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Fue un día cualquiera, como otro cualquiera, quizás con algo de azul, y un poco del blanco del cielo ese tan endulzado. Los días en aquella casa saltaban de día en día como churros debido a la cháchara en las conversaciones más sencillas. Aquel hombre, cuyo nombre no recuerdo. Se le notaba que había tenido una vida dura, pero llena de sucesos dignos de ser relatos y puesto que el día los ahogábamos a golpe de limonada, mientras el sol hacia su función, comenzaba los días caminando de un lado a otro, por aquel jardín algo descuidado. El hombre, algo ya mayor, avivaba sus piernas de ese modo. Ahora que sus piernas no eran las de antes los paseos eran más cortos pero intensos, puede que algo torpes pero con convicción.
No era un hombre cariñoso, sino tosco, algo cascarrabias, también tozudo, pero sabía calar a las personas con su vista de águila, sus palabras unas veces tajantes, otras punzantes pero que sin embargo, debajo de esa capa malhumorada, se escondía un corazón amable, curioso, noble y de palabra.
Solía relatar la vida de su juventud, con una mujer en cada puerto y los amores de su vida pasada, comenzábamos la tarde. El narraba con deleite, mientras yo me sumergía en la Andalucía más antigua, con sus costumbres, los dichos más propios y con la insistente corrección del abuelo que no se despistaba ni un segundo de si prestaba atención o no. Aunque a veces le atosigaba a preguntas, con la excusa de hacer como que ya debería de saberlo, me lo volvía a explicar, cada vez con más lujo de detalle. Podía imaginar la vida de un hombre, pero también la dura vida de una mujer de por aquel entonces. Aunque quería mostrarse machista, en ningún momento mostró tal cosa hacia a mí. Todo lo contrario, me animaba a estudiar, a formarme, a tener un buen por venir, creo que creía en la igualdad pero que las costumbres del pasado le obligaban a aparentar lo contrario.
Que de tardes pasábamos en el porche hablando, de la ciudad, de la gente, de la historia, de los trabajos… Y es verdad lo que dicen que…
<<El que quiera saber, que se compre un viejo>>
Hola Keren, una entrada con convicciones e inteligente. Personalmente hablo mucho con los mayores, y aprendo bastante escuchando de ellos. Bueno en realidad también se puede aprender de un o una joven de 18 años, pero el plus de la experiencia es algo que da un punto de vista muy interesante. Un saludo Keren y buena semana.
ResponderEliminarefectivamente, estoy contigo al cien por cien, se aprende el doble y además ayudas a que la persona, no se sienta tan sola. Por aquí los vecinos ya se ponen en ésta barriada en la puerta por la tarde a sentir la brisa de la tarde de las 20:00h
Eliminarefectivamente, estoy contigo al cien por cien, se aprende el doble y además ayudas a que la persona, no se sienta tan sola. Por aquí los vecinos ya se ponen en ésta barriada en la puerta por la tarde a sentir la brisa de la tarde de las 20:00h
EliminarLa gente mayor puede darnos una visión de la vida muy diferente a la nuestra, están llenos de experiencias y a veces los jóvenes no las valoran. A mí me encantaba hablar con mi abuelo, me contaba muchas de sus "batallitas" y como explicas, siempre me animaba a hacer cosas.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu post, es entrañable y dulce.
Besitos!!
¡Hola Maria!
EliminarMe enorgullece que te haya gustado tanto. Eso significa que voy por el buen camino. jeje! Yo por desgracia, no he podido disfrutar mucho de mis abuelos maternos, pero gracias a ésta experiencia, fue como tenerlos presentes en otra forma y ciudad. Un saludo y gracias por pasarte!
Muy bueno Keren, saludos!!!
ResponderEliminargracias Eli, Un saludo!!
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