¡Hola, mis seguidores; lectores habituales y nuevos lectores!
Como no creo demasiado en las casualidades y cómo no creo tampoco en que me llegue el amor, quiero creer que en alguna parte está ese amor que alguna vez soñamos que nos pasaría. ¿O no? bueno, se me ocurrió por que sí. Espero que os guste. Esta foto es relevante porque hace unos días me piropearon y bueno, mi carácter hizo que no le acogiera con los brazos abiertos pero bueno, hay tantos hombres como días ollas. ¿Me acompañas a leer este relato?
RELATO
Hacía días que trataba de salir de ese agujero cuando a la mente me vino la idea: nada que merezca la pena te hará sufrir.
Aquello, podía ser el argumento más simplista y a la vez facilón que se me ocurrió pero os prometo que desde ese día, podía hacer ejercicio durante varios minutos más, podía dedicar más horas al estudio de cualquier tema que me apareciese en el momento, aprender siempre fue mi de fuerte y dado que desde hacía algunos años no lograba llegar a fijar ninguna meta sostenible en el tiempo y darle paso a abrir esas alas que tanto me costaba abrir, todo cambió a base de repetirme esa frase. Hasta que un día cómo otro cualquiera en mis quehaceres diarios todo se desmoronó.
Comencé repitiendo la frase «Nada que que merezca la pena, te hará sufrir» me animé al ingerir las tostadas y luego la fruta. Me llevé a la boca la taza de café acabé de vestirme, me puse las bambas y salí a dar mi paseo matutino. Me puse los cascos y durante una hora estuve sudando y quemando toda la energía que me sobraba a la vuelta, como siempre, compre una botella de agua y unos frutos secos. Para cuando llegué a casa me duché, me vestí, cogí el ordenador con el cargador portable y bajé a la cafetería próxima para escribir y repasar temas que estaba estudiando pero la cafetería estaba cerrada y aquello me desalentó. Volví a repetirme la frase «Nada que merezca la pena, te hará sufrir».
Aunque era mi lugar favorito, pensé que un cambio de aires sería bueno, hacia sol y ya eran las diez de la mañana. Así que me fui a un lugar apartado donde hubiera vegetación, porque si algo tenía este pueblo era verde.
Bajo la falda de aquel pino me senté e inspiré el olor a hierba, di un vistazo y vi una sombra. Al principio me pareció que sería un Runner por allí, habían muchos deportistas. Así que no le di importancia. Escribí con resolución y eche alguna que otra foto para pasear unos minutos más antes de volver a casa.
Era mediodia cuando decidí comerme los frutos secos para aguantar hasta la hora de comer. Cuando salí al pasillo vi otra vez una sombra. Esta vez me asusté y miré por toda la casa «habrá entrado alguien en casa» me dije. Traté de tranquilizarme viendo una serie pero me llamaron unos amigos para tomar unas cañas. Hecho que me vino genial para quitarme el nerviosismo que tenía.
Al llegar Kevin y Joan estaban discutiendo sobre qué era mejor si la comida catalana o la andaluza. Para verlos un catalán y un andaluz dándose lecciones a lo que trataron de que uno de los bandos ganara tratando de llevarme a su terreno a lo que respondí:
—Chicos, que ya nos conocemos. Esto se arregla con unas buenas cañas.
—No, si lo mejor será que te rindas Kevin.
—Creo que mejor será Joan que lleváis media vida igual, cuando no es la comida , es el fútbol, y sino las mujeres... Que sois amigos de toda vida. Dejaros de gilipolleces — Sentencié
—Desde que inventaste ese mantra tuyo lo ves todo muy positivo tío...
—No será que has conocido a alguien que se mete en tus sábanas por las noches ... ¡Míralo! Pero si hasta ha adelgazado el cabroncete. Eso es una churry — reímos al unísono
—Una mujer no será pero trae una cara de de haber visto un fantasma...
—Bueno... Seguro que no es nada pero me ha parecido ver alguien mientras escribía en medio del campo y ...luego en casa ... No sé. Es igual, una tontería.
—Lo que tienes que hacer es buscarte una buena amiga ... —hizo un gesto al camarero para que nos trajera la cuenta —...para esos días cómo los de hoy.
—Que burro eres Kevin. Lo que tiene que hacer es descansar. O irse de viaje. Que hace años que no se va a ningún sitio y esto está más muerto que el barco de chanquete. — Nos seguimos riendo y pasándolo bien , broma tras broma luego nos recogimos para las tres prometiendo volver a vernos.
Mientras volvía por entre el gentío me di cuenta que me había olvidado las llaves en el bar. Cuando me giré vi algo pasar ante mis ojos. Me puse tenso, casi me da algo cuando al mirar con más detenimiento me fijo que una chica está revisando su bolso. Me la quedo mirando y cuando me mira me sonríe. Quedé anonadado de tanta belleza y al mismo tiempo sin palabras y con el corazón a mil por hora. Ella me hablaba y lo único que pude entender ante tal eclipsacion fue que había perdido las llaves a lo que le respondí que era una casualidad. Le pregunté donde creía que las había perdido y para más inrri estuvo en el mismo bar que había estado yo también. Fuimos juntos a preguntar y el camarero se dio cuenta de que habían unas en una mesa las mías, sin embargo, las de ella no estaban. Me supo mal. Así que la invité a comer a mi casa Armando me de valor. Ella accedió y comimos un penoso risotto congelado del que nos reímos hasta que hubo localizado a su hermana para que le diera una copia del piso en el que vivía.
Para cuando se fue me di cuenta que fui un tonto: se me olvidó preguntarle el número de teléfono. Aquella semana la buscaría por los mismos lugares por los que salí el día que coincidimos sin suerte y fue en ese momento cuando todo se desmoronó.
Ya no aguantaba caminando ni tres cuartos de hora, me costaba concentrarme, escribía solo sobre amor y comencé a obsesionarme la idea de encontrarla en cualquier rincón del pueblo. Comencé a escribir poesía, y creo que fue lo único que saqué de bueno porque me desanime tanto que cogí cinco kilos. A la pregunta que todos os habréis preguntado sobre porqué no utilicé mi frase motivadora fue porque en realidad me di cuenta después de ocho meses frustrado que ninguna fuerza motivacional de una frase era tan poderosa cómo el tener voluntad después de tocar fondo. Así que como todo, me recuperé ah! Ah! ¿Qué no sabéis que era aquella sombra? Mi hermana contrató una señora de la limpieza que limpiaba y me seguía a todas partes sin que yo lo supiese. Después de la típica pelea entre hermanos me dijo que quería presentarme a alguien en otro intento del destino de que perdiera las llaves y entre sus amigas había alguien que también perdió las llaves cómo yo. A este nuevo suceso lo llamé «Las casualidades existen»
©El Rincón de Keren
Qué relato más positivo. Es cierto que no hay que darle a las cosas más importancia de la que tienen y tratar de buscar lo bueno de cada situación, aunque hay veces que se necesita que alguien nos dé un empujón. Las casualidades existen, pero es mejos ayudarlas un poco, ja ja.
ResponderEliminarUn beso.
Hola, Rosa!! Era de necesidad crear un post en el que pudiera ver que a veces, hay que tener un poco de confianza en que aunque tarde, las cosas pueden suceder. En este caso es el amor que no buscaba y que sin querer apareció y se lo arrebató un despiste. Hago acopio que lo importante de conocer a alguien es una buena conversación y lo demás ya se verá, el personaje se siente tan cómodo, que se le olvida lo más importante para volver a contactar, pero parece que el destino los ha querido juntar, ¿O será la casualidad? En todo caso, para la vida real, nada mejor que dejarse llevar sientas lo que sientas y sin hacer daño a nadie. De seguro llega eso. Aunque haya veces que por un mal día o un mal suceso lo veamos todo muy difícil. Gracias por pasarte. Un saludo!!
EliminarMe gustan tus relatos! También he leído tu otro blog, ya tengo este en mi lista de favoritos
ResponderEliminar¡Hola, Shiori! Me alegra que te hayan gustado mis relatos. Me has echo muy feliz al comunicarme que también lees mi otro blog. Gracias por pasarte y además dejar comentario. Nos vamos viendo. Feliz finde!!
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