Relato Corto: Virginia "La Santa"

¡Hola, mis seguidores, lectores habituales y nuevos lectores!

Bienvenidas, sobre todo a ellas,
ya que debido a una encuesta en la que se realizó en Instagram
vosotras habéis decidido qué va a aparecer en el texto:

En la encuesta se voto: 
ATUENDO: Uniforme
ESCENARIO: Selva 
A QUIÉN VA DIRIGIDO: A chicas
Con la muleta que abre paso con: "Nunca supe qué pasó allí..."

La gran mayoria de los votantes fuistes mujeres/chicas
Por eso... 

ESTO ES PARA TODAS VOSOTRAS.

¡DISFRUTAD!






Nunca supe lo que pasó allí, pero lo cierto era que aquel golpe en la cabeza me había propiciado un dolor del cabeza del que no sabía no podía salir. Sabía que estaba viva, que aun podía respirar, con la respiración acelerada, con el corazón casi en la boca y la ropa y con el uniforme totalmente desgarrado, pero salir de aquel lugar, sin móvil, sin un mapa y sin brújula, sabía que iba a ser todo un reto. 


DOS SEMANAS ANTES

Las calles y el asfalto son concurridas por el gentío que van y vienen y yo, no era más que una periodísta en paro, de entre tantas, con la mala suerte de estar trabajando de cajera, a donde Dios no quiso ir, dentro de una ciudad que engullía carburante, voces y muchos pasos. El coche,  había decidido dejarme tirada y ahora tenía que ir , primero, en bus hasta las afueras de la ciudad, y luego, caminar una hora para llegar a una nave en las que unos grandes almacenes, habían tenido la genialiadad de situarse a casi dos horas de mi casa. Que me sigan diciendo que Europa es el primer mundo me parece una broma de mal gusto, cuando aun hay gente que tiene que ir caminando a todos los sitios y a veces, sin haber comido, al trabajo. Pero no podía quejarme, tenía un loft en un pueblo y el alquiler era asequible. El ínico problema era que se estaban acabando los ahorros y este trabajo precario, no duraría para siempre, porque para colmo, llegaba tarde a todos los sitios desde el incidente del coche. 

Las semanas pasaban pesarosas con los cotilleos que se sucedían a costa de los compradores. La Carol, que siempre tenía que llamar a todos desde el megófono. A veces, con la excusa de contarte algún que otro suceso para poder pasar el día con algo y comentar con las demás. Brenda, que se encargaba de los estantes junto con Joana. y Virginia que hacia honor a su nombre, como la más joven del trabajo, y la niña inocente que todos creían que no había roto un plato, pero que yo estaba segura que de virgen, tenía poco. Por no mencionar a lo que tenía locas a todas, Jony un Italiano, de veinte y pocos años, que estaba de intercambio se había adaptado muy bien y que, cuando le parecía, no entendía lo que la gente le decía. Pero no tardó nada en ligarse a toda plantilla. La verdad era que el chico era mono, alto, moreno de ojos verdes y nariz abombada que como tenía una cara agraciada y un cuerpo escultural de gimnasio, pasaba inadvertido. Además, era simpático pero todos sabemos de que cojeamos y yo ya había tenido suficiente, aquella misma semana pedí la dimisión, ya que había recibido la noticia, después de pasarme los días buscando trabajo por Internet, de que comenzaría a trabajar como administrativa en un periódico. Sabía que no era exactamente lo que buscaba pero aquel almacén, era un lugar de paso, algo con lo que aguantar, y tarde o temprano, aquella colla, se terminaría disipando y haciendo su camino, como yo. 

Aquella misma tarde, lloraron todas en el cuartillo, apelotonadas, a moco tendido, con un pequeño pastel, unas velas diminutas y unos refrescos acompañados de picoteo: Les iba a echar de menos después de todo. 

Aquel viernes comencé mi trabajo después de dos largos años haciendo lo que no me gustaba. En una Gestoría que acompañaba al periódico, por cortesía del señor Balaguer, quien al parecer no solo llevaba aquellas oficinas, sino que también, poseía otros imperios. Y hombre, no se si simpático, pero mandón, un rato. Nunca estaba contento con nada.

Clasificaba los archivos por números que habían sido inventados por el propio Balaguer. Cada sala tenía otra sala acorazada en la que no dejaban entrar a ningún empleado a menos que tuvieran identificación. La gente se refería a ellos como los VIP, porque podían entrar y salir de donde quisieran pero había un halo de misterio que envolvía a aquellas oficinas en pleno centro de Madrid, en las que nada podía ser memorizado, sino maquinizado. Nadie podía llevarse trabajo a casa, pero sí podía quedarse a echar horas para ganar más dinero. Pero, nunca más tarde de las tres de la mañana y siempre, pasando por un riguroso control en la entrada y la salida. 

Las semanas estaban siendo muy productivas. En casi dos semanas ya conocía a todos los de mi sección y solo por curiosidad averigüe si les hacían falta a alguna vacante en el edificio de en frente que era el que llevaba la prensa. Seguía preguntándome, cómo había conseguido tanto un hombre del que se sabía prácticamente poco, si buscabas por las redes sociales. 

Aparqué la idea sobre todo aquello, porque no sabía en qué lío podría meterme si seguía siendo tan curiosa pero pasados unos seis meses, ya adaptada, bajando a la cafetería, cogí un café y me salí a la puerta y me fume ese cigarillo que tanto necesitaba para poder lidiar con el día, cuando vi cómo en un callejón vi a Virginia con un chico algo mayor que ella, intercambiando un paquete. Ella se despedía y desapareció de allí entre la multitud. ¿Era realmente Virginia? No podía ser, pero un mal presentimiento me recorrió la espina dorsal. 

Al pasar las semanas y llegar el viernes, volví a ver a la chica que se parecía a Virginia , pero no sabía si era ella. Por lo que había deducido que cada viernes se reunían y hacían la misma operación: Recogia el paquete y el tio ese, desparecía en su coche negro. Y la posible conocida, era engullida de nuevo por las calles y la algarabía. La curiosidad me pudo y decidí que me acercaría al callejón para escuchar, si podía, lo que ocurría. 

Compré una peluca, una chaqueta de esas vaqueras, un vestido veraniego, una cámara de fotos de esas que parecen reales y un mapa. Me cambié en los lavabos y esperé la hora acordada. Y tal y cómo venía siendo habitual, se encontraron y pude oír lo que decían, fingiendo mirar un mapa que era de la agencia de viajes: 

-Mañana, es el gran día. Tendrás que entrar en la cámara acorazada de Balaguer y sacar esa combinación de números. -Mi boca se desencajó al oír el nombre del señor Balaguer. Vale, no era una buena investigadora pero es que ... yo era averiguadora no polícia. 

-Sí, ya lo tengo todo. Nos vemos mañana en el Edificio Torre Luz. -Dijo, ahora sí, pude ver que era Virginia. 

Cuando volví al baño, me cambié y volví a mi puesto de trabajo. Hice mi jornada y volví a mi casa a sopesar aquello que había escuchado y visto. ¿Qué hacía Virginia con ese tío? ¿En qué lío se había metido? tenía su número, pero no sabía cómo abordar la situación. ¿Me presentaba y le decía que la había estado espiando todos estos días? o ¿me lo callaba? Hubo un momento en el que pensé que aquello no me concernía pues Virginia ya tenía la mayoría de edad.Se me encogía el corazón al pensar que alguien tan joven, estuviera metida en un lío. 

Aquella mañana, estaba decidida a hacerme con algún pase VIP para acceder a la cámara acorazada y averiguar todo aquello. Mi curiosidad no me había llevado hasta donde estaba, por nada. Aquel día no vi a Virginia, en el callejón. No se muy bien cómo me las ingenié pero en dos semanas, a base de echar muchas horas nocturnas y de una actitud impecable. Me hicieron VIP, lo que suponía un ascenso y un cambio de despacho además de llaves de todas las salas del gran edificio. Además de acceso a todos los archivos y todos los secretos de la empresa. 

Pude averiguar que Balaguer hacía más de treinta años fue acusado de blanqueo de dinero pero quedó absuelto por falta de pruebas. Fue lo único que pude averiguar porque no sabía donde más buscar. Entonces recordé lo de los números y accedí a todas las cámaras acorazadas con la excusa de que había que hacer una revisión rutinaria y lo que encontré aquella madrugada, fue a una chica joven dentro de esta, con un rostro exactamente igual al mio. Quedé petrificada por un momento. Quise tirarle del cabello y sujetarla para que no se fuera y lo conseguí. Corrí, como pude, con el corazón a mil y me tiré encima de ella cuando le retiré el cabello de la cara, que en realidad era una peluca del mismo tono de mi cabello, moreno, pude fijarme mejor, y me sorprendí: 

-¿Vir-vir -ginia?

-Sí soy yo. - dijo con firmeza, sin ningún pudor que yo hubiera conocido de antes

-¿Qué llevas en la bolsa?

-Esto... yo....

Le quité la bolsa y lo que vi me hizo caer al suelo. ¡Eran rubies rojos!

-Pero ... si eres una niña ... ¿Porqué haces esto? 

-Mira... te lo contaré pero creo que deberías sentarte

-¡Estoy sentada!

-Bueno, Jony y yo, hacíamos llegar paquetes de diamantes a otras editoriales y librerías de alto estading para que pudieran subsistir y cambio teníamos programado hacer los intercambios en Colombia, esta... iba a ser la última vez porque nos iban a dar una gran suma. 

-Por eso te ví estos días en el callejón, ¿verdad ?

-Eh? ¿cómo?- dijo sorprendida

-Sí, te vi intercambiando los paquetes pero Virginia, qué ganas con esto, eres una niña muy lista. ¿En qué te beneficia todo esto?

-Mi padre y mi madre fallecieron hace ya dos años y necesitaba... dinero fácil. No lo entenderías- Dijo con rabia mientras comenzaban a brotarle lágrimas por las mejillas. -Solo quería salir de esta... mierda de miseria. 

-Pero esa no es la solución. 

Oímos un ruido y ella se puso rápidamente la peluca y  yo me levanté, mientras salía escopeteada por la puerta. Augurando que no la volvería a ver. Pero aquello, no era del todo así. 

Fue cierto que no la vi más. Pero la llame tres días después. No podía enfrentarme al imperio de Balaguer pero podía ayudarla.
Hablamos durante horas, todos los días de la semana. Y en el trabajo se rumoreaba que faltaban «archivos secretos» en las cámaras . No hacía falta que me dijeran que aquellas albergaban diamantes de toda clase en las que nadie había caído en la cuenta. Solo los VIP y eran gente muy influyente. ¿Porqué yo había sido contratada? 

Virginia me propuso ,a modo de que me quedara más tranquila, hacer la última transacción en Colombia. Así que viajamos a en avión a más de ocho horas haciendo escala en Portugal. 


Al llegar al la ciudad de Colombia, todo fue muy bien. Pero tuvimos la mala suerte de alojarnos en un hotel de mala muerte en el que el calor era pegajoso además de asfixiante. 
Durante todo el tiempo me pareció que nos vigilaban. Tanto fue así que, cuando llegó el día de la transacción estaba agobiada. Fuimos a tomar algo para relajarnos y al bajar del bus, unos hombres nos secuestraron pidiéndonos los diamantes. 

-¡¿ Qué pasa ?! ¡no llevamos diamantes tendrás que rendirle cuentas a Balaguer.!- aventuro virginia 

- ¡Queremos los diamantes zorras! cantad o será vuestro final. 

-¡Espera un momento! si no llevas diamantes... ¿que es lo que llevas?

Los asaltantes rajaron la bolsa y se desbordó un polvillo blanco: ¡Era droga!
No recordamos qué ocurrió pero aparecimos en medio de la selva ella y yo, ella vestida con un unifome típico de la ciudad y algo desorientadas. Cuando por fin logramos orientarnos nos dimos cuenta que ¡Estábamos en la selva!

Pasamos largo tiempo en el bosque, sobreviviendo cómo podíamos a base de lo que había aprendido en los documentales que en los que había visto en televisión sobre los reportajes de un compañero amigo. 

Ocho semanas después, fuimos encontradas en un estado deplorable y de vuelta a España, con el miedo a que Balaguer, también quisiera hacernos callar, o quien sabe, hacernos desparecer. 

Servicios Sociales querían mandar a un orfanato a Virginia, Así que, Ana García, me hice su tutora legal. Al mismo tiempo que entre la recuperación y el papeleo, nos encargamos de irnos a vivir a Suecia para alejarnos de aquel dramático suceso sin decir nada a nadie, y cambiándonos los nombres, alegando, que yo había sido una mujer maltratada que huía de su ex marido maltratador, buscando una vida mejor para mi hija, mi nueva hija. 

Nunca supimos si Balaguer quedó informado de lo que sucedió pero vivimos muy tranquilas en Suecia desde hace más de cinco años. Y así fue cómo se convertí en madre. Logrando así apartarnos de todos los males que un día nos acecharon.


GRACIAS A TODAS POR LA PARTICIPACIÓN.

©️El Rincón de Keren




Comentarios

  1. Bueno Keren, se podría incluso decir que este relato pudiera servir como embrión de una futura novela. Es un texto lleno de matices y aventuras en distintivas localizaciones. Abordas temas tan importantes como son las relaciones laborales y la corrupción que impera en algunos estamentos de la sociedad. Aunque esté dirigido a chicas creo que la temática es bastante universal y yo he disfrutado con su lectura.
    Saludos!!

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  2. Respuestas
    1. Hola Eli, gracias enormes por pasar por el blog. Celebro que te haya gustado. Saludos!!

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  3. Estupendo relato!!!!.
    Una agradable lectura.
    Un beso.

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    1. Hola, Amalia!!
      Muchas gracias por tu opinión. Me alegra que te haya gustado.
      besos!!

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