Cuento de navidad (I)

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CON LOS FESTEJOS YA ENCIMA UN FRIO QUE VIENE Y VA, HAY QUE INYECTARSE ESAS NAVIDADES DE ANTAÑO DE LAS QUE NOS GUSTAN. 

FAMILIA Y NIÑOS, 
HISTORIAS Y DULCES... 

ESPERO QUE DISFRUTÉIS DE ESTE CUENTO 
TANTO COMO ME HA GUSTADO A MI CREARLO. 

¡¡FELICES FIESTAS !!



( I )





Aurora cogió el bastón y lo guardó dentro del armario. 

Treinta años pasaron desde que Elia se casó y formó su familia. Con cada primavera - desde las tres últimas de la época - Elia, hija menor, había tenido una niña, en las que los posteriores más tardíos dio a luz a dos niños. Pero ahora,  el recuerdo se hacia presente en aquellos inicios de fiestas en los que Karla, Riuben y Cristoph jugaban cerca de los adornos de navidad y de la chimenea. Llenaban  la casa  de una jubilosa sensación de dicha, entre sonrisa, juego, padres, familia, correteos y dulces, no podía evitar pensar que habían quedado marcados los años  durante muchas fiestas reunidos.

  Aurora recordaba que aquella noche buena de entonces, Karla ya cumplía sus diez y siete años y sin embargo Riuben y Christoph, con algo menos de edad, ya pedían cosas. 

En casa de Aurora, la abuela, siempre hacían caso a todo. Sobre todo, cuando con ese zumo de uva , polvorones y mantas; a la luz de la alumbre, les contaba aquella historia que decía así: 

"Joana siempre  había preferido el invierno. Era más costoso, el fuego ardía con pereza, pero la comida sabía más sabrosa después de un día de trabajo. A pesar de que le prohibieran ir al colegio; aunque tuviera terminantemente prohibido ocupar los espacios comunes con la familia  política, acudir a ceremonias, estar presente cuando una visita acudía o hablar con entusiasmo o cantar. 
Pero ella, que era más lista que un zorro. Aprovechaba los momentos en los que la familia se iba de festejos para cantar mientras limpiaba, acudir a casa del librero, hablar de libros fantásticos con todo el entusiasmo que quería o sentarse en el sofá de su casa tanto cómo el entusiasmo y la eufória se lo permitiera en un cuerpo que pronto cumpliría veinte y tantos. 

Pepe, aquel día le contó que el libro que le había entregado - y que ella también había leído- , en el, existían las hadas y estaban más cerca de lo que ella imaginaba. Pero para ser más exactos: Las que estaban cerca, eran las brujas. 

Joana, boquiabierta y dubitativa, piensa un instante en lo que el librero le ha dicho, pega un respingo  y esta le de da un beso en la mejilla del viejo. Aquel hombre estaba muy mayor ya y la magia, que según aseguraba el propio lector empedernido, creía que era el modo de vida de todo ser viviente. Joana, pensó que la cabeza le estaba causando estragos. Por eso y porque vivia muy solo, le miro de  un modo cariñoso, y le apostillo otro beso en la mejilla. Mientras se despedía ese mediodia le dijo:

- Deberías tomarte unas vacaciones largas, tío Pepe. 

Este se rascaba la nariz y undia la cabeza en el interior de la trastienda para cerrar pronto y marcharse a dormir. Bien lo sabía la joven que se hacía mayor, que pronto ya no estaría entre ellos y la idea, le aterraba; no solo porque era su único amigo, sino porque había sido el padre que nunca tuvo. Ya que este se marcho de misión al ejercito y llegaría en navidad de permiso. 

Llegó a la casa e hizo todo lo que su madrastra no le permitía hacer. Luego , cuando todo estuvo dispuesto y limpio; cuando ya  tuvo suficiente, se retiró a su habitación. Unos instantes más tarde, llegaban cansadas pero cacareando sobre una nueva, madre y hermanas. Gert y Giulia estaban entusiasmadas. La joven, se acercó para averiguar algo más. Al parecer, todo aquel que quisiera estaba invitado a una gran fiesta: Nobleza y plebeyos. 

Aquello alentó a la muchacha en demasía. De hecho, su fulgor se podía notar . Ese entusiasmo era tan obvio, ese prohibido, que salió a relucir en alegría. Sus ojos parecían luceros al hablar sobre aquel evento y fue tan evidente para las hermanastras, incluida la madre, que no tardaron en intentar deshacerse de ella, porque a ellas, les molestaba su felicidad.

Iba a ser confinada con la familia más cercana, pero debido los grandes esfuerzo de Pepe, el librero, en que la niña no se sintiera enjaulada, para suerte de Joana, quedó en un guiño de ojo con la excusa de que aprendería las labores del hogar estando en una familia numerosa de la que le habían hablado muy bien. Eran muy respetados en la zona. 

Lo que no imaginarían nunca la familia de la joven, si se le podía llamar así,   es que fueron los días más felices de su vida; pues podía hacer todo lo que ella quería, incluido estudiar, hacer amigos de su edad, sin olvidar la armonía de cuidar el hogar y la naturaleza. Joana pensó que fue cómo un regalo y milagro  de navidad de en sueño. Los malos sueños, a veces, podían desaparecer, otros, daban miedo - pero en este caso - era tan pletórica que no oso preguntarse demasiado. O más bien nada. 

Una tarde, limpiando la casa, abrió un armario y lo vio: una escoba robusta de roble junto con otras cinco - y echando cuentas - pensó en que eran justo el número de todas las mujeres que habitaban en la casa. ¿No era raro que tuvieran tantas escobas? Pese a ello, debajo de aquellas habia posadas una fina capa de polvo. Obervo detenidamente para pasarle un trapo, pero acto seguido, el objeto se sacudió rociándole de esas partículas y haciéndola caer al suelo. 
No podía creer lo que veía : las cinco escobas comenzaron a levitar por todo el salón mientras ella, atónita, observaba sin saber muy bien cómo reaccionar. Cuando recobró el entendimiento, intentó alcanzar una de las escobas y , -haciendo exactamente igual cómo había leído en los libros - intentó acomodar las posaderas encima del mástil; en ese momento, este se iluminó y al tiempo que  desprendía su radiante brillo, revoloteo por todo el salón hasta atravesar el gran ventanal haciendo caer, de nuevo, a la chica.  Pensó en las palabras de Pepe sobre la magia. Esta vez en el exterior de la casa, justo en aquel momento, las hermanas regresaban de recoger agua y de cazar. Los hijos menores salieron corriendo de la parte trasera de la casa en su busca, para contemplar el panorama. Ellas, hicieron un parón a lo lejos  y se elevaron por los cielos hasta llegar a hacia la joven. Una de ellas pronunció unas palabras rarísimas y acto seguido, las escobas volvieron al armario. 

Podría parecer que la relación entre las hermanas y hermanos, después de este frenético accidente, la avocarían a tener una mala relación, pero si algo tenía aquella familia, era bondad. Pronto llegaron las confesiones: Eran brujas de la naturaleza. Aquello las unió. Además, siendo la pequeña Joana, todas le tenían cierto cariño. Para fortuna de la joven, que fue iniciada cómo bruja, echaron un conjuro a su familia para que no recordaran a la joven. El inconveniente sería  que , el padre, al que tanto quería y tan bien la había tratado, tampoco la recordaría; Joana vivio feliz con las cinco brujas y los dos hermanos. Apartada de la ciudad, en un lugar oculto entre abetos y pinos. Pero no olvida a su padre... ella, a veces, entre los matorrales, le observa; y aunque ella no envejece, su padre sí." 

Después del asalto de preguntas, a cada año más elaboradas, debido a la conciencia de la edad en progreso,  de todas las noches previas al día de navidad, y de todo tipo, las posibilidades de que Riuben y Christoph hicieran caso en casa de los padres, era imposible. Pero Aurora, que miró a Karla después de la retahíla del cuento, le guiñó un ojo y les advirtió que si no dormían, no les traerían ningún regalo los seres mágicos del Norte. Mientras los mayores dormían, y los pequeños hacían caso omiso a las advertencias de la abuela;o más bien a su manera, ya que hablaban, pero a susurros. Riuben intervino primero: 

- ...Yo creo que hay gato encerrado y no me gusta nada. - Sentenció 

- ¿Qué quieres decir...?- Dudó Christoph 

-¿No notas cierto parecido a la abuela con Joana? quiero decir, la abuela...- Riuben miró a su alrededor y vio una puerta. Se alzó del suelo cubierto con la manta  curioso y se dirigió hacia ella. Abrió la puerta y... perplejo, miró a su hermano y este fue corriendo hacia donde estaba él para ver el interior dónde algo rezaba con unas letras "A nuestra hermana Joana"

Los dos hermanos se miraron mutuamente, y entendieron. Juraron que nunca dirían nada, pero interiormente se sentían entusiasmadas. Hicieron ademán de no hacer ni un solo ruido, con las manos llevándoselas a la boca, por aquello que su abuela les había advertido de los seres mágicos pero. Lo que no saben, es que Aurora les esta observando desde el tiro de la escalera, con la cabeza asomada y con una media sonrisa. Y es que, en cada familia hay un secreto, una historia y un cuento navideño ... 


¿No serás tú la magia de estas navidades?

FIN.

©️El Rincón de Keren

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2 comentarios

  1. ¡Hola! Me ha gustado mucho este relato porque, además del toque navideño propio de estas fechas, tiene un fuerte componente de fantasía. Y me encanta el final con ese secretillo que debe guardarse...
    Precioso relato. Un abrazo y Felices Fiestas :)

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    Respuestas
    1. ¡Hola, Auxi! Es cierto, alberga fantasía y me ha gustado mucho crearlo. Además hay cierta complicidad entre Aurora, y los niños, es algo, que me hubiera gustado para mi. Gracias por pasarte, celebro que te haya gustado.
      Un abrazo y ¡¡felices fiestas para ti también !!

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