Relato: Un mes de vida

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—El diagnóstico no es bueno. Creo que… calculando un tiempo generoso y favorable. Calculo que le quedará … un mes de vida.

      No puede ser… - La madre rompe a llorar en llanto mientras su hija, congelada y con la piel palidecida, entra en un estado taciturno del que no sale tras todo el camino en coche.

Marta se ha encerrado en el cuarto y su hermana mayor entra:

      ¿Puedo pasar? – Marta se encoge de hombres y la descubre llorando, llevándose las manos a ojos para enjugarse los ojos por las lágrimas que salen a borbotones. Su hermana se sienta en el borde de la cama y la abraza. 

—¿Qué voy a hacer? Tan solo tengo veintinueve años … - llora desconsoladamente y durante los próximos días Marta camina cómo zombi por toda la casa en pijama y bata. Lleva tres días sin ducharse, sin peinarse y sin mediar palabra entre la madre y la hermana, pero su hermana entra de nuevo en su habitación enfadada y le espeta

 

      -¡Vístete! Nos vamos a la calle

      -Pero… - Marta mira por la ventana el clima. No es muy favorable- No hace muy buen tiempo… creo que me voy a quedar leyendo un rato.

      ¡Ni lectura ni hostias! En veinticinco minutos te quiero en la puerta duchada y arreglada.

 

Marta, que conoce a su hermana cuando se le cruza entre ceja y ceja algo, le hace caso y después del tiempo transcurrido baja las escaleras de su habitación y se encuentra a su hermana con un balón y las llaves del coche. Va vestida con una chupa de cuero y unos tejanos. El cabello suelto en un afro abundante y sin pendientes:

      ¿Para qué es el balón?
— lo verás en un momento. De momento sube al coche y lo descubrirás.

      -De verdad, tata… no me apetece mucho … - dice con pesadumbre

      -¡Calla! Hoy vas a hacer lo que te diga.

      -De acuerdo… - dijo dubitativa

Tata condujo hasta un gran terraplén, los nubarrones se acercaban a la ciudad con la amenaza de fuertes lluvias, pero ellas salieron del coche y Tata dijo:

—¡A que no me quitas la pelota!

     - En serio … yo no se jugar a futbol

      -¡Cobarde! ¡Ja ja! – corría por el terraplén mientras se reía a carcajadas

     - ¡¿Ah sí?! ¡Ahora verás!

Marta salió corriendo en busca de su hermana mayor y cayó al suelo. Las dos se miraron porque había intentado quitarle la pelota y no lo había conseguido y se echaron a reír. Marta se reía tan estruendosamente que su hermana mayor, contagiada también se rio. Pronto la lluvia las cogería entretenidas en el juego cayendo en el barro y corriendo empapadas riendo y empujándose. Cuando volvieron a casa, aun se oían en el rellano las carcajadas de las dos hijas y la madre salió de la cocina para ver qué ocurría:

—¡Madre mía! ¡Pero si estáis llenas de barro! Para quitar eso, no se va a ir fácilmente- las dos hermanas echaron a reír y abrazaron empapadas y embarradas a su madre. La madre, intentó escabullirse para no mancharse y en una mini persecución acabaron las tres riendo. 

—Bueno, estaría bien que os dierais una ducha y bajaseis a cenar. He preparado tortilla de patatas

Las dos hermanas hicieron caso y cenaron las tres mientras veían la televisión. Marta quedó dormida acurrucada entre las mantas. No quisieron despertarla, pero a la mañana siguiente Tata la despertó temprano. Y Marta pegó un bote del sobresalto:

—¡Venga, vámonos! Nos vamos

      ¿A dónde?

      Déjate guiar – le guiñó un ojo juguetóna

Las dos hermanas salieron del coche y Marta se encontró delante un salón de belleza:

      -¿Y esto?

     - Necesitas un cambio de ‘look’

      -¿Qué le pasa a mi cabello?

      -Está bien, pero necesitas algo más … atrevido

      -Tata, que te conozco…¿en qué estás pensando?

      -Tranquila, un día de chicas: nos hacemos las uñas, nos cambiamos de peinado y nos vamos a lo próximo

     - De acuerdo

Cuando entran las esteticienes todas se giran a la vez y las saludan muy amablemente al unísono. Cuando se acercan al mostrador eligen un catálogo de peinados que les muestra la dependienta y se sientan hasta que les toque su turno. Después de un rato les atienden y la esteticien les hace la manicura francesa y la pedicura. Cuando llega el momento de hacerse con un peinado nuevo; Tata le dice algo al oído a la peluquera:

 

      ¿Tata, que le has dicho a la peluquera?

      Confía en mi hermanita te quedará genial – Marta pega un bufido y está pálida

      ¡Ja ja ja! Tranquila no haría nada que fuera malo para ti

      Eso espero- y le da un toque en el brazo

 

La peluquera le tinta el cabello con el espejo tapado, le riza el cabello y después de unos lavados, laca, y muchos secados, le muestra el resultado:

—¡Rojo! - grazna

—¡Estás espectacular hermanita!

     - ¡Dios mío! Mi cabello es rojo, pero cómo …

      -Necesitabas un cambio urgente de’ look’. Vamos, no refunfuñes estás hermosa y malota- la peluquera se echa a reír y le alaba 

      -Bueno bueno, pero no me convence demasiado.

      -Ya te acostumbrarás.

      -Serán treinta euros por todo

Tata paga todo y se van al centro de la ciudad a tomar algo. Las dos hermanas se ríen por la cara que ha puesto la hermana menor por el peinado. Ahora las dos caminaban por unos almacenes para comprar ropa:

 

—Espera, ¿en serio vas a comprarme ropa?

—Sí pero no de tu estilo- le guiña un ojo y le muestra unos vaqueros negros ceñidos y un top blanco – entra y pruébatelo todo. —¡Estás imponente nena! - Marta se mira al espejo y su ánimo cambia exponencialmente—Mira, he traído más ropa. Pruébatela y te pones esto para ir hoy por la calle – los ojos de Marta centellean

 

 

Tata paga la cuenta. Paseando por allí van a una cafetería y piden dos cafés helado. Se sientan en un banco mientras el sol hace brillar el cabello de Marta y todos los que deambulan por allí se la quedan mirando ya que lleva unos pantalones de cuero y un top; una chaqueta negra de cuero y unos pendientes que ha comprado Tata para ella:

 

—Te voy a matar hermana, todos me miran – dice con una voz entrecortada

     - Mi hermanita es una diosa, ¿qué quieres? Eres guapa. - Un chico de la edad de Marta no deja de mirarle. Los dos se lanzan miradas y Marta se sonroja. Tata que es muy avispada le dice a su hermana que le acompañe en la dirección en la que está el chico y finge que se le cae el café helado

      -¡Vaya por dios! Que tonta soy, mira, ella se llama Marta … y tú …

      -Me llamo Fernando

      -Hola Fernando, verás, tengo que limpiarme un poco porque he quedado perdida de café ¿podrías cuidar de mi hermana un momento mientras yo voy a los servicios? ….

      -¡Por supuesto! Será un placer

      -¡Tata! - susurra entre dientes con algo de vergüenza Marta

      -Hasta luego- Tata se esconde en una de las tiendas mientras se aleja guiñándole un ojo

 

Los chicos conversan y se dan los números de teléfono. Se sientan y cuando cree que el rato ha sido suficiente, reaparece otra vez, pero con otra camiseta ya que siempre lleva una de recambio:

 

      -Bueno… Fernando ¿no?

      -

      -Nosotras estamos muy ocupadas hoy. Pero podríamos quedar los cuatro este fin de semana

      ¿Los cuatro? – espeta Marta

      -Sí- dice mirando hacia su hermana y le dice al chico- Estaremos encantadas de verte de nuevo

Las dos hermanas se van y Tata le da un codazo cómo diciendo que ha ligado. Pero el semblante de Marta es ahora de tristeza. Cuando llegan a casa, se encierra en su cuarto y no sale del cuarto hasta la hora de la cena. Su hermana, entra en la habitación y le pregunta:

—¿A puesto a que piensas que ese chico es un bombón? A mí me lo parece. Nena nena ¡qué buen partido! - Marta solloza un poco y con rabia le apostilla

    -  Sí … apuesto a que ese chico quiere una chica moribunda a la que no volverá a ver nunca más, a puesto a que me ve hermosísima, apuesto a que me ama, ¡Por Dios! ¿Estás loca? No podemos quedar con ese chico … - Entra en histeria y llora cada vez más fuerte

    -  ¿Sabes? Estás radiante, tienes ropa que te sienta de lujo, tienes un cabello hermoso, eres simpática, divertida, risueña … Si algo tengo claro en esta vida, es que te arrepientes más de las cosas que no haces, que de las que haces cada día con rutina.

    -  Pero … ¿es que no lo ves? ¡Me voy a morir! - Grita entre lágrimas

      -Pues haz que tus últimos días valgan la pena- La hermana mayor cerró la puerta y se fue a cenar, Marta no bajó

A la mañana siguiente, era viernes, y su hermana hablaba por teléfono con alguien. Marta notó que debía ser un hombre por el tono de voz y la sonrisa de boba que tenía su hermana. Las dos se arreglaron y se fueron al cine a ver una peli de terror. Como siempre, la jornada había estado de lo más chistosa y animada.

El sábado habían quedado en que los cuatro quedarían. Es en ese momento, cuando la noche del viernes acaba cuando Fernando le envía un mensaje “Tengo muchas ganas de verte. Me a caíste muy bien” Marta enrojeció. Y su hermana al ver el mensaje que le había mostrado la abrazó y le repitió “Haz que merezca la pena. No vivas con miedo”.

 

Esa noche mientras picoteaban algo y elegían la ropa del sábado. Una llamada llega a la casa de los Obonpé. El médico les notificaría algo de suma importancia el sábado por la mañana.

Marta estaba nerviosa y el ambiente se vuelve enrarecido después de unas semanas tan animadas. Tata decide dejarle espacio, pero por la noche, Marta se acurruca en la misma cama que su hermana y ven películas en Netflix. Se abrazan y lloran juntas.

Esa misma mañana después de esperar dos largas horas en el hospital, el doctor les atiende con una media sonrisa, y algo de reparo...(...)

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©El Rincón de Keren 

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6 comentarios

  1. Precioso Keren... Ojalá todos los finales fueran felices, pero si no es así, queda andar el camino antes de llegar como moraleja. Me ha encantado. Un abrazo.

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    1. Hola, La Eremita!! Sí, todos los caminos no son fáciles, algo angostos, a veces no acaban bien, pero supongo que una pizca de esperanza nunca viene nada mal. Me alegra que te haya gustado. Un saludo preciosa!!

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  2. Hola, Keren.
    El final es más que sorprendente pero no desvelaré nada para quien siga el relato en el enlace que nos muestras. La vida puede girar en apenas unos segundos y sacudirnos para siempre. Por eso, creo que debemos de valorar más cada paso que damos y disfrutar del mas preciado de los bienes: nuestra salud. Los diálogos que insertas en el relato ayudan a que las letras vuelen y sean muy amenas dentro del drama que se narra.
    Un fuerte abrazo y muy feliz fin de semana.

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    1. Hola, Miguel!!
      Cierto, la idea era hacer partícipe al lector para que se sintiera dentro y parte de la escena. Cómo bien dices, hay que mirar y valorar nuestra salud. En aras de hacer un espacio un poco más ameno, a pesar de lo desgarrador del tema, creo que puede dar juego. Me alegra que te haya gustado.

      Feliz fin de semana. Un saludo y pásalo lo mejor posible.

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  3. Me ha encantado el mensaje de fondo y la forma de actuar de las dos hermanas ante el problema. Debería hacernos reflexionar.
    Un abrazo y feliz fin de semana.

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    1. Me alegra que te haya gustado porque llevamos tiempo en el que todo parece muy malo. El poder de la familia debería refugiarnos en lo verdaderamente importante. Me paso por tu espacio, tengo ganas de ver qué nos traes.

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