Relato: El Descubrimiento

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-EL RINCÓN DE KEREN-


RELATO:

El cielo azulado recorría toda la cordillera y hacía que Valentína quedara ensimismada ante tan hermosas arboledas y arbustos. A veces, solía acercarse a la ventana y allí, ensimismada toda la mañana, y habiendo huido de las tareas que le habían encomendado sus hermanas mayores, imaginaba una vida junto a alguien dando de comer a los perros de caza. Él, tan tonificado, con con tan buena planta, de piel miel,  el cabello rizado y ajeno a la imaginación de la muchacha. Abstraída la  joven, huía todas las asiduas mañanas, a observarle, por mero placer. 

Su hermana Yasmína, la mayor de cuatro, le había ordenado que ahora, con la llegada de la primavera, echara todas las mantas a un baúl en el que la familia guardaba todos los enseres del hogar, tales como alfombras y telas. Le había advertido de lo que ocurriría si no llevaba a cabo la orden de la autoridad, por ser la mayor, pero a Valentína, poco le importaba. Había perdido la noción del tiempo en que se pasaba observando e imaginando cómo se llamaría aquel hombre, cómo sería su vida o dónde viviría y por ahora, le bastaba con observar.

Cada mañana, con la excusa de que las alfombras pesaban mucho, cosa que no era del todo mentira, Valentína escogía una y subía a la parte superior de la casa donde se disponían baúles y recuerdos de la infancia que todas las hermanas huérfanas que habían ido acumulando. Aquel día era más caluroso. Decidió ir en busca de ropajes más frescos, pero antes, haría su cometido: Observar. Allí estaba él, natural cómo siempre. En cambio ella, con el corazón cada vez más agitado, observaba cómo se inclinaba a dar de comer a los animales. Lo que no imagina es que él, se había cerciorado desde hacía ya algún tiempo. En ese momento cuando es cuando este se gira y la saluda haciendo esconderse a la tímida muchacha. con los mofletes hirviendo y los ojos saltones. Se sentía tan avergonzada, que optó por arrastrarse por el desván, hasta llegar a un lugar alejado donde refugiarse de la mirada del pastor.
 Cuando su corazón dejó de latir con tanta fuerza y pudo dignarse a revisar si seguía allí, entre la arboleda, advirtió que este ya no estaba. Para su tranquilidad y fastidio, tuvo que seguir con la tarea que le había encomendado su hermana, pero antes, se detuvo a rebuscar el interior de ellos: Los recuerdos la llenaron de nostalgia. 

Yasmina que ya se olía que su hermana se escaqueaba, comentaba con las demás hermanas lo raro de su tardanza. Entre risas y faenado, Herbah preparó un té para recompensar a la joven Valentína junto con unos pastelítos que hizo Liah, una enamorada de la repostería y así lo demostraban su cuerpo entrado en carne pero con una curvas que la hacían mejor de lo que pudiera parecer con aquel horrible delantal de flores del que se burlaban todas las hermanas. Al fin y al cabo, eran hermanas, y entre familia, ya se sabía. 

Valentína bajó cargada con una caja repleta de vestidos vaporosos con vuelo, lisos, de colores pastel y de todas las tallas. Las hermanas no pudieron resistirse a mirar , investigar y probarse tales ropajes. A todas se les salió una lagrimilla pero después de tantos años, era de alegría:

-Eran de madre... -Dijo Yasmina

-¿Pero cómo es que no habíamos visto estos vestidos nunca?- acusó Herbah 

-Qué preguntas haces Herbah. Pues porque estaban en el desván junto con los uniformes de papá...-Un silencio se instauró en la salita de la casa cuando picaron a la puerta. Valentina fue quien abrió la puerta y se quedó boquiabierta.

-¿Quien es Valentina?- Dijeron todas al tiempo pero esta no podía articular palabra y Liah se acercó rápidamente a pesar de su corpulencia. 

-Hola, mis animales tienen que comer y no he traído comida suficiente hoy. Sería tan amable ...
-...Pase pase, querrá comer también ... 

-¡Liah! ¿qué te he dicho sobre invitar a desconocidos a comer?- Dijo Yasmina y se asomó a la puerta. Ahora eran todas las hermanas las que daban la bienvenida al pastor que Ahora a petición de las hermanas menores, dejaban entrar al hombre para que descansara y comiera algo. 

-Ha de saber que somos unas mujeres trabajadoras, señoras de nuestra casa y de humildes costumbres. Discúlpenos si no podemos ofrecerle algo mejor o más digno. 

-¿A caso me veis cara de príncipe? Lo que me ofrezcáis será de buen gusto. 

Las hermanas quedaron prendadas de el pastor que además de guapo, era educado y amable con todas ellas, pero especialmente con Valentína. 

Rápidamente Liah preparó unas buenas ollas para los animales que procuraron unas cuantas horas más de charla y risas. Hecho que les llevó a que casi oscureciendo, Yasmina, amablemente, le pidiera que se ausentara pues cuatro hermanas no podían estar con un hombre, aquello era una osadía y la gente hablaría en el poblado. Pero no hizo falta que le dijera nada, se despidió con el mismo saludo que Valentina había visto desde el desván y esta vez, ella, no tuvo que imaginar nada. 

Al atardecer todas se arrebujaron en el ventanal para mirar cómo se hacía más y más pequeña la silueta del pastor entre risas y suspiros. Todas. Menos Valentina.   Aquello propició que Yasmina llamara la atención a las otras dos. Pues Una mujer, no debe suspirar por un hombre, y si lo hace, debe hacerlo con disimulo y elegancia. 

A la mañana siguiente Valentina madrugó para hacer unos dulces a sus hermanas y acompañar el té que quedó frío el día anterior en la tetera. Lo puso a calentar y se puso a mirar por la ventana, una vez más, imaginando el rostro del Guapo pastor, al que por cierto, se hacía llamar Yasin. En ese momento, hablando del rey de roma, se acercó a lo lejos hasta llegar a la ventana donde Valentína miraba, esta vez, no se escondió. 

Se saludaron cordialmente, hablaron durante largo y tendido rato , hasta que un olor inundado sus olfatos. Fue tal el olor, que corrieron todas alarmadas, incluído el pastor por si necesitaban ayuda, pero en lugar de un fuego encontraron una humareda que descubrió unos dulces, algo bañados en salsa y que Liah fue la única que se dignó a probar: 

-¡Probádlo! ¡no adivinaríais el gustoso sabor!

Un poco reacios todos los presentes lo probaron y fue cuanto más agradable, dulce al paladar y sabroso. 

Pero antes de que Liah pudiera articular palabra llamaron a la puerta y Yasmina abrió recibiendo una carta de los reyes de palacio.¿Dónde estaba Yasin? Al parecer las reunían a todas a una fiesta en las que se conmemoraba el aniversario del príncipe. 

-¿Pero qué vamos a ofrecer? ¿Qué nos vamos a poner? 

-Qué no se diga que nuestra familia no es trabajadora. Llevaremos este  nuevo descubrimiento. Valentina, ¿recuerdas cómo lo has hecho?

-Pues la verdad... la verdad es que ha sido poro accidente- La cara le ardía de vergüenza en su piel dorada. 

Las hermanas se burlaron pero tenían una semana hasta la llegada del viernes, para elaborar intencionadamente, el dulce y Liah con la ayuda de Valentina harían sus peripecias.  Mientras Yasmina y Herbah cosian y remendaban vestidos viejos para la ocasión. 

El gran día llegó. Se logró acertar la combinación exacta de temperatura y algo menos dulce de aquel pastelito accidental que había resultado tan delicioso. A las cuatro de la tarde eran recogidas las cuatro hermanas en una carruaje. Todas estaban nerviosas pero al mismo tiempo felices y animadas. 

A la llegada, el palacio estaba a rebosar de las familias más distinguidas. Y las hermanas, haciendo honor a los rumores, estaban muy hermosas, todas brillaban por sus vestidos y volantes ataviadas con las mejores telas que su madre, en paz descanse, había reservado hacia ya unos cuantos años atrás a demás de remendados. Pronto fueron convidadas a una sala más privada, pero en esa sala silenciosa solo se observaba una única puerta, solo se hizo llamado a una Valentina que sujetaba los dulces que habían preparado con tanto esfuerzo durante una semana con sus hermanas. 

Tras haber sido llamada, descubrió a un príncipe sentado en una gran mesa alargada repleta de manjares. Sintió algo de vergüenza pero ella recordaba las palabras de su hermana Yasmina y siguió caminando por el largo de la mesa, a su lado, hasta acercarse lo suficiente a él y felicitarle por su décimo séptimo cumpleaños, justo los años que tenía Valentina: 

-¡Pruébelo!, quedara anonadado, ¡es un deleite para el paladar!

-¿Sabe porqué solo vos ha sido llamada a mi? 

-No, no lo sé - dijo mientras observaba cómo desenvolvía el recipiente de madera

-Os he observado... - enmudeció, oberservando ahora , con detenimiento ella a un príncipe que además de aparentar ser alto, moreno, con unos ojos azabache, piel miel y labios finos, no le pareció del todo mal, pero había algo en él, que le resultaba familiar...

-¡Por el Dios! ¿Cómo se llama este dulce tan sabroso?- Ahora se daba cuenta que no habían tenido tiempo de darle un nombre pero rebuscó en su pensamiento y dijo 

-¡Almíbar!

-Es un gran descubrimiento. Deberá pasarme la receta a mi cocinera. Si no es molestia o ... podría cocinarlo usted para mi...

-¿Cómo? siento ser tan directa mi señor pero, ¿cuales son sus intenciones?

-Quiero que seáis mi esposa - fue entonces cuando se dió cuenta que aquel chico tan bien ataviado era... 

-¿Yasin?

-¡En efecto!- Ella rompió a llorar de alegría y fue entonces cuando se declararon amor eterno. 

Después de una charla, vino y la promesa de casarse, Yasin y Valentína, celebraron una gran boda y conmemoraron aquel gran día como el día del Almíbar.




©️El Rincón de Keren 

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