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RELATO:
Tras las cortinas un sol comenzaba su alumbrado a la ciudad
y con ellos, los treinta alumnos del orfanato donde se encontraban Clara y Juan.
Era una suerte que el orfanato fuera mixto. Pues hasta donde
sabían, durante los años anteriores a la llegada de los jóvenes, se había
prohibido la entrada de niñas por la creencia de que esto ocasionaba una distracción
para el alumno. Pero algunos investigadores, habían puesto en clave que era
beneficioso, un estímulo, vital para la relación de los jóvenes para con la vida y
para el desarrollo del ser humano, como seres que se relacionan pero, el
orfanato seguía limitando las aulas, las escogía de un único sexo en cada aula. Con
los años el protocolo cambiaría y se harían mixtas.
El profesorado, era muy estricto y muchos desistían en
hacer caso al profesor que mandaba innumerables. Deberes de hecho, Clara, era de
las que pensaba que el buen profesor, era el que mandaba deberes a casa y luego resolvía
las dudas del alumnado. Clara, era muy aplicada, muy participativa en clase y casi
no le costaba sacar buena nota. Pero Juan, era otra cosa. Tenía que esforzarse
mucho y le costaba horrores poder sacar un ocho en matemáticas o el filosofía.
Se las veía y se las deseaba para complacer ese ego estudiantil y exigencia por
parte de los profesores. Aquello había sucedido desde siempre, pero desde hacía tiempo llevaba sucediendo que un profesor se la tenía jurada: Le sacaba a la pizarra,
le preguntaba siempre a él y siempre les hacía exámenes sorpresa. Aquello le
había llevado a Juan a retraerse, y mientras sucedía, tuvo que aumentar sus horas
de estudio. La buena amistad entre Clara y Juan, hacían que uno dedicara más
atención a lo que el otro se le daba mejor y se copiaran en hábitos adquiridos
propios. Hecho que propició, una rivalidad notoria.
En cierta ocasión Don Federíco había propuesto una redacción
en la clase de historia de diez páginas sobre algún hecho histórico que les hubiera
llamado la atención. Debían exponer los sucesos , los hechos y concluir con un análisis
de la época. Hecho, que hizo enojar a los jóvenes alumnos por llevar una semana,
soportando deberes de gran envergadura para tan poco tiempo. Juan, ese día
sabía que le tocaría exponer frente a la clase, tal y cómo había hecho hasta el
momento, la redacción ante sus compañeros y ello le había hecho no dormir,
pasar noches en vela y no comer apenas. Y todo por un profesor que les hartaba
de faena y luego se deleitaba sacando defectos:
-A ver Juan, salga a exponer su redacción.
Juan salió tembloroso a la pizarra y lo hizo lo mejor que supo
y pudo, su voz entrecortada dejaba a entre ver el miedo instaurado en sus
carnes, en su corta vida. Y este, se había dado cuenta. Olía el miedo, se hacia
visible y lo exponía a la clase. Fue entonces en una retahíla de correcciones
Juan se quedó bloqueado por la sarta de insultos sinuosos que en resumidas
cuentas decían que había hecho un trabajo, nefasto. Juan, cerro los puño, apretó
los dientes y se quejó al profesor alegando que : le tenía manía.
En los siguientes días, Clara intentó animarle pero se había
dado a dejar asistir a las clases de Don Fede, y cuando le preguntaban a la
chica, ella respondía que no sabía donde podía estar su amigo.
Juan, primero faltó a la clase de historia y pronto dejó de asistir
a todas las clases alegando estar enfermo. Obviamente, era mentira, y su amiga,
lo sabía. El chico se quedaba postrado en la cama dejando pasar los días , las
horas y los minutos. Hasta que, harta de que su amigo no diera la cara y le
preguntaran siempre a ella primero le preguntó:
- ¿Por qué no asistes a clase?
- Porque yo… no soy tan listo cómo tú. Y ¿has visto a Fede?
Me tiene manía. Todos me odian y me ridiculizan y me las hacen pasar canutas para
que no apruebe. No soy buen estudiante, ¿para qué voy a seguir intentándolo? Ya
tienen lo que quieren, que lo deje, que me de por vencido.
Entonces, Clara, se apartó su mechón rizado mientras la luz
de la lampara rociaba su piel negra, iluminaba sus ojos castaños y la sombra
inundara los espacios de la biblioteca. En un sobresaltado y llena de rabia le
espetó:
- -¿Tu me has visto? – Juan no comprendía lo que
quería decir pero prosiguió- En un mundo donde la mujer es un cero a la izquierda,
donde a los negros se les tiene en minoría, tengo que demostrar todos los días
de que pasta estoy hecha. ¿Me has oído quejarme alguna vez? No te hagas el
ofendido. No hay una guerra contra ti, a ti lo que te pasa es que no quieres
luchar, te has rendido. Y te aseguro que el mundo ahí fuera es mucho más duro
que en una aula. ¡Lucha joder!
Juan sintió vergüenza, rabia,
ira. Pero sobre todo, admiración hacia su amiga. Aquella noche en la biblioteca,
cuando Clara se fue, reflexionó, escogió libros para leer y cuando llegó a la
conclusión acertada, pidió a su compañero de habitación que le pasara los
apuntes atrasados, todos los deberes anteriores, trabajos que no había hecho y
se dijo que, no iba a defraudar a su amiga, pero sobre todo, por el misterioso
mundo que algún día, tendría que cargar.
©️El Rincón de Keren
De alguna manera el colegio es un campo de pruebas para lo que luego será la vida laboral. Pienso que el principio de autoridad, y la disciplina es fundamental para luego desarrollarse en la vida. E incluso el aceptar las injusticias de algunos maestros, y tratar de darle la vuelta mediante resultados irrefutables entra en ese juego. Por otro lado, es incomprensible que hoy en día se siga segregando por sexo en las aulas de algunos colegios privados, y encima se pague con subvenciones públicas.
ResponderEliminarMuy buen Keren; un relato que abre muchos debates e interpela directamente al lector.
Saludos y buena semana.
Hola Miguel,
EliminarSiento el retraso.
De hecho el buen alumno no son unos cuantos creo que todos lo somos en la medida en la que nos dediquemos y nos esforcemos. Repercute en nuestros primeros años de vida, por que así nos lo imponen pero creo es el recordatorio para continuar y seguir una línea.
Gracias por tus impresiones.
Y es que en el fondo ser estudiante es una profesión,... en la que debes rendir como si de un trabajo se tratara. Bonito y aleccionador relato Keren!
ResponderEliminarCreo que como ya le he dicho a Miguel, somos los capitanes de nuestro esfuerzo, a veces cuesta, pero el esfuerzo se ve recompensado. Tan solo hay ponerle ganas a todo y pasión obviamente, estudiar algo que no te gusta, no motivará a continuar. Por tanto sigamos nuestras pasiones. Saludos y gracias por la vistilla!!
EliminarEfectivamente, la vida es un continuo aprendizaje y no siempre salen bien las cosas, pero hay que seguir luchando. Un saludo.
ResponderEliminarHola María,
EliminarBienvenida al blog El Rincón de Keren.
Efectivamente, a menudo creemos que libramos unicamente nostros una batalla interna cuando caminamos en masa y acudimos asiduamente a un lugar pero cierto es que lejos de ver que hay favoritismos o privilegios, hay que luchar. Siempre hay que dar el cien por cien.
Gracias por pasarte.
Nos vamos viendo.
Saludos!!