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Aquello no podía ser posible, Linda había salido corriendo y no había dejado nada entre ver respecto al tema, y David, que no estaba conforme, no podía hacer nada al respecto, excepto salir corriendo tras ella: y eso hizo.
Linda saló escopeteada por la puerta con el bolso bajo el hombro con tan buena suerte que el tranvía hacía su recorrido por el lugar en ese momento, así que lo tomó sin mirar atrás, sin mediar una despedida. No mirando, no haciendo nada y David solo podía ver cómo se alejaba el tranvía ya que en aquel momento un grupo de jóvenes se había apelotonado justo en la entrada del local impidiendo la huida de la muchacha.
“Lo que ella tiene es miedo. Miedo, a ser amada” se decía una y otra vez. Pero el corazón no parecía tener coordinación con el cerebro. Entonces, ¿porqué huía?
Las calles se volvieron de pronto más amplias, laberínticas, demasiado espaciosas cómo para peinarlas en busca de una muchacha que se escondía de él. Y nada podía hacer excepto llamar reiteradas veces por teléfono y con suerte, esperar a que le devolviera la llamada.
De vuelta al hotel, David, pidió que le subieran al dormitorio un café solo. Se pasaría la tarde intentando localizar a aquella chica, que le había dado la espalda y, con un poco de suerte, todo se arreglaría y volverían a pasear por las calles de la grande ciudad sureña para acomodarse a los caprichos del amor.
Después de colgar, unos minutos después, picaron a la puerta. Hecho que le sorprendió al joven pero cómo tan solo había pedido un café y estaba en un hotel, bien podía ser la camarera de piso o algún hecho sin importancia. Pero al abrir la puerta, uno hombres encapuchados irrumpieron sin que pudiera tan siquiera hablar. Le pusieron una bolsa en la cabeza, lo ataron de manos y piernas, y su mundo se tornó en cuestión de segundos, oscuro:
-¡Soltadme cabrones! ¡Soltadme cabrones!- espetaba David pero le propinaron un golpe seco en la cabeza que lo hizo permanecer inconsciente un buen rato.
Linda, lloraba por las calles con una carpeta y una nota en la mano. Un maleta y el sonido del teléfono que daba la señal, que emitía varios bips, hasta sonar un hilo de voz que le preguntaba si tenia todo. Ella responde que sí y media hora después, le dan unas indicaciones para que acuda a la catedral de la ciudad. Lugar donde se encontrará con el interlocutor al otro lado del teléfono.
La muchacha ha atravesado todas las calles a pie, y está ahora tomando una cerveza esperando a su cita pero la cita es puntual, pues siente una mano fría en su hombro y un vaho que se extiende por el relente de la noche que se arrecia acusando que la noche va a ser aun más fría:
- -¿Lo tienes?- Linda entrega la carpeta
- - Aquí no está todo. Sabes que queremos más, o el chico tendrá que morir.
- - ¡Vamos! He hecho todo lo que me habéis pedido. Flirtee con el en la discoteca, conseguí que se fijara en mi, confió tanto en mi cómo para darme los números de cuenta de su padre y el suyo. El chico está limpio…
- -Sabes que no podemos cometer errores. Además, es muy raro que posea tanto tanto dinero para poseer una carnicería…
- -¡Las cosas claras!
- -Y el chocolate espeso Linda, el chico esconde algo.
- -Vamos… es buen tio, no me hagas esto… se está pillando de mi y no creo que esté metido en nada malo.
- -Eso es lo que tienes que averiguar. Está en la iglesia le hemos retenido allí. Emplea tus mejores armas.
- - ¡Jefe! Es demasiado, dimito
- -¿Te estas implicando emocionalmente?
- -No. Es solo que el pobre chico está sufriendo.
- -Está bien. Quedas relegada del caso. Encontraremos a alguien con más… agallas.
.
- - Esto no es justo, y lo sabe...
- -La vida no es justa Linda
El jefe desaparece en la penumbra y Linda se dirige a la Catedral a toda prisa sin acabarse la la copa. El pobre chico está tirado bajo el altar cómo si fuera una ofrenda y con una bolsa en la cabeza. Ella le libra de su visión nocturna y descubre su boca amordazada así cómo sus manos y sus piernas. Está inconsciente.
El chico va recobrando el aliento, mientras ella, le da suaves golpes en las mejillas. Y al fin, comienza a dar señales de vida:
-¿Qué me ha pasado? ¿Linda? ¿Eres tú?...
- Sí, David… escúchame tenemos que irnos de aquí pero por el camino te cuento todo.
- ¿Qué ocurre? Tiene algo que ver con lo que ha pasado esta tarde? ¿Porqué te has ido corriendo?
-¡Sígueme! No puedo contarte todo pero prometo explicarte lo que me sea posible.
Los dos salen corriendo de la Catedral y se dirigen en coche hacia el Hotel de David ya que insiste en recoger sus cosas. Linda le cuenta parte de lo que sabe :
- -… Por eso, es muy importante que me cuentes todo lo que sabes acerca de las cuentas de tu padre.
- - ¿Las cuentas de mi padre? Bueno, se que trafica con vacunas. Pero te aseguro que ningún animal ha sufrido ningún daño. De eso, me ocupé yo mismo personalmente…
- - ¿Cómo puedes estar tan seguro, David?
Linda saca unas fotografías de su móvil de unos animales de granja que triplican su tamaño y producen más de lo que harán cualquier animal usual en la vida campestre:
- -Te prometo que mi padre no es el responsable.
- -¿Estás seguro?
Un ruido en el pasillo les obliga a esconderse sigilosamnte detrás de la puerta del baño. Aquellos matones habían vuelto al hotel. Pero no encontraron nada y se fueron rabiosos. Por suerte o por desgracia, no les encontraron:
- -Te dije que era demasiado peligroso volver al hotel.
El miedo envolvió a David en un estado taciturno y solemne:
- -Linda, ¿tu me quieres? – Sorprendida por la pregunta , le cogio de la mano y le dijo
- - La verdad es que me importas lo suficiente cómo para que no te pase nada.
- -No he sido del todo sincero contigo. ¿Estarías dispuesta a dejarlo todo e irte de aquí?
- -¿Qué quieres decir?
- -¿Empezarías de cero conmigo?
Un vuelo a Santo Domingo, custodia las primeras horas en la terminal. Mientras Linda y David suben con sus maletas facturadas.
En algún lugar del sur de España…
- -Aquí está lo que estábamos esperando desde hace tiempo. Los informes jefe.¡ No se lo va a creer! – el Inspector mira los informes de cabo a rabo y vocifera
- - ¡Será hijo de puta! El chico blanqueaba el dinero que su padre conseguía de las cárnicas y el que en realidad traficaba con las vacunas era él. Tenemos que coger a ese cabrón. No debimos fiarnos de Linda. Quiero unas patrullas ahora mismo en el hotel.
- - ¡Jefe! Me comunican que han salido del País en un vuelo internacional. No tenemos jurisdicción fuera de España…
Mientras tanto, dos manos se unen en el reposabrazos de la primera clase. Un margarita, un masaje, una revista y un fajo de billetes, auguran una vida llena de lujos para Linda y David.
©️El Rincón de Keren
Precioso relato par comenzar la semana. Como siempre un placer leerte Kerem. Un beso
ResponderEliminarGracias Vincesi. Me me ensancha la alegría que te guste. Besos!!
EliminarBuena incursión en los terrenos del género negro-criminal como le gusta llamarlo a David Rubio. No recuerdo ahora mismo haberte leído nada en este género y la verdad es que te ha quedado un texto muy profesional, y con final feliz.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es cierto, hasta ahora no me había atrevido a hacerlo. Quizá porque quería seguir leyendo más acerca del tema.
EliminarMe alegra que te haya gustado.
Es un interesante y buen relato.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias Amalia.
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