Relato: El sosiego de la Navidad

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Fot.: by Audrey Pavlov
Bajo el cielo estrellado, el mundo parecía más pequeño. Esa pasmosa idea, de que el mundo giraba solo para aquellos que miraban hacia dentro, y con las personas que solo querían de ellos y su entorno, parecía desvanecerse. En aquel oscuro marino,Clara recordaba las veces que había pedido a sus hermanas, en innumerables ocasiones, que el día nunca llegara. Como remolinos de viento, como agua que  corre rio por las noches en aquella cordillera, la paz se anidaba silenciosa en su alma. No había ruido, no había alteración. Quiso mirar el móvil, pero aquella estampa la había dejado boquiabierta. Pareciera que no estaba en la tierra. Aquella, que con sus distintos idiomas y dialéctos, conjugaban el ir y devenir de un mundo tan caótico que apenas se ofrecía a escuchar. Y aquel silencio decía tanto... 

Pronto las motas de aquel lugar, como si de luciérnagas se trataran brotaban y campaban a sus anchas en un semblante luminiscente nocturno que se adueñaba de la noche y su campo de visión, lo irrisorio sería pensar que no iban a sacar la cámara. Pero la noche, larga y calmada como ella sola, dio para eso, y mucho más. 

Nunca había comprendido que encerraba esa paz sorda que ahora le acusaba y llenaba, con el aire limpio y libre de toxicidad, toda esa magia que le rodeaba. ¿Aquel buen sabor ,era la paz? no tuvo tiempo de responderse, los mensajes, irrumpieron el momento mágico para  dar paso a las felicitaciones: Era Navidad. 

En una, unas velas, en otras un abeto navideño, y muchas otras, frases de buenos propósitos. Y en todas ellas, algo de naturaleza. No entendía esa conexión hasta que estar en aquel lugar se lo mostro todo, en forma de estrella fugaz. Silencio el móvil, y volvio a sentarse con la pandilla. El espectáculo continuaba, pero los amigos, eran para toda la vida. Sin embargo, ella lo veía claro, la naturaleza, había calado la ciudad, de sus vegetaciones artificiales en un intento desesperado por salvarse. ¿De qué? se preguntaba. De la muerte del planeta. Y era por ello que la muerte y la vida a través de una imagen de móvil, y la vida que se acrecentaba en aquel espacio, conjugaban las maravillas que el todo poderoso mundo había guardado en secreto. Aun había esperanza y fue así en un momento natural y sin ser forzoso, cuando acciono en el teléfono, una sinfonía que del todo encajaba con la estampa. Los amigos se abrazaron, bailaron y se besaron. Laura, encendió una barrita luminiscente, Clara saco una gran manta para taparse y Joan, preparó chocolate caliente. ¿Qué era el alcohol para aquellos adolescentes en una tierra borracha de estrellas?

Clara, no pudo evitarlo, comenzó a gimotear. Todos en corrillo, se miraron unos a otros, y no dijeron nada. Se volvieron a abrazar y uno de ellos solo dijo: Te entendemos. Los demás asintieron mientras naturaleza, mostraba su mas crudeza salvaje,  sus cielos feroces, la vegetación más extensa y la bruma más cálida de la amistad, aun haciendo el frío más horroroso de aquella noche, que según aseguraban ellos mismos, aquel día, les había dado una tregua. 

De regreso a la tienda de campaña, Joan saco la cámara fotográfica aumentada, y se hicieron una única foto. 

Hoy, se cumplen cuarenta años de aquella noche estrellada de la noche de paz. Vuelve a ser Navidad, y Clara, debido a la edad, una enfermedad que le marca desde hace algunos años, sube por el camino pedregado, con dificultad, de aquella zona de antaño. Los amigos de siempre, vuelven a estar juntos una vez más. En el mismo lugar, cuarenta años después. Y Laura, que siempre ha sido muy familiar, cogida de la mano de su nieto, así como todos los familiares del resto, comparten, ese rito de cada año: Una taza de chocolate  caliente el día de Navidad, solo que ... Aquella noche, faltaba alguien. Y en memoria de aquel amigo y su sinfonía, se escucha el fulgor de una fecha señalada en la que se le  rinde homenaje. No llorando. No penando. Sino contando anécdotas sobre él. Mientras en lo bajo de un abeto, todos le escriben una carta, soñando con reencontrarse algún día con él. Pero no se sienten dolidos, sino orgullosos de la idea, que un día tuvo transcendencia a varias generaciones: Comprender el verdadero significado de la amistad y el silencio. 

FIN.

©️El Rincón de Keren

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4 comentarios

  1. Me ha encantado. Estamos imbuidos de ritualizaciones y de costumbres ligadas a los sentimientos. Las amistades son aquellas que están para lo bueno y para lo malo, con tazas de chocolate. Un besete, Keren.

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    1. Hola, Marisa! Exacto, es algo que a veces la gente, no entiende. Hay que estar para lo bueno y para lo malo. Y si hay chocolate calentito mejor. Gracias por pasarte, me alegra que te haya gustado.

      Saludos!!

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  2. Hola

    Me ha encantado. Una narrativa fluida, profunda y solida
    Un mensaje muy bonito
    Y un final magistral

    Jordi

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