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Gladys estalló en cólera y una bola de fuego centelleó de
las yemas de sus dedos. Sus padres atónitos, consideraron ingresarla en una
academia. Para cuando cumpliera la veintena su vida habría cambiado
considerablemente, ahora tocaba regresar al punto de partida. Múltiples recuerdos acudían a su cabeza cómo torbellinos que rebosaban en su cabeza. No le hacía mucha
gracia, pues había recuerdos que eran mejor guardarlos bajo llave.
Su hermano Ron, había vuelto una semana después de su tan aclamado trabajo, en la tierra de las oportunidades, para celebrar que se había graduado su hermana. La familia se disponía a celebrar el gran hallazgo y, dada la ocasión, los padres invitaron a algunos de los compañeros que creyeron que fueron importantes para Glad, pero esta fue educada y no dijo nada. Sus padres no notaron nada, más bien, creyeron que era una suerte haberla llevado a aquella academia y que sacara tan buenas notas.
Desde los incidentes, no habían dejado
de sufrir todos a partes iguales. Pero Ron, no se hizo esperar en mostrar su
descontento para con la elección de sus padres con, los supuestos amigos, a los
que creían colegas de su hermana, cuando al servir la ensalada todos
dirigieron la mirada hacia a Glad para ver lo que sucedía. En cualquier otra
situación, cuando hubiera cogido el tenedor, la comida hubiera saltado por los
aires dejándolo todo perdido y ella estallaría en un llanto, que la obligaría a
pasar noches y días encerrada en su cuarto. Fue entonces, cuando descubrieron, que si su madre le daba de comer cual niña pequeña, los sucesos extraños no se
daban, pero no, ésta vez fue diferente. Nada de eso pasó.
—Vaya, esa academia debe ser el cielo—murmuró Ron. El
padre le dio una colleja ya que nunca se callaba, siempre decía lo que pensaba—.
y hablando del cielo, ¿hacía falta invitar a esas tres hienas que se metían con
Gladys a ton y son desde que tenía uso de razón? —despotricó
—¿A qué te refieres?—dijo la madre
—Déjalo Ron, en serio …—interpuso Gladys
—Pues a que aquellas tres carroñeras a las que habéis invitado
hacían que se comiera sus propias heces a vuestra hija, creaban rumores
pesados en el instituto e hicieron que nadie quisiera ….—Pero le
interrumpieron
—¡Basta!—espetó Gladys
—Lo siento cariño… no sabíamos nada de todo eso…—Quiso arreglar la madre
—Ya, vosotros nunca sabéis nada… pero ellas …—intervino Ron
—¡En serio, no es necesario! Tengamos la fiesta en paz.—Los
tres se quedaron helados sobre el hecho de que no protestara ni se echara a
llorar. Pero Gladys, había cambiado mucho más que en unas notas sobresalientes.
Aquella mañana se había puesto los cascos y había salido a
correr. Hacía mucho que no lo hacía en su antiguo barrio. Le daba algo de reparo,
pero ahora era una mujer nueva y ningún recuerdo pasado la iba hacer volver a
achicarse. «si tenían que mirar, se iban a hartar de lo guapa que se había
puesto» pensó, se puso su ropa de deporte
ajustada, los cascos y el cronómetro. Desde hacía ya muchos años, se había
aficionado a la música rock. Le ayudaba a liberar toda la adrenalina mientras
corría, y había algo en ellas que le hacían empezar el día con buen ánimo.
Además, gracias a ello, fue a su primer concierto con su hermano cuando tenía
tan solo quince años. Ni más ni menos que al de el Canto del loco. Luego, se
interesó por el heavy y fueron juntos a los conciertos de Lordi, Dover o AC/DC.
Ella y Ron eran uña y carne. Siempre lo habían sido y sabía que podría contar
con él para lo que fuese. Era su salvador. Quizás porque quería ser tan fuerte
cómo él, su recuperación fue más fácil, aunque cuando pensaba en lo que habían
tenido que pasar juntos… de pronto, una llama se encendió en su interior y
sintió que se iba a desbordar al tener aquellos pensamientos, sin embargo,
cambió de playlist y controló la respiración. Antes de que pasaran cinco
minutos, vio como la gente miraba detrás de ella horrorizadas, veía como la
gente se asomaba desde sus puertas y es que, allá por donde pasaba, había una
hilera de fuego que recorría la carrera que había hecho. No sabía dónde meterse
de la vergüenza, así que, comenzó a sentir miedo viendo cómo se posaban las
miradas sobre ella y cómo se arremolinaba la gente a su alrededor, sintió rabia
de ser siempre el foco de atención, en ese momento, sufrió un ataque de
histeria y sus ojos se tornaron rojos candentes, se elevó en el cielo, y salió
volando emitiendo una bola de fuego que pudo redirigir y mandarla lejos del
campo de visión.
Los vecinos y conocidos de la zona no tardaron
en mostrar su miedo y descontento, los medios de comunicación se habían hecho
con las grabaciones de la vecindad. En pocos días, la prensa estaba en la casa
de los padres de Ron y Glad, con la policía y el servicio militar también interesado en lo sucedido. Sus padres estaban preocupados por su hija, no sabían dónde se
había metido.
La prensa, los
policías y hasta los militares se hacían la misma pregunta: ¿Era Gladys un
peligro para la sociedad? Sus padres y hasta su hermano sabían que no. Pero a
estas alturas, no estaban seguros de nada. ¿Eran los medios capaces de exagerar
sobre lo que ocurría realmente? ¿La habían provocado para que todo aquello se
fuera de madre? Los padres concertaron un abogado familiar y relaciones públicas, que les ayudaría en
todos los pasos que dieran. Habían acordado no decir nada hasta que las cosas
se calmasen.
Los días
pasaban y Gladys no aparecía. En los noticiarios unos la hacían una amenaza y
otros creían que habían venido a salvar la tierra de los extraterrestres que
invadieran la tierra, algunos aseguraban que ella era una enviada de Dios. Para
cuando Gladys apareció una noche llena de cicatrices y hechos girones la ropa,
el abogado quiso saber todos y cada uno de los acontecimientos en la vida de la
muchacha, pero su hermano mayor, protector, fue quien le explicó todo lo que
había tenido que sufrir por culpa de aquella mala comunidad. Cuando hubo
recaudado toda la información llegaron a un acuerdo mientras, sobrecogidos,
recibían instrucciones del abogado.
—Deben hacer
que la audiencia se ponga de lado de su hija, y para ello he contactado con una
compañía experta en realities shows, que han creado un teaser
sobre la vida de Gladys que pondrá de manifiesto que no es una amenaza. Les
sugiero que lo veamos todos juntos, y decidan. Yo ya lo he revisado, pero
quiero vuestra opinión. —aseguró el abogado
En el DVD se
hablaban de las jugarretas que le habían hecho en el instituto, de los traumas
por los que había tenido que pasar, las tardes de terapia y multitud de moretones
con los que llegaba a casa con fotografías que había realizado su hermano
creyendo que algún día le servirían para algo. Esa fue la razón por la que se
hizo juez de estrado. Todos estuvieron de acuerdo en que debían distribuirlo a
algún canal con el que simpatizara con la idea, pero la ultima palabra, la
tenía ella, Gladys. No se decidía, por eso, les dio tres días para que lo
pensaran mientras se recuperaba en el hospital.
A todo esto, se
sumaban la multitud de ofertas en las que se la solicitaba poder hacer ciencia
con el cuerpo de su hija, una aberración, codicia y afán monetario que no
sabían de donde había salido. Pero Glad, estaba en una clínica de un buen amigo
de la familia. Por lo que, no le pasaría nada.
Su profesora de la academia se puso en
contacto con sus padres. Esta viajó hasta Barcelona, y comenzó la recuperación:
ejercicios de respiración, escritura, mindfulness y terapia de grupo y el
momento más duro, el momento más crucial para ella, contarles a sus padres
cómo se había sentido todo este tiempo cuando le restaban importancia a sus
poderes.
—Su hija no es
solo especial, tiene la capacidad de producir fuego. Es debido a la rabia que
le causó llegado el momento de las agresiones en el instituto. Por el
contrario, en nuestra academia, hemos creado espacios donde poder desarrollarla
para una tarea adecuada y precisa para ella. Así no se sentirá diferente, y lo
más importante de todo, será anónima, pero toda esa rabia y pena que lleva
dentro debe sacarla para poder dejar atrás el pasado, y sentirse en el
presente, para que pueda haber un buen futuro.
Glad y sus padres
se confesaron, lloraron y se abrazaron. Ante todo, era un ejercicio para sanar,
no para encontrar culpables. Después de aquello el gran día llegaría. ¿Debían
hacer público sus tormentos? Gladys lo tenía claro, había llegado el momento de
dejar el pasado atrás. Accedió con todo el amor y el cariño de su familia.
Pero antes de
que emitieran el vídeo, una avalancha de testimonios en los que alegaban, tener
algún que otro poder, llenaba los informativos: uno tenía telecnésis, otro
controlaba el metal, algún otro se elevaba mediante pedos estruendosos, o, por
el contrario, había otros que podían ver el futuro. Luego llegó el turno,
aquella noche, de emitir el de Gladys. La noticia hizo su efecto, la
audiencia condenó a la comunidad, y en vez de sentir arrepentimiento, la
comunidad en la que Vivian arremetió con huevos en las ventanas, pintaron las
paredes con grafiti o les insultaban por la calle cuando hacían la compra. Sin
embargo, en otras comunidades, les habían comprendido. Fue entonces cuando una
cadena emitió un especial sobre el bullying que hizo que las calles se
calmaran.
Ya llevaban
cerca de un año igual. Al fin, La televisión había dejado pasar el tema, los vecinos
simplemente habían dejado de hablarles y la familia Fernández se mudó a otro
lugar. Un lugar donde ser bien recibidos. En cuanto a Gladys, la familia estuvo
de acuerdo en que tenía que encontrar a gente que estuviera en su misma
situación, era por eso que viajaron a Andorra, y se instalaron en Tristania.
Diez años
después, la familia vivía ajena a su antiguo barrio, felices ,el mundo ya no recordaba lo ocurrido. Pese a todo, Glad alquiló un piso en el antiguo lugar de residencia, porque si algo más poderoso que luchar contra los temores del pasado, es darse cuenta de que todo pasa.
©El Rincón de Keren
¡Hola, Keren!
ResponderEliminarFelicidades por esta incursión en el complejo mundo de las súper heroínas que tanto éxito tienen en cómics, películas y videojuegos. Creo que cuando las personas tenemos problemas o nos sentimos acosadas, hemos deseado tener algún súper poder para salir cuanto antes de la situación que nos inquieta. Aunque al final, como a la protagonista del relato, es el tiempo y un poco de paciencia la que suele colocar las cosas en su lugar.
Abrazos.
¡Hola, Miguel!
Eliminar¿Cómo estás? Sí, pudiendo haber arremetido contra la comunidad, prefirió aguardar y dar valor a lo que sentía y a lo que realmente tiene valor, la familia, los hermanos, estar bien y en paz; con la dicha de que con el tiempo, todo pasa. Gracias por tu felicitación. Como siempre, creo que tiene fallos, pero me lo he pasado muy bien creando este relato. (Aunque no hayan pasado muchas personas) Gracias por tu asiduidad por mi blog. ABRAZOS Y SALUDOS!