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Desperté junto a un sauce llorón que brindaba sus hojas a la brisa, al cielo azul y el pantano que junto a el se mecía debido al contoneo que le hacía, aquella brisa.
Me encontré cómo en una imagen en antigua en la que no era capaz de distinguir las emociones más allá de los gestos y los sonidos. Era como estar en una película mímica, en la que todo se sucedía desde la solitud y el silencio. Mi cabello húmedo, goteaba y hacía las lágrimas de aquel sauce. En mi ensoñación, la imagen era sepiosa, sacada de una fotografía, con calores que se sucedían en un lugar donde todo estaba encharcado. Y del árbol, podía decirse que aunque milenario, podía notar su vida, los latidos de su sentir. Es por ello que cómo si de un corazón se tratara todo en el, incluido ramificaciones, latía en un color amarillento con tonos anaranjados.
Su batir me inducia a la plenitud de una soledad en la que solo la naturaleza era la compañía. Y los sentidos, la guía de un estado en calma del que no lograba desprenderme. Era una alegría sí, pero a la vez se hacía insoportable. Pues un sapo saltó sobre mi y mi estado solemne y parsimonioso, solo atisbó a observar, mientras mis ojos inspeccionaban, al anfibio verde, con la espalda rugosa. Si hubiera sido en otra ocasión, la que hubiera saltado, hubiera sido yo, pero me encontraba recibiendo la conexión de bonanza de aquel lugar y de aquel aquático animalito. Como si de la nada saliera, un hipopótamo se zambullía en las aguas sin lograr ninguna reacción de mi. Quieta. Inmóvil. Nada podía perturbarme.
Los gestos se mecían con las ondulaciones del milenario árbol, en una especie de reverencia ceremoniosa pero casi artificial en el que estaba enfrascada. Los animales, se sucedían naturalmente mientras yo emulaba una sonrisa, con los ojos achinados, con los brazos siguiendo el vuelo del viento y la naturaleza haciendo su llamada. Los sonidos se mezclaban en un melodioso vinilo de aquella época en la que todo resultaba cómico, solo que en este caso, solo fluctuaba añoranza, tristeza, sin poder emitir un hilo de voz. Muda. silente. Incapaz.
Por un momento pude ver como el Sauce llorón se intentaba comunicar conmigo. En su estado palpitante... ¿Estaba gruñendo? Sí, podía oír cómo me gruñía con intensidad, dejándome el rostro marcado, de la pasividad aglutinada en el rostro, pero lejos de ser un acto pasotista, este, se elevo, se encongió, y volvió a elevarse. Pretendía hacerse notar, y por el contrario, esta vez, mi curiosidad me llevó de nuevo a su regazo. Ya en los pies del verde llorón, abracé su tronco añejo y pude notar ríos de felicidad, torrentes fluviales, flores silvestres, pájaros de diversos colores, cielos azules, bosques frondosos, ¡era una explosión vibratoria!
Pude notar cómo sus brazos en forma de raíz, me cubrían, me envolvían y me elevaban, me mecían y me cantaban una nana. Como si en vez de amansarse, intentara recobrar la ultima gota, si es que la hubiera, de la bondad icástica que anidaba en mi interior. Todo se tiñió de una niebla banquecina, donde iban haciendo de mi, la mujer amansada que quería el verde, y es que no solo me relajaba, sino que me sentía somnolienta en esa mecedora de hojas, ramas y palpitares. Fui cayendo en un sueño profundo que me llevó lejos, ¿dónde? no lo sabía, solo sabía que estaba en calma. Y al regresar de mi mundo fantástico, abrí de súbito los ojos, y me encontré sola en la habitación.Con el despertador rugiendo. Con las sabanas empapadas. Con el vaso en el suelo. Y con una nota que rezaba: Nos veremos otra vez por la mañana, me toca el turno de noche.
©️El Rincón de Keren
Estupendo Keren. Tu entrada me trae magníficos recuerdos pues en la añorada época de Google Plus, el profesor Emilio Valadé publicó un texto de otro tipo pero que también hacia referencia a este mítico árbol.
ResponderEliminarMe gustaría señalar un pasaje del relato que me ha parecido muy especial: " Pude notar cómo sus brazos en forma de raíz, me cubrían, me envolvían y me elevaban, me mecían y me cantaban una nana. Como si en vez de amansarse, intentara recobrar la ultima gota, si es que la hubiera, de la bondad icástica que anidaba en mi interior·.
Espléndido. Un abrazo.
Me alegra que te haya gustado, sobre todo porque el proceso de corrección y decisión de publicarlo no ha sido fácil. Pero habrán más relatos del estilo. Fantásticos, digo. Puede que publique algo más largo pero de todos modos,no sé cuando todavía ya que quiero hacerle más correcciones. gracias por tu asiduidad.
EliminarSaludos!!
Hola bella, soy Jhoanna de Mundo Relatos en instagram. Tú relato es fantástico, me parece que el ritmo es perfecto, muy bien logrado. Te hace sentir atrapado por ese sauce, mecido por su ramas. Además la ambientación es preciosa. Esa ranita me encantó.. Un abrazo y felicidades!!
ResponderEliminarHola Jhoana,
EliminarLa construcción del texto fue inspirado en un libro que estoy leyendo, aunque, nada tiene que ver con lo que leo. El genero sí. Me hace sentir dichosa que te haya atrapado el texto. No sabes cuanto. Así que celebro que te haya gustado.
La ranita, así cómo todos los animales, es un puente a la naturaleza, que creo que, poco apreciamos lo que nos rodea.
Gracias por dedicar un momento a mi blog.
Nos vamos viendo.
Un hermoso relato.
ResponderEliminarMuy bonita la imagen.
Un abrazo.
Hola Amalia,
EliminarGracias por tu asiduidad a mi blog, me alegra que te haya gustado mi relato. Nos vamos viendo.
Abrazos!!
Me encantan los sauces y me ha encantado leer el relato que le has hecho. Un beso
ResponderEliminarEs un verde al que no se le puede dejar de mirar, sea como sea, fuere como fuere, es magnífico.
EliminarMe agrada que le hayas echado un vistazo en vista de que te gustan los sauces.
Besos y abrazos!!
Existen lugar, espacios, mundos, que nos hacen soñar, un hermoso sueño en el cual pudiste alimentar al alma de esplendor de la vida, del renacer cada día, pero sobre todo de la existencia.
ResponderEliminarUn inmenso abrazo!!
Rosana,
EliminarSiempre pienso que me ves con muy buenos ojos, mi adorada compañera. Desde la imaginación con trocitos de realidad, las musas me acompañaron en un noche de alegría y danzas de letras.
Colmados abrazos y un grandioso beso.