MICRORRELATO: La Cita

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Sentada con el ordenador, entra un mensaje "Bip!". Un vaivén de sonidos y sonrisas se entremezclan para enlazar una cita de la que parece que todo va salir a pedir de boca. 

Ella se arregla, él también. Aunque no sabe muy bien esa forma de decirse "arreglarse" cuando ella estaba más que bien desde lo de su exmarido. Había pasado tanto tiempo que ya no se acordaba ni cómo se besaba. De hecho, quedar para tomar café, era algo que rechazaba a toda costa pues, de un chat, ¿qué se puede esperar? 

Quedan y las miradas se encuentran. La conversación va viento en popa, pero este se ha pasado media hora hablando de trabajo y no sabe como salir. No la deja hablar apenas. Con el alma aburrida y hasta con ganas de tomarse un vino, a ver si así recupera la calma de al principio, vuelve a casa pensando que ha sido una pérdida de tiempo, que no encontrará a nadie que tenga todo aquello que ella busca. En un primer momento se viene a bajo, hasta que se mira al espejo, se inspecciona el rostro, se mira la figura y acaricia el cabello. Coge de nuevo el móvil, y comienza a escribir a todos los hombres que parecen ser potenciales novios. Aquella semana tenia cinco citas y todas en el mismo bar, en el bar de siempre: Donde el Toni. No sabía qué cara poner al ver que iban a verle con cientos de hombres y todos distintos. Lo de que una mujer lo lleva peor a la hora de quedar con tantos, era algo evidente. Se lio la manta a la cabeza y se dijo "¡Al diablo! van hablar mal de mi hasta por ser monja" 

La ronda pasaba por el piropeador, el citador, el refranero, el optimista y por último el pesimista o el alardeador. Todos con un único objetivo: Irse a la cama una noche con la manta y televisión: Los rechazo a todos. 

Dos meses después llegando a la entrada de su vida y quedándose siempre en el recibidor de las conversaciones asaltó un nuevo mensaje: 

"Tú, yo y Netflix. ¿Qué te parece? (Foto picante insertada)"

Ella sabía a qué se refería pero como llevaba más de dos meses sin un poco de amor y no era de piedra, escogió su mejor falda, un una camiseta y se llevó la bolsa de deporte a punto de preservativos a rebosar, y todo lo necesario para volver al día siguiente. Cuando estaba en el recibidor de su casa, se miro en el espejo y se dijo "¡Como vas a disfrutar, cabrona!".


REFLEXIÓN
Para los que estáis leyendo: ¿Qué encontrais en este texto con respecto a la libertad? ¿Creéis que todas las mujeres pueden llegar a tal nivel de liberación? (Sean de la raza que sean)

Desde mi punto de vista y experiencia. No es lo mismo para una mujer negra acudir a "La cita" sin que ya haya un pensamiento prejuzgado de antemano. Corremos el riesgo de ser catalogadas de "Bombas sexuales". Por decirlo así, unas 'cracs' del sexo. No es sexy decir que una mujer es sexy sobre todo por que ya sabemos de qué viene precedido: Sexo. 

Entonces, nos encontramos ante el desafío de ser eso que esperan de nosotras. Ser las facilonas. Con el aliciente mal añadido del exótismo mal gestionado (aunque yo creo que una persona no debería ser exótica solo por su raza o simplemente por parecer extranjera y colmo, por ser una mujer atractiva) 

Corremos el riesgo de ser eso que la curiosidad les invade o que nos llamen promiscuas, pasando por el típico "amargada" si cumplimos las expectativas que ellos tienen en su cabeza. 

¿Qué opinais?

©️El Rincón de Keren

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