Relato en Prosa: Amor veraneante



¡Hola, mis seguidores, lectores habituales y nuevos lectores!



 BUENAS, 
Sé que ando un poco perdida pero vuelvo con este relato en el que quería 
mostrar un amor que reinicia desde una petición de antaño 
a la petición de acogerse en un viaje de verano.

Este relato  está inventado pero con esbozos de una realidad 
no muy lejana que he  transformado para darle un toque que 
si bien podría servir para aquellos que comienzan una relación 
también para aquellos que ya llevan un largo recorrido. 

Los ya asiduos al blog
saben que soy intensita 
y muchos dirán que no hay que dulcificar todas las frases 
pero me he dejado llevar
quiero vivir este recorrido en
una escapada que hicimos con sus altos y su bajos 
que me llevó 
a este lado del amor 
dejando este buen sabor de boca 
y es que ... 
a veces olvidamos.


¡Espero que sea de vuestro agrado!



RELATO


Imagen propia
Roquetas de Mar (Almería)
©️elrincondekeren


Quise perderme entre la gente, entre las vespertinas que recorre la ciudad con aires a jolgorio en una noche que pronto hacía caer al sol con la misma delicadeza con la que me besaba. Fueron momentos de dicha donde las tardes se sorprendían con el guiño de un paseo por la playa, un atracón de películas y la felicidad en estado puro, un helado sin amargura, una caricia por las calles queriendo olvidar qué fue primero: si nuestras miradas o el mensaje de una petición. Y no lo hicimos, no nos lo preguntamos. Seguimos ardiendo entre el deseo de un amor que crecía con cada salida y un hotel a nuestra disposición para matarnos a abrazos, donde la luz se hacia cada vez más sorda, labio a labio más ruidoso. 

Sabía que nunca había sentido tanta felicidad, sabía que todo cuanto dijéramos pesaría ante el pensamiento, mal acostumbrado, de un día que quedaría atrás. Por eso, las palabras aunque pegadas, aunque las miradas devoradoras, aunque nuestras manos más cálidas y el aire frío, nuestros miedos más lejos, y nuestras almas más cercanas, sentía que toda palabra sería crucial y era por eso que cómo si de un pacto se tratara, nuestro silencio hablaba con movimientos delicados, suaves y sin forzar. Si nos dirigiámos hacia el otro, era para decirnos entre ojos achinados y un rostro más blanco que moreno sonrojado y con mi mirada de satisfacción , que nos amábamos. 

Nunca, parece acabar. Pero nunca nos habíamos permitido ser de aquella manera en la que si hablábamos demasiado, nuestras almas y nuestra esencia se arremolinaba y quejumbrosa, ensombrecía los buenos actos. 

Le mire, me acercó un cigarrillo le dije un "Gracias" y poco a poco nos íbamos soltando. Las palabras no parecían ser demasiado pesadas ni se esquivaban temerosas. Nuestras eran las ganas de saber del otro con prudencia, dejando silencios que mostraban amaneceres y desayunos de hoyuelos, sueño y una cama desaliñada. 

La cercanía de los paseos, mostraban un inicio de algo que se iban amasando, que se iba moldeando y que se horneaba a fuego lento, donde la ataraxia de un silencio nos brindaba esa paz que tanto habíamos esperado. Tan solo eran dos noches, un bañador, un teclado y una bebida muy fría que llaman cóctel. No sé si fue esa imperiosa liberosis que se acontecía con solo vernos, trabajarnos de arriba abajo con total libertad de expresión, donde cada vez se formaban conversaciones más placenteras, o el simple hecho de estar alejados del bullicio. Nunca lo sabré. 

El frío no dejaba que mis carnes se tranquilizaran. Sus brazos fueron la hoguera de medianoche, el aliento la oportunidad, y los vientos un motivo por el que aferrarse al otro. Paciera que aquello quería unirnos como si pegados, el uno al otro, sintiéramos el verdadero fervor de aquello que comenzaba y que quedaría en el recuerdo, de dos que se amaban pero que de tanto ruido, no se escuchaban. 

La vuelta, más alegre que marga, forjó el inicio de una relación, sabe dios donde terminó su caparazón, concibió un fuero interior ,en cada uno, más fuerte, con una vuelta a la realidad, en la que dejarse sin presión, era el torbellino del que quiere besar, y la inquietud del querer saber más. 

Allí, en esa instantánea, no solo hubo fuego, hubo brasas de forjado: Un amor que cada verano, se forjaba más fuerte, mas sosegado, inquieto y con hambre voraz de un motivo por el que volver a reunirse, en algún lugar. No importaba  dónde sino con quien. No importaba cuanto tiempo sino con qué calidad, no importaba si las despedidas del sol  eran en compañía o en la solitud de encontrarse al regreso en esa nueva ciudad, lo importante era volver a acogerse desde la neutralidad icástica del propio ser amando.

©️El Rincón de Keren

Comentarios

  1. Intenso y muy bonito relato.
    Sentimental y bello.
    Un abrazo.

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    1. Hola Amalia!!
      Me alegra que a pesar de la intesidad del relato, te haya gustado. Nos vamos viendo.
      Y gracias por tu asiduidad al blog.

      Abrazos!!

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  2. Un amor ensoñador y a la vez realista que cumple sus espectativas pues de antaño a cada verano, sigue su curso tranquilo, natural. Me ha encantado como lo describes tan detallada y delicadamente.
    Un beso, Keren

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    1. Hola, Marisa!!
      En todas las relaciones hay algo de aspereza pero concibo esos momentos para estar con nosotras mismas y otros, para estar en pareja, desde esa tranquilidad que intento transmitir. Me hace feliz haber podido traspasar la pantalla para que hayas podido vivir, sentir, este relato al que le tengo bastante cariño.

      Besos y abrazos. Gracias por pasarte por mi rincón.

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