comienzo de semana.
Hola Miguel,
EliminarMe inspiré en Claro de Tierra, cómo ya sabes de Athur C. Clarke. Mi idea era más a menos la linea que sigue el libro pero augurando otro destino. Y claro que el café es de lo más bueno jeje !! ¡me encanta! Y la narrativa también me gusta mucho. Ray Bradbury me suena de haber leído algo sobre él pero luego te cuento más a fondo.
Me alegra mucho que te haya gustado el relato.
Nos vamos leyendo.
Abrazos!!
Me tienes anonadada Keren, qué magnifico relato, para mi la ciencia ficción es uno de los géneros más difícil de desarrollar y tú has creado una historia increíble, me gusta ese toque de humor que le has añadido, te quedo divino.
ResponderEliminarMi abrazo desde las estrellas, mil felicitaciones por tu escrito.
Hola Rosana,
EliminarEn primer lugar si pudiera ponerme roja estaría cómo un tomate. jeje! Creo que me ha costado un poco, pero por eso quiero seguir descubriendo libros y poder seguir practicando... ¿quién sabe? a lo mejor nace algo bonito de todo esto. ;)