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La mañana pasaba sin pena ni gloria. El café descansaba sobre
la mesa con el humeante café tras otra larga noche de insomnio en la que, el
sueño había huido de mí. Ya no recordaba lo que era dormir del tirón una noche
entera desde que Selene desapareció sin decir nada a nadie. En mi corazón, hubo
mucha esperanza de que, sin cuerpo, no había delito, pero habían pasado ya
siete años y no sabía nada de ella.
Ella, de cabellos rizados, ojos miel, nariz chata y labios
carnosos; de cuerpo de escándalo y de una personalidad admirable, pues nunca se
rendía, pese a todas las desgracias que había atravesado en su infancia y
adultez, atrajo todas mis atenciones desde el primer momento. Su madre murió de
malaria y su padre se había ido cuando ella apenas tenía cinco años. Luego de
convertirse en una mujer y haber pasado por varios orfanatos, fue adoptada por
una familia y se convirtió en lo que yo conocía: una mujer que no se achicaba
ni con una mala palabra y que gozaba de una entereza capaz de tumbar a
cualquier hombre. En cierto modo, me imponía bastante por lo que era capaz y
por eso tardé dos años en declararme definitivamente hasta que ella accedió a
ser mi pareja. Para cuando estuve convencido de que quería que fuera mi esposa,
la vida la apartó de mi vida sin saber su paradero.
Selene y yo, vivíamos entre África e Inglaterra por su trabajo de
misionera. Vivíamos juntos en una casita de ensueño en Inglaterra, bienhallados
por nuestros trabajos que bien nos proporcionaban todo aquello que deseábamos.
Cierto tiempo después, ella decidió ser algo más que una misionera y se preocupó
por la escolarización de los más pequeños en África a través de una ONG londinense
con la que pudo reunir a un gran número de personas con las que crear su fundación hoy
conocida en Europa entera y de la que, tuvo que pasar calamidades ya que la
gente pensaba que los directivos eran europeos y en realidad eran africanos.
Al principio, lo
tomaba a mal, pero luego se mostraba esperanzadora. La empresa se hizo cada vez
más popular y consiguieron escolarizar a las de treinta mil niños y niñas en
las ciudades respectivas en las que se recaudaba presupuesto para construir
escuelas, de lo que ella también se encargaba. En definitiva, estaba muy
ocupada y cada vez estaba convirtiéndose en una figura más llamativa y
destacada en África. No faltaron las enemistades. Aquello causó el recelo de
algunos políticos y presidentes que no aprobaban que se usara el dinero de los
pueblos y ciudades para ese fin.
Recibíamos amenazas todos los días. Ahora veo que se podría
haber prevenido poniendo fin a todo. Pero ella era un ser luchador y no temía a
nada ni a nadie. Con el tiempo, pese a que yo le había dicho que pasara más
tiempo en Inglaterra para despistar su paradero y estar a salvo, comenzó a pasar
más tiempo en África, concretamente en Alto volta. Creo que nunca fui del todo
claro con ella, o todo lo claro que debería haber sido. Quería que estuviera a
salvo, a mi lado y por ende, apartada de tanta corrupción; tenía un mal presentimiento. Los años pasaban y al ver que no tomaban represalias
contra nosotros y que la cosa iba en marcha, nos relajamos.
Cuando Selene desapareció dejó un vacío tan grande en mi
interior y una culpabilidad que no cabía en mí. Anduve por Inglaterra, pegando
carteles y pedí explicaciones a todo el que se ocurrió: Gobiernos, compañeros de trabajo, fundadores, gente que la conocía, a la embajada... sabe Dios que lo intenté. En cambio, todo aquel al que preguntaba, aseguraba tener
las manos atadas y ya sabía lo que aquello quería decir: No pensaban hacer
nada.
El primero año, era un zombi viviente que no acababa de
creerse lo que acababa de ocurrir. Rehusaba querer admitir que nunca más
volvería a verla. Así que, continué con su labor tal como ella hubiera querido,
asumiendo siete largos y pesados años después de cerciorarme no volver a verla
nunca más. Por otro lado, para mi hacerme cargo de su organización era
perpetuar su legado ya que no teníamos hijos, no teníamos familia aquí, ni ella
ni yo.
El veintiuno de abril del dos mil nos concedieron una
medalla honorifica por la labor de Selene Gnom, mi mujer y lloré tanto de rabia
por que fuera Inglaterra y no África quien la homenajeara, que acabé sintiendo
cierta enemistad con el continente. En momentos cómo aquellos, miraba los
seminarios antirracistas, ponía música africana o cocinaba salsa de cacahuete y
me rodeaba de los lugareños de Alto Volta para entender que no era el pueblo
sino los políticos que querían lucrarse a toda costa de la monetización
extranjera. Me resignaba a la política pero los derechos debían ser sagrados;
lo eran para la organización, los trabajadores, lo lugareños y sobre todo lo
fue para la que hubiera sido mi mujer algún día.
Habíamos conseguido llegar a la cifra de cincuenta mil niños y niñas en aquellos once años. Años en los que me venían muchos recuerdos de ella. Y me hacía muchas preguntas ¿Cómo lo habría hecho ella? ¿Estaba haciendo todo lo posible o todo lo que ella hubiera querido por su cultura y su gente? En esos momentos, me volcaba de lleno en el trabajo, intentando hallar innovación y se me ocurrió, poner profesores españoles que impartieran todo tipo de asignaturas incluidos el español y el catalán. Obviamente sería un proyecto a largo plazo pero que los organizadores acogieron gustosos ya que, cuando un hombre o una mujer africano o africana viajaba a España, los impedimentos eran descomunales a la hora de formarse o acceder a un empleo debido a que, muchos tienen que volver a cursar todos sus estudios desde cero. Entonces se me ocurrió que podríamos presionar a la ONU para que los estudios, que se realizaran aquí fuera homologados de tal manera que fueran accesibles y con una validez de uso en cualquier región de España. Para ello, teníamos que presentar una propuesta a la cámara del congreso, para que aprobara una ley y que esta ley entrara en Vigor. ¡Estaba entusiasmado! la contra era que cada vez que veía la luz para hacer grandes logros con la fundación, había algo que me lo impedía: negativas, evasivas, y hasta presupuesto rechazado desde dentro de la organización. Cada vez que movía un paso hacía delante movían ficha hacía atrás haciendo que todo quedara a los mínimos, excluyendo profesores, desvalorizando las leyes o impidiendo el trabajo de cada maestro y me hacía pensar en lo difícil que es concienciar a todo un continente si cabe a los demás países europeos de la labor comenzada por Selene.
Volví a Inglaterra abatido a atender asuntos desde allí. Me llegó una carta sin remitente:
“Estoy bien. Adelante con todo. Pronto volveremos a
reencontrarnos.- Selene”
Mi corazón dio un vuelco al leer su nombre. ¡Estaba viva!
Pero ¿Dónde estaba? Y ¿Por qué no había dado señales de vida en todos estos
años? Me enfadaba y al rato me alegraba, al rato saltaba de alegría y luego me
enfadaba, pensando que era un gran milagro. Llamé a la empresa de paquetería para saber
desde donde llegaba la carta y por protección de datos, esa información les
estaba denegada transmitirla. Mi ánimo decayó al encontrar la impaciencia, por
pensar que estaría en peligro, que se estaría escondiendo de algo o de alguien
o que tal vez estaba pasando un calvario. Ella sabía cuidarse muy bien pero mi instinto masculino me llevaba a querer protegerla o quizás fuera mi privilegio blanco.
Pasaron meses hasta la siguiente carta en la que rezaría:
“No comentes nada a nadie. Mi corazón está contigo. Estoy
bien. Concreto cita contigo para vernos en Canadá de aquí a tres días en las
cataratas del Niagara. Todo se desvelará. Por fin estaremos juntos. Siempre
tuya. —Selene”
La emoción con la que leía las últimas palabras hizo ponerme
nervioso. Ansiaba con gusto volver a verla. También me invadían pensamientos
más infantilizados o cual adolescente imaginando a Selene más
joven que yo; debido a que estaba desmejorado y con unas ojeras que surcaban
mis ojos y una imagen que mostraban mi profunda dejadez. Así que, en los
siguientes días traté de acicalarme. Temía que ella no me encontrara atractivo.
¡Qué estupidez! Pero la cabeza rumiaba no solamente en ello, sino en su
paradero. ¿Había estado realmente en América todo este tiempo?
El gran día llegó cuando en el hotel, me llegó un mensaje de
número desconocido con la hora y la locación, cómo iba vestida y cómo debía ir
vestido yo aquella tarde: debía ir con bermudas, una cámara fotográfica, gorro
pesquero, calcetines altos y camisa hawaiana. Llevar gafas de sol y parecer lo
más natural posible; es decir, cómo un guiri. Ella llevaría un vestido
estampado y unas gafas de sol con un bolso y una rosa incrustado de color rojo.
Iría acompañada.
Cuando fui al lugar establecido, estuve cerca de una hora
fingiendo que hacía fotografías, que me interesaba por el entorno que me
rodeaba, había tomado un bus turístico tal y cómo me había indicado. Tras ese
largo rato, me senté exhausto en un banco debido al calor y me encendí un
cigarrillo. Estaba muy nervioso. Entonces la vi. Llevaba entre sus brazos a un
niño y me quedé petrificado. ¿Podía ser…?:
—Actúa con naturalidad— susurró e hice lo que me dijo, pero
estaba imponente, estaba eufórico quería abrazarla y la abracé con suavidad—
Debemos ir a un lugar más tranquilo. Vamos.
Cogimos un taxi que nos llevó a un hotel alejado de los
lujos y las calles llenas de tiendas y boutiques. Aquella parte de Canadá
parecía otra. Pedimos una habitación destartalada. Eso sí, a un precio muy
reducido. Cuando se cerró la puerta tras de mí, ella se abalanzó sobre mi y nos
fundimos en un apasionado beso que duro más de diez minutos entre sollozos y
sonrisas. Entonces me lo dijo con una sonrisa amplia:
—Este pequeñín es Tony. — le saludé mientras le cogía de la
mano pero estaba demasiado entretenido con su juguete— es … tu hijo— me quedé
congelado y debió notárseme puesto que rápidamente se apresuró a darme la explicación
más larga, — … antes de que
desapareciera, alguien supo que estaba en estado y me amenazó con acabar con
nuestro hijo si seguía con la organización, así que me propusieron salir de
Europa, dejar la organización con la condición de que no volviera a pisar nunca
más Europa o también acabarían contigo. — comenzó a llorar. —no podía
permitirlo…
—Pero … ¿Por qué no me dijiste nada? Sabías innumerables
veces te dije de quedarnos en Inglaterra o en cualquier otro sitio. Habría ido
donde me lo pidieras. Creo que has sido muy injusta al quitarme el derecho de …
—No te he quitado ningún derecho. Lo más importante era la
vida de nuestro hijo y por supuesto tu vida. Con nosotros fuera de juego, sabía
que seguirías con la tarea de la organización he seguido todos tus pasos hasta
día de hoy, he llevado la organización con discreción todos estos años. Ahora tengo una nueva profesión en California cómo maestra. Obviamente, es una tapadera. Aquí
estamos a salvo. Lo estaremos los tres.
—Entonces… ¿Por qué me has hecho vestir así?
—No sabía si la carta estaría interferida y si llegaría en
manos adecuadas. Pero eso ya no importa, estamos los dos juntos otra vez y
ahora somos tres. — Me acarició a mí y luego a Tony. Nos fundimos en un abrazo,
esta vez, los tres.
Comenzamos una nueva vida en Canadá. Dejamos la organización
aparcada y en manos de uno de los organizadores en secreto. Pero … Selene y yo, tenemos cargos importantes y muy pronto, podremos
retomar las riendas de lo que un día construimos juntos. De momento, se han
enviado profesores españoles, tras diez años de dura presión a los
ayuntamientos, a los gobiernos y las embajadas para que no hagan oídos sordos.
Tenemos el apoyo de la ONU y numerosos oradores, feministas y escritores
africanos han concluido que es un derecho necesario.
Con la entrada de este nuevo año, queremos pensar que
estamos construyendo un mundo mejor para este año que entra. Porque no es un número
sino lo que haces con todas tus herramientas. Un legado mejor, para los que
vienen detrás.
FIN.
¿Y tú, qué haces para cambiar tu situación?
REFLEXIÓN
Obviamente, un número no es lo que te va hacer que cambie tu vida. No es eso, ni un regalo. No son los proyectos que apuntas y que no llevas a cabo - llegando fin de año quedándote con un sentimiento de traición por no haber conseguido aquello que no has conseguido- un nuevo año es aquel en el que pones acción en lo mejor que puedes ofrecer a tu vida, a tus pasiones, tanto si trabajas , como si no.
¿Qué es eso por lo que quieres luchar a toda costa?
De seguro, si no haces nada, ese numero seguirá con las mismas expectativas inacabas y con la vista puesta en los mismos sufrimientos llevados a cabo reiteradas veces sin hallar consuelo.
¡Pasa a la acción!
No necesariamente tienes que cambiar el mundo pero con este relato quería reflejar que un pequeño cambio, puede ser un gran motivo para seguir adelante aunque tu situación personal, sea de lo más desastrosa, dura y complicada.
CON UNA ACCIÓN,
HAY UNA REACCIÓN.
Por si te perdiste la entrada del lunes en mi blog más personal te lo dejo por aquí:
¡Feliz día!
©El Rincón de Keren