Los latidos del corazón,
Mi cerebro, mis ojos, mis manos, mis pies, mi cuerpo en general…
Aúlla de una forma incontrolable,
Cuando la esperanza se pierde,
Éste piensa,
Y en su cerebro como candil,
Surgirán las primeras batallas.
¿Qué es lo que debería?
¿Qué no debería?
Ahora mi cuerpo cansado,
Yace en una camilla,
Con sus males corporales,
Punzantes y otros desgarrantes,
Mi corazón retumba,
Como si en cualquier momento
Fuera a salirse y a rebelarse.
¿Qué debería?
¿Qué no he hecho bien?
La duda resurge otra vez en mis sentidos y
Esta vez,
El candil reluce
Como luz que habré paso a lo nuevo
En medio de la noche.
¿Seré merecedora de esa paz que se está apoderando de mi ahora?
Solo puedo sentir inmensidad,
Los lazos que se unían entre lo que debería y
Lo que no ,
Desvanecen con la luz que ilumina la habitación.
Merecedora o no,
Luchare por el buen por venir.