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Acostumbrada a vagar por las espesas llanuras donde se fundían árboles con vegetación, animales con la escasa población que habitaba de estrecho a estrecho del lago. Kiran, había crecido -Igual que su hermana- entre lobos, ciervos y toros. El reino animal, vivía en una paz que solo ellas conocían debido a la poca mano del hombre en los bosques más lejanos; allá donde los forasteros, no querían llegar debido a extensa vegetación que dificultaba el paso para alguien quien no estaba acostumbrado a deambular por allí. Ahora le venía a la memoria, cómo un rayo de luz- Así cómo el significado de su nombre- el llamado de su madre, con aquellas palabras que cada vez que las recordaba se unían a las pesadillas que desde hacía ya dos años, inundaban los pensamientos y los oníricos de la niña que iba creciendo pero con un pesar : "No os alejéis del río si os perdéis".
Todas las mañanas Kiran, cogía su arco de flechas y su machete. Iban a cazar, y volvían a su hogar con el calor de la leña con el que les recibía su madre cuando ella se quedaba a preparar cosas del día. Lo normal era que fueran todas juntas a cazar pero a la edad de diez años ya eran lo suficientemente mayores cómo para que lo hicieran solas. Así que las dos hermanas iban juntas a cazar, sobre todo, bisontes con los que hacer ropa, con los que resguardarse del frío y otras para tejer tela con la que cubrir lugares de la casa. Además, también hacían gorros para cubrir el la cabeza debido a las fuertes heladas y bufandas con las que resguardarse de ese fuerte frío. No era raro que en ocasiones vistieran ropas de las grandes ciudades, donde la vida era más moderna. Aquello fue cuando eran más pequeñas y su padre vivía, pero con la muerte del progenitor, su madre quería inculcarles las costumbres de su familia, y una de ellas era cazar y tejer.
Si algo caracterizaba a su hermana pequeña, Kiro, era lo apaciguada y lo espiritual con respecto a la creencias que les envolvían. Kiran, siempre decía que era un alma libre que nada ni nadie la haría cambiar su forma de ver la armoniosidad de la tierra y el mundo animal. Siempre recordarían aquel suceso en el que a los alrededores de la cabaña, un bisonte se acercó a ella mientras jugaba con un pañuelo que solía usar su padre- en paz descanse- ; para encontrarse con la estampa del animal, agachando sus cuernos cómo en señal de reverencia. Su madre y Kiran, <<Rayo de luz>>, sabían que Kiro emanaba la paz sosegada que los animales anhelaban y cómo si de un amigo se tratara, el animal con toda su majestuosidad, se echaba en el suelo, y esta le acariciaba. Pronto acudiría al recinto todas las primaveras e irían creciendo al compás de los años al unísono, así cómo creció una fuerte amistad.
Fue entonces cuando su madre advirtió que aquello, estuvo bien mientras era niña, pues aquel amigo, se podía convertir en comida antes o después. Era necesario cortar de raíz aquella amistad platónica. Y se encargó de que, entendiera que en el ciclo de la cadena alimenticia, los animales sirven para saciar el hambre y le hizo entender que lo que había sentido todos aquellos años, no eran en vano, pues al sacrificarlo, se reunieron en una hoguera y rezaron unas palabras que solo ellas conocían, que venían a decir algo así cómo que "de la tierra venimos y en nuestro seno ha estado pero te honramos en nuestra memoria para que des alimento a aquellos que te han querido"
Aunque, Kiro entendía el mensaje de la reunión en la hoguera, sentía cierto recelo con la actitud de su madre - y quizás por ello- nunca más volvió a tener ningún animal cómo mascota.
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Las lluvías llegaron a la llanura, y con el tiempo la primavera. Ahora se podía ver el trigo cómo había calado de lleno dejando entrever las distintas flores por sus alrededores, las montañas a lo lejos, y el aire cálido que poco a poco se había instaurado en el ambiente. Aquellas jornadas las dedicaban a herar trigo, con el no solo podían hacer pan, sino que también podían hacer bizcochos con frutos y bayas. Además en cierto punto de la primavera, dejarían secar el trigo e incluso le añadirían fuego para que ,naturalmente, creciera en su lugar nuevo cultivo.
Sin embargo el atardecer se convitió en noche y el cielo, que ahora se teñía de un claro azul marino para dejar paso a las hermanas de la noche, vislumbraban una luz que no reconocían. Por otro lado, los visitantes lo tuvieron claro. Kiran lo recuerda cómo si fuera ayer, aquel artefacto, succionó el triciclo que su padre había adquirido hacía tiempo para Kiro y poco después se llevó a su hermana en un ataque de gritos incesante en vano. No se la devolvieron, sino todo lo contrario, nunca más volvería a verla. Con ella, se llevó la alegría, la gracia de la naturaleza, el amor que emanaba por la vida en la llanura y las lágrimas que hoy derraman al ver un bisonte, son de rabia. ¿Pero que era aquel objeto? ¿Qué querían de su hermana?
A menudo Kiran, se pregunta si no hubiera sido mejor que se la llevaran a ella, pues era tan pequeña... por otro lado, conservaba los valores de la vida mejor que nadie. Conocía mejor que nadie la fauna, cazaba muy bien y además, era muy fuerte. Kiran, se consoló pensando que, quizás por esas cualidades - y no por lo malo que pudiera pensar y llegar a su mente- su hermana era especial. Por lo que pensó para sus adentros que, si aquel objeto se llevó a su hermana de sus vidas, sería para algo mejor.
Es posible que el positivismo de aquella familia desmembrada y arrancada del seno a dos almas que eran tan importantes para ellas estuviera siendo demasiado, pero mientras estuvieron guardándoles el luto, las tierras habían dejado de dar frutos, los animales no aparecían, las noches y los inviernos eran más fríos, y el verano sofocante, solamente cuando por fin comprendieron que era parte del ciclo, la pérdida y que cosas nuevas iban a sucederles, brotaron cual maravillosas rosas, el agua estaba más cristalina, el trigo creció fuerte y los animales rebosaban hermosos en el prado. La abundancia fue con ellas de la manera más maravillosa que pudieran imaginar; pensando que, allá donde estuvieran, ellos dos, les estaban protegiendo y dando buen augurio.
En los oníricos de Kiran, un rayo de luz se alzó sobre la llanura, despertando al reino animal, los pájaros emiten su canto, los bisontes comen complacientes, los peces campan a sus anchas y hay comida suficiente para toda la temporada, pero no es un sueño, aquel atardecer tumbada en la hierba, ha vislumbrado, -Cómo si de un espejísmo se tratara- la figura de Kiro y de su madre en el momento de ir a cazar cómo el preciocísimo paisaje que es el de la familia. Nunca más volverá a verla, pero sabe que estará en todo lo que le rodea a ella y su padre.
©️El Rincón de Keren
Hola, Keren.
ResponderEliminarUn relato que calificaría como espiritual en su esencia. La Naturaleza, la familia y los propios hechos narrados trascienden como un todo. Eso es en definitiva ese ciclo de la vida con el qué titulas el texto.
Un gusto leerte una vez más.
Abrazos!
Gracias Miguel, me alegra que te haya gustado. Un saludo y un abrazo.
Eliminar¿Qué habrá más allá de nuestras cabezas, de los cielos, de la propia vida? Solo puede ser algo que viva en armonía con el propio fluir de la vida, que comprenda el ciclo natural de todas las cosas y pueda intervenir sin romperlo, o siendo parte de ello. Admiro estas culturas tan vinculadas a la tierra y conocedoras de su entorno, por su comprensión de aquello que se ve, de lo que no se ve, y como establece un respecto con todo ello.
ResponderEliminarGenial relato que toca de manera especial los vínculos con los nuestros, con nuestras raíces, con tantas cosas. Me ha encantado.
Hola T.A.Llopis,
EliminarEs sobre todo el respeto hacia lo que no conocemos, la aceptación de lo que no entendemos y los vínculos espirituales que nos conectan con la naturaleza. Las costumbres, nos apegan más a nuestra forma de ser y vida, porque para conocernos en algunas culturas echan mano de ella.
La importancia de respetar lo que nos rodea es algo que no es fácil, cuando el hombre, ha echado mano a todas las partes del planeta: sea fauna, vegetación, cultura, costumbres o religión.
No es fácil, estar en armonia. Es algo que se aprende con el tiempo en occidente, otras culturas lo han llevado a otro nivel, y lo llevan inculcado desde que nacieron, me hace pensar en China o japón.
Me alegra mucho que te haya gustado. Un saludo y un abrazo.
Una reflexión profunda en forma de relato sobre la vida, la naturaleza y la esencia misma de la existencia. Me ha gustado mucho. ¡Un saludo desde la Buhardilla de Tristán!
ResponderEliminarMe alegra mucho que te haya gustado, Javier. Un saludo y gracias por pasarte por mi blog.
EliminarHola, Keren. Cada vez que te visito me sorprendes con un nuevo relato. Envidio tu capacidad creativa, maravillosa. Y siempre tus letras nos remueven por dentro.
ResponderEliminarBesos y gracias.
¡¡Hola, Carmen!!
EliminarEs de una de esas veces que se da la inspiración, me gusta y lo disfruto mucho, y si encima te ha gustado, pues mucho mejor.
Besos y abrazos!! (De nada)