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Aquella noche Gore había acudido al bosque con su familia,
en aquellos trozos de verde sinuoso, y vegetación en explosión por la primavera
venidera. Acudían a lo montes para cazar y alimentarse de lo que la naturaleza
sabia les ofrecía. Había un dicho en su tribu «solo cazar para comer» y eso
hacían cada primavera con la llegada de las amapolas y el crepúsculo en todo su
esplendor.
La luna se reverberaba ante un caudal que mostraba una gran
cascada y millones de hadas en forma de mariposas, revoloteaban en honor a la
diosa de naturaleza. Aquel espectáculo dejó anonadados a los más jóvenes. Luego
de cazar un ciervo, se reunieron bajo el calor de la hoguera mientras contaban
los más sabios, que hubo un gran espíritu que reinaba los más recónditos escondrijos
del bosque con la sed de un alma pura que se alimentaba de la energía de esa
persona, animal —o criatura mística en su defecto— con la que desplegaba su maldad entre medio de tanta exuberancia. Dice la leyenda, que solo los que poseen un espíritu
valeroso con la mirada desafiante podrán derrotar a la criatura de las profundidades.
En su día lo hizo Artea, y no se volvió a saber del ser. Se sabe que es él por el
aliento de la noche, un manto frio y porque
deja su rastro de niebla espesa con un semblante enrarecido en el bosque. Los
niños, que reciben la leyenda cómo advertencia, se dan por aludidos. Y es así,
como les advierten no salir por el bosque sin el apoyo familiar o de la tribu.
Sin embargo, los jóvenes, están ansiosos por descubrir los
alrededores de Valley Shadow, Gore y sus hermanas, compuesto por cinco chicas,
han recibido múltiples reprimendas debido a salir de botellón por los alrededores. A decir
verdad, los padres están un poco preocupados por Gore, ya no es la misma desde
que se junta con los chicos extranjeros que trabajan en Valley Shadow. Ha salido
a diario para armar jaleo, burlarse de los ancianos, hacer jugarretas a los más
pequeños o hacer pintadas en la puerta del cuartel general del pueblo. “Son cosa
de la edad” le decía Deby a Jan. Pero Jan, siempre encontraba un nuevo motivo
para castigarla.
Pronto Gore, hizo gala de su cambio repentino enamorándose de
uno de los chicos del jefe de la tribu. Fue cuando acompañaba a su padre a por
leña, él era dos años mayor, melena
larga y lisa. A su padre no le gustaba cómo le miraba ese chico. Sin embargo,
para la hija menor, era un chico muy guapo, ya que estaba fornido, algo
musculado para la edad que tenía, con unas facciones finas y unos ojos que le
recordaban a la miel de temporada y unos labios sugerentes que desearía besar,
si él se atreviera a hacerlo. Pronto, se escaparía todas las tardes a ayudar en
la tienda de los padres del chico. Tom, el hijo de la tienda de la única tienda
de Valley tenía buena predisposición para hacer las tareas del negocio de sus
padres. Además, con el tiempo, había cogido cariño a Gore. Por lo que salían a
tomar algo con los amigos de él. De este modo, Tom y Gore, comenzaron a tener momentos,
poco a poco a solas, en los que se gastaban bromas, se ayudaban y hacían los
deberes juntos.
Tai, el padre de Tom, que se había dado cuenta de cómo se
llevaba con Gore intervino:
—Hijo, ¿ya le has dicho que te gusta?
—¿Cómo?
—A Gore ¿Le has dicho que te gusta?
—¡Papá! Tan solo somos amigos...
—Un amigo no se come todos los marrones en los que Gore se
mete o la ayuda todos los días con sus deberes o cuenta las horas que faltan
para que llegue … —Tai suspiró y prosiguió— Hazme caso, si te gusta de verdad,
debes disfrutar de este momento, pero recuerda que pronto tu ritual de
iniciación con la ultima caída te impedirá seguir con esto …
—¿Qué insinúas?
—Que todos hemos tenido un amor de verano.
Tom no dijo nada. Sabía que no había nada qué hacer con
aquello. Las reglas eran estrictas, después del ritual, se casaría con la mujer
que sus padres le asignaran y la relación con Gore se terminaría. Tenía que
hacer algo rápido. Es por eso, que Tom llevó a Gore a los alrededores del bosque
porque cuenta otra leyenda que, si besas a la chica que amas bajo la cascada de
Valley Shadow, en el manto de estrellas y con la luna llena, el amor perdurará
y tendrán que casarse. El aullido del lobo será la señal de que están hechos el
uno para el otro. Solo había un problema, aquella práctica la iniciaban jóvenes
enamorados en las que sus relaciones no eran aprobadas ni por sus padres ni por
los ancianos de la tribu. Por lo que estos Vivian apartados de la sociedad
obligados a dejar el pueblo. Aquello le daba igual si Gore era su novia o —quien
sabe— su mujer o la madre de sus hijos.
Aquella noche había niebla. Un viento frio hizo que Gore
llevara la Baker de Tom en el bosque. Los dos iniciaron el camino de subida y
luego de descenso para llegar a la gran cascada. Mantuvieron una larga
conversación de banalidades y de bromas varias, el juego los mantenía calientes. Se bañaron en el agua bajo la luna
donde Tom quedó hechizado por las curvas de Gore. Por un momento, no supo qué decir,
pero ella le hizo cosquillas huyendo después hacia la cascada para evitar que él
se las devolviera. Corriendo y haciendo bromas, se abrazaron el uno al otro bajo
el hueco del gran chorro. El frio cada vez se hacía más presente, pero el fuego
que sentían en su interior era más intenso que el frío. Fue en ese momento cuando Tom vio la oportunidad
de besar a Gore, entonces un seísmo casi los hace caer al agua. Algo emergió de
los recovecos de la cascada. Era un semihombre con cuernos, pies de centauro y
ojos inyectados. Tom quiso coger la mano de Gore que se había quedado
petrificada, pero la criatura, emitió un sonido hueco que les hizo llevarse las
manos a la cabeza. Estos cayeron de rodillas sobre las rocas resbaladizas sujetándose
las sienes. Aquello duró unos instantes que se hicieron interminables en los que
Tom intentaba desesperadamente librarse de aquella criatura: Gornik.
Exhaustos por el ruido, Gore quedó a un lado de la cueva
mientras que Tom desfalleció. Entonces la criatura endemoniada vio la
oportunidad. Ella le miró desafiante; fue entonces cuando de su pecho afloró
una luz blanca con la que el interior de la cueva se iluminó y la cascada dejo
de expulsar agua. Criaturas diminutas comenzaron a revolotear por todas partes elevándola,
en ese momento Tom abrió los ojos y vio cómo Gore, con los ojos vueltos en blanco,
proyectaba una gran iluminación que provenía de su pecho. Esta atravesó al endemoniado
para convertirlo, en un gran estallido de fuego que se tornó rojo,
se avivó y poco a poco se consumió de un color blanquecino, para finalmente
convertirse en ceniza. El bosque se iluminó de un turquesa resplandeciente cegador
y Gore cayó al agua. Tom, que vio la escena salió corriendo en su busca para
evitar que se ahogara.
Una hora después, estaban bajo un fuego avivado por Tom. La chica se despertó y se fundieron en un abrazo reconfortante. Cuando
regresaron al pueblo, esa misma noche, reunieron a toda la tribu para que el
gran jefe Taoi, hiciera la reconstrucción de los hechos:
—El chico tiene razón
—Ya os lo había dicho.
—Entonces … ¿Gore es el alma pura? —Un murmullo se hizo
entre la multitud
—Así es. —Dijo el gran jefe
—Os podrían haber matado. —se quejó Jan
—Estamos bien. —hizo una pausa— Quiero pedirle algo... gran
Taoi —dijo Tom
—Tú dirás —los dos se cogieron de la mano y dieron unos pasos
hacia el centro del circulo
—Queremos que nos de la bendición
—Hijo no creo que … — pero intervino Taoi
—Lo que me pides no depende solo de mí. Sino de todos los
jefes… —Escudriñó a los jóvenes: De los ojos de cada uno, rezumaba un fulgor
puro, certero; Se sorprendió. Hizo una pausa. Luego añadió —… Por mi parte tenéis mi
bendición. —Se giró. Los jóvenes quedaron bajo la atenta mirada del clan. Después de
unos instantes agónicos, asintieron con una reverencia. Tom esbozó una gran sonrisa
al igual que Gore, se besaron como hacían tiempo que ansiaban, y el bosque se
iluminó en señal de prosperidad.
FIN.