Relato: Entomofobia

¡Hola mis seguidores, lectores habituales y nuevos lectores!


Les comparto un relato que nace de las fobias a los insectos y otros seres
diminutos que nos hacen sentir repulsividad hacia ellas y que podría extenderse a otros animales o a los animales en sí.

Así que, aviso de que hablamos de insectos y con esto, 
una situación en la que podríamos vernos fácilmente, en cualquier etapa de nuestras vidas. 

Espero que os guste.  

Relato

Ya había acabado de limpiar toda la casa. Ahora, aprovechaba para limpiarse con una buena ducha fría y el consecuente té helado para reponer fuerzas sentada ante un televisor apagado y el equipo de música haciendo su función: emitir la melodiosa sinfonía de Chopín. 

La melodía se colaba por todos los rincones del hogar, mientras ella se secaba. A continuación hacía su ritual de limpieza de cara y se hidrataba con la crema corporal que le dejaba un regusto a limpio que la hacía flotar por la estancia de lo agradable. Y así, con un peso menos, aquel mediodía escogía su nueva lectura para continuarla. 

Francisco llegaría en cualquier momento. Optó por llevarse todo al cuarto de invitados donde se alojaba un ordenador  viejo. Aquello la hacía sentirse fuera del ahogo que le producía el tener que ocuparse de su casa. Pues era una estancia con una mesita y a la derecha una mesa de estudio donde se hallaban documentos ordenados minuciosamente. Un letrero que había colgado a modo de mantra, que rezaba «Today is the day» y unas flores que hacían la estancia más relajada. A la izquierda, una sección de libros en unas estanterías de diferentes tamaños, con libros par todos los gustos. Era el lugar privilegiado que había custodiado como suyo, su lugar de retiro par relajarse por lo que , era el lugar idóneo para apartarse del mundo. Al fin y al cabo, la idea de ataviar la habitación de aquel modo, fue suya. Y con creces, conseguía su función. 

Saltaba de página en página, mientras iba tomando sorbos aquel frondoso vaso de té helado. ensimismada , pasó una hoja, otra y así, durante más de tres horas. Al llegar al capítulo diez, decidió bajar a la cocina para hacerse otro té cuando... vio que se movía algo entre los botes de especias. Cuando fue a mirar para fijarse mejor, no vio nada extraño. No le dio mayor importancia. Cogió el hielo del congelador, lo picó y sirvió otra bebida, cuando llamaron por teléfono.

La llamada no duró más de diez segundos, pues era otro comercial dispuesto a venderle ADSL de mayor velocidad, mejor calidad, y mejor precio, pero ella apostilló un «No me interesa» y colgó sin esperar la respuesta. Sabía que si se quedaba a escuchar lo que tenía  que decirle, la cosa se alargaría en demasía.
Fue a dejar el teléfono en el soporte cuando de pronto lo vio: ¡era un bicho! 
Pero no un bicho cualquiera, era ¡una cucaracha! Anabel cogió la zapatilla, y la mató. Plas - plas! orgullosa de la hazaña, no contenta, urgó la casa para localizar si había otra, mientras se preguntaba una y otra vez, cómo podía ser que hubiera una cucaracha en la casa después de tantos días, meses, e incluso años de limpieza, para que ese ser de patas cortas, cuerpo amoldable capaz de adecuar su cuerpo para meterse por cualquier cavidad, de color caoba amorronada, pequeña, y realmente repulsivas a la vista, estuvieran en su impoluta casa.

Puso patas arriba el comedor, movió muebles, sacó los libros de las estanterías y en un descuido por mirar en los armarios de cocina... ¡Zas! un hervidero de cucarachas tenían un nido allí, que con la sorpresa echo unos pasos atrás y emitió un chillido que se hubiera podido oír hasta en los confines de la tierra. Corrió hacia el baño, subió las tapaderas y vomitó. aquel imprevisto la mantuvo metida allí, al menos, quince minutos. Solo de recordar cómo eran aquellos seres diminutos, la hacían evacuar más y más líquidos hasta que solo pudo echar bilis. 



Aquella tarde, Francisco llegó a casa con la sorpresa en la cocina: Anabel subida en lo alto de la mesa, para deshacerse de unos seres que al parecer, para Francisco, eran algo normales, ni buenos, ni malos. Anabel chillaba un «¡no te acerques a mi asquerosa!» ,mientras un spray las rociaba, pero estas, inmunes al contenido, seguían pululando por toda la cocina, mientras el marido, observaba atónito el acontecimiento con la estampa de la casa, en un claro desmadre. 

©️El Rincón de Keren

Entradas que pueden interesarte

8 comentarios

  1. Hola Keren, te has atrevido a realizar un relato con el bicho más asqueroso que hay sobre La Tierra ja,ja,ja. Pero fíjate que por encima de eso te quería felicitar públicamente por la gran redacción del texto.

    De hecho, pienso que lo deberías de tomar como modelo para tus escritos. Las frases tiene el tamaño adecuado, y los párrafos también. Intercalas frases cortas, la puntuación (puntos y comas) es excelente y el tempo narrativo es el adecuado.

    Solo te haría una crítica. Yo no hubiera puesto esa foto, ja,ja,ja. Qué bichos tan desagradables. Quizás la hubiera sustituido por de una mujer asustada o histérica que representara a Anabel. De hecho, aún la puedes cambiar si lo tienes a bien.

    Pero anécdotas aparte y desde mi humilde punto de vista, repito que me ha encantado la redacción. Tu progresión es excelente. A ver si se me pega algo :)

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola,
      Yo también pienso que son unos bichos horripilantes, muy feos.
      No sé si estará bien escrito o no, pero si te puedo decir que ha pasado por al menos, tres correcciones. jeje!! Quería quedara bien pero ya sabes que los textos son moldeables y seguramente mejorables.

      Gracias por tu tan explayado comentario. Yo también creo que escribes muy bien. No te hace falta mejorar, porque ya lo haces bien.

      Y lo del progreso pues leyendo mucho.
      Abrazos!!

      Eliminar
  2. Es un texto sumamente amigable. Todos tenemos ese típico amigo como Francisco que adora los bichos y todos le parecen encantadores. Yo por mi parte me siento más como Anabel jajajajaja

    Está muy bien escrito y es una historia con la que es fácil sentirse identificado. Y la foto ayuda a sentir ese escalofrío que sucede cuando ves una cucaracha en tu cocina jajajaja

    Sigue así.

    Un abrazo,

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En efecto, todos tenemos un amigo, familiar o , que ni fu , ni fa con los bichitos. La idea era destacar esta fobia que no es tan conocida por el nombre pero que sí, tiene un nombre.

      En repetidas ocasiones he sentido la necesidad de gritar con algún que otro bicho. Claro que parece que es según cual encuentre. Estos, son los que más provocan caos y miedo.

      Me alegra haber podido causar efecto en ti.

      Gracias por dedicar un momento a este trocito de letras. Nos vamos viendo. Feliz verano!!

      Eliminar
  3. Es cierto que tu relato está muy bien escrito.
    Los bichos me producen repulsión y me ponen muy nerviosa. Comprendo a la protagonista.
    Te felicito.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Amalia,
      no te falta razón. Es una sensación muy intensa que nos afecta sobre todo a mujeres aunque a los hombres también a los hombres, claro. De todo hay en esta vida. A mi las cucarachas me dan repelús.

      gracias por tu asiduidad al blog.
      Abrazos!!

      Eliminar
  4. Aunque lo mio no son los bichos tu relato me ha parecido estupendo. Un besazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Vicensi, te agradezco enormemente que aunque no sea la temática que sueles tocar hayas venido a mi blog. Besos y abrazos!!

      Eliminar