Relatos y ejercicio de escritura (2)

 ¡Hola, mis seguidores, lectores habituales y nuevos lectores!

Hoy lunes arrancamos con uno de esos cuentos que nos de vuelve un poco de ilusión en el amor, así cómo nos hace escudriñarnos un poco en cómo nos vemos a nosotros y a los demás. A veces, creemos unas cosas de nosotros y otras, tenemos una idea equivocada de los demás e incluso podemos confundir nuestros sentimientos. En este caso y cómo excepción tenemos a un protagonista masculino. Pero además os dejo con algo para saborear mejor en ésta entrada completa. 

***

OBJETO:

Para éste relato, lo que he utilizado son un objeto y un animal. Elegí una etnia y una reflexión sobre la que la que quería hablar. 

Tú también puedes utilizar ésta técnica. 

¿La conocías?

Más abajo te dejo con el microrrelato que también está publicado en mi Instagram.

-Microrrelato-

Titulo: La Sortija 

  

Desde tiempos inmemoriales una sortija había desaparecido de la familia Fynn. Lo curioso de aquella, era que podía conceder los deseos más profundos del portador con tan solo llevarla puesta. Hecho que hacía que uno, al llevarla, se diera cuenta de que no es oro todo lo que reluce. Bien lo sabía Abad, que desde su adolescencia había escuchado a ancianos y a allegados, hablar de aquella joya y ahora que había encontrado la oportunidad, se había convertido en ladrón para que nadie, excepto él, pudiera acceder a aquel atuendo. Un poco para que no cayera en malas manos y otro poco, por codicia.

La vida de Abad era mísera, con falta de alimento y ropas lujosas. Ello no hacía que sus padres con lo poco que tenían no pudieran darles un plato de comida, al revés, a ninguno de los hermanos les faltó alimento. Era por ello que pese a que nos faltó el pensaba siempre en grande, aunque reiteradas veces le habían advertido que no jugara con su destino.

 El día que Abad vio a una mujer de la alta nobleza con un anillo que daba dos veces su mano, lo tuvo claro, se convertiría en Jean Piere. Algunos le conocerían por Carlos, otros por Juan, pero definitivamente se decidió, se haría pasar por Jean Piere. Un instructor con títulos nobeles y de prestigio irrefutable.

A su vida llegó aquella mujer de cabello rizado, mirada penetrante, ojos crema, labios gruesos y ojos inmensos. Su figura quitaba el hipo y había que reconocer que era una hermosa mujer. Lo que le llamó la atención, además de su corcel negro ágatas como ella, de piel azabache, era la sortija que colgaba de las riendas de aquel bello caballo pura sangre. Piere miraba sus ojos, los de Lady LaFleur, y se perdía. Hacía por impedirse los sentimientos que afloraban en su interior y se decía así mismo que lo que importaba era la joya, pero pronto el tiempo demostraría que estaba equivocado.

Pronto llegaría un gran convite en el que una de las hermanas de Lady Lafleur contaería matrimonio con títulos encomiables. Momento que decidió para pedir su mano, pero que no contaba con que esa noche en el evento apareciese ni más ni menos que el propio Jean Piere, el verdadero. Como no quería ser descubierto, sabiendo que la guardia estaría más relajada aprovecharía para acudir a los establos, y acceder, así, cómo tomar posesión de la sortija y alegar asuntos de urgencia con los que marcharía para siempre.

Piere pensaba que nunca conseguiría el amor de Lady LaFleur pese a que en aquellos dos años habían sido inseparables, además de su instructor de hípica. «¿Cómo iba a amar a un ladrón?», pensó. Acto seguido recogió la sortija ligada a las riendas del mamífero para llevárselo a las manos... En ese momento se desvaneció. Cuando despertó apareció en su antiguo hogar. Todo estaba cómo lo había dejado. Solo había un pequeño detalle. Era veinte años más joven y la gente, no recordaba nada de su antigua vida.

Paseando por los mercados, un suspiro y otro revelaban el estado de enamoramiento de un joven Abad Fynn. En ese momento, topó con una doncella, ¡Era ella! Seguía siendo tan hermosa cómo él la recordaba y llevaba consigo la sortija. Se acercó a ella para averiguar si le reconocía, pero no fue así. Solo el recuerdo de su amor de antaño hizo que aquella pareja de tortolitos, volvieran a enamorarse. Fue, el poder de la sortija.

Si te has sentido cómodo con éste relato, hay dos cosas de las que deberíamos tomar, conciencia. Una de ellas es cómo a veces, nuestro protagonista, sea hombre o mujer, nos lo presentan de una manera y les catalogamos. En este caso, Abad Fynn, era un ladrón que tenía una vida de mucha miseria. ¿Véis por dónde voy? Pero todo eso, es aceptable, hasta que hace el bien. 

El poder del amor, lo puede todo, pero cómo nos lo presenten es un arma de doble filo. ¿Todos lo marroquíes son ladrones? ¿Todos los marroquíes son pobres? ¿Qué pasaría si Lady LaFleur fuera pobre siendo negra? La idea a la que quiero llegar es que poner etiquetas nos condiciona nuestra forma de relacionarnos con los demás y dificulta, del todo, la vida de quién las padecen esa etiqueta. Así y todo, podríamos encontrarnos con el típico comentario... "yo no soy racista, pero lo marroquíes..." desde ya, todo lo que vaya después de un "pero" invalida la frase. Y no solo lo digo yo, también las normas de redacción que por si acaso no lo sabías todo tiene un significado. Hablemos con propiedad.

EN RESUMEN... 

A la hora de dirigirnos a alguien o de contar su historia deberíamos ser conscientes, del estigma que podemos causar, al mismo tiempo, cómo simpatizamos y nos relacionamos de la forma correcta para un buen soporte y/o comunidad de apoyo. No por pena, sino por deber. Seguimos siendo validos. No menos personas. Y para ello, un lenguaje inclusivo y adecuado, es necesario para la buena relaciones entre etnias, cultura y sociabilización. Y ya finalizando, si podemos discernir que, no hay un color, una etnia, ni forma de ser de ninguna procedencia que nos haga a unos de una determinada manera o de otra por simple hecho de ser diferente, sí, diferente, porque si es por el color de piel, nos diferenciamos, si es procedencia no somos todos del mismo país, ni somos de la misma manera que otros, somos diferentes pero es no quita que en esencia, haya algunas personas que, pese a la diferencia puedan coincidir en gustos, actos, formas de ser, formas de proceder, sin distinción alguna. Con esto quiero decir que, ser marroquí, gitano, chino, africano etc no quita que un europeo no negro sea igual a un afrodescendiente. Sin olvidar que, muchas de las procedencias, también pueden residir y haber nacido en el lugar del europeo, caucásico y que ello, le deja raíces. Pero quiero saber qué lo que tu piensas...

FIN.

PUEDES ESTAR EN ACUERDO O EN DESCUERDO, ¿QUÉ OPINAS TÚ?

***

EJERCICIO DE ESCRITURA

-FOTO RELATO-

¿SABES QUÉ ES EL FOTO RELATO?

Mediante una fotografía que te atraiga lo suficiente cómo para crear una historia... 

...Se basa uno en lo que pude suceder en esa imagen, el tema, lo que ocurrirá, dónde y ese final tan ansiado. ¿QUÉ TE INSPIRA ESA FOTO?

¿EN QUÉ ME HE BASADO?

Podéis ver en el vídeo cuatro imágenes en las que me inspirado. Me hacía ilusión que mis protagonistas fueran mujeres y el género que elegí que fuera LGTBI por variar un poco, pero sin dejar de lado la raza y las dificultades que se tienen al ser negra y además ser lesbiana. No sé si lo habré conseguido, pero espero que sí. 

En ésta ocasión, no he elegido ninguna palabra ya que, lo que quería era que vierais que con tan solo una o varias fotografías, se puede crear una buena historia. 

¿Sabías qué era el foto relato?

A continuación te dejo con el ejercicio que es el relato creado para este ejercicio.

¡FELIZ LECTURA!

RELATO:

Título: Apostando todo al negro

Recuerdo cómo si fuera ayer, cómo mi madre y mis tías me preparaban para ir a mi primera fiesta de pijama con tan solo nueve años. De alguna manera ya sabían antes que yo, que aquel encuentro era mucho más que una quedada con amigas, era... el comienzo de algo que podía ser o que podía ser que no. 

El caso era que cómo hija única, pero de familia numerosa, por múltiples primos y primas, tíos y tías y parientes lejanos, hacía que ser hija única no me costara llevarlo. Pues siempre estaba rodeada de gente, pero eso no te persuadía del dolor que pudiera sentir ni te hacía ser la más mimada. Al menos en mi caso, fueron muy estrictos conmigo, y se vio reflejado en mis notas, mi actitud y forma de auto motivarme. Muchas veces por el camino me costaba encontrarme, pero lo cierto era que, siempre tuve el apoyo de mi familia para todo y con todo. 

Esa noche, la pasaríamos comiendo palomitas y viendo películas románticas en las que la chica se enamoraba de un chico, éste hacía una gran cagada y luego ella era recompensaba con la mayor prueba de amor. Recuerdo haberme aburrido muchísimo con la retahíla de comentarios. Las chicas lo notaron, por lo que, inventaron una excusa para jugar a verdad o mentira. En una de las rondas fui la elegida y opté por verdad. No tenía nada que esconder, así que, simplemente me dejé llevar. La pregunta estalló en mis narices sin poder hacer nada por revertir el tiempo ni mi reacción; entonces no lo sabía pero aquello me iba a traer problemas, más que nada por mi naturalidad.

-¿Es verdad que te gustan las chicas?- espetó con sorna bajo una risilla que se unieron todas con Eloísa. Mi cara fue de sorpresa. Aunque ellas no pudieron contener la risa y una de ellas añadió 

-A ver, que le guste el fútbol y que la mayoría de las veces vaya con pantalones en vez de falda no la hace diferente ni mucho menos que le gusten las chicas... ¿Quién te gusta Cyntia? - trató de apagar el fuego que habían prendido... Pero no supe captar la indirecta pues ella esperaba que el nombre que saliera de mi boca abierta fuera el de un chico, pero me negué no sé porqué a darles el gusto. Para mi era una oportunidad de por fin decir eso que llevaba callando en toda mi corta vida desde el día que la vi...

-Me gustas tú...- dije cabizbaja a lo que las demás explotaron en risotadas que me dolieron menos que la cara de sorpresa y ojos como platos de Carlota. Su cara de sorpresa me hizo creer que lo que yo sentía por ella no era correcto. Pero, qué sabría yo, eran cosas de niños... 

A raíz de ese incidente, dejé de exteriorizar mis emociones y aunque pasaba mucho tiempo con la familia de igual modo, aquello marcó un antes y un después cuando llegué a los veinte años, con las mismas trabas que cuando tenía tan solo nueve años. Solo que ésta vez, contaba con la experiencia de no ser tan inocente cómo para expresar a los cuatro vientos lo que sentía y padecía. 

Por ello decidí crear una fachada. Desde que comencé el instituto fingí mi heterosexualidad saliendo con chicos. Todos ellos muy apuestos, y con ello, ganándome más enemistades entre ellas, por el contrario más deseada por ellos. Conseguí con mucho esfuerzo no mantener relaciones con ninguno de ellos, alegando siempre alguna mentira piadosa que agrandaba aunque luego al llegar a la adultez, no me sirvió para nada porque en mi primer trabajo, cómo en cualquiera que alguien emprende, siempre hay alguien que te atrae, que congenias, que habláis, hasta que algo sucede y pasáis a la acción. En estos casos puede ser una relación, algo más esporádico o en el peor de los casos si estas enamorada, no salís de la zona de amigos. 

Gracias a ella, me perdí en su ojos marrones, su cabello afro, sus curvas esbeltas, su sentido del humor , su capacidad para ver el lado bueno de las cosas y por el contrario su eterno problema con preocuparse por todo el mundo. Se notaba a leguas que había tensión sexual entre nosotras, pero los fantasmas del pasado volvieron cuando en el baño del trabajo alguien escribió "bollera" o "negra, vete a tu país a hacer tortillas" era más que evidente por donde iban los tiros. Rápidamente tomé el control y volvió la vieja Cyntia del Instituto. Me camelé a un tal Leandro, casi sin esfuerzo, que al parecer era muy popular por sus andares de manera amanerada pero que tenía a toda la oficina loca por su atractivo y su labia con las mujeres. No tardaron en disiparse los comentarios, y al mismo tiempo, perdí el contacto con ella, Lorena. 

Me odié por haber hecho aquello: escribí en su mesa bollera y luego lo fotografié y me reí de ella por tal de que, dejaran aquellos odiosos comentarios. Ella me llamó una noche llorando, preguntándome qué había hecho mal, qué me ocurría, que aquella no era la chica de la que se había hecho amiga, aquello me dolió. ¿Amiga? enfermé por un mes debido a mi estrés y a la ansiedad que me generaba aquella situación. Los médicos no sabían cuanto iba a durar aquello, simplemente me mandaron reposo y calmantes, me mareaba, vomitaba... hasta que un día llegó a casa Lorena con su sonrisa y su actitud arrolladora y no se separó de mi. Podía notar cómo se iban los males... yo me quedaba en silencio, a veces intercambiábamos unas pocas palabras, pero ella no se molestaba, se quedaba sentada leyendo una revista o ayudando a mi madre en la cocina para ayudarme a cenar o almorzar. Me sentía tan patética... había sido muy injusta con ella, intenté pedirle perdón varias veces, pero me daba mucha vergüenza. El día que por fin mejoré ella no apareció más por casa. Había perdido la oportunidad de uno, disculparme o dos declararme. Una vez me hubiera disculpado y me hubiera perdonado iniciar algo. Sin embargo, aquella oportunidad se había marchado de viaje, muy lejos, a Latinoamérica ni más ni menos. Lorena se fue por una oportunidad de trabajo que no podía rechazar y no la culpo después del calvario que la hice pasar... 

Mi madre y mis amigas se dieron cuenta en seguida de mi apatía y mi perdida de peso y apetito. Mis primas y amigos me decían que cómo no hiciera algo con mi vida me iba quedar en nada. Pasaba los días en blanco, hacía meses que no sabía nada de ella, tampoco la escribí. No sabía que decirle, cómo proceder.... 

***

Pasaron tres largos años en los que parecía que había olvidado por fin aquel viejo amor que me parecía imposible. Pero debió ser la casualidad o el azar , la magia o la vida que te pone a prueba. Tomando café con unos amigas, la camarera se acercó a tomarnos nota y en su pecho vi su identificación y una lágrima fugitiva cayó rabiosa sin saber porqué al ver el nombre de Lorena en su camiseta. Obviamente era una persona con el mismo nombre, no era ella. No entendía porque me ocurría aquello. Mis mejores amigas, heteros las dos, me cogieron por banda y me dejaron las cosas claras. 

-¡Ya está bien! Está claro que a situaciones difíciles medidas drásticas. -dijo pero yo estaba en otra onda- Cyntia, creo que no me captas. Ve por ella-. Reveló mientras un puño cerrado presidia la mesa antes de que nos sirvieran el café y el barullo se hacia cada vez más persistente en el local. Pero me obligaba a no pensar en ello, no quería aceptarlo. -...si no lo haces, te arrepentirás toda tu vida y no hay nada peor que no ser feliz en esta vida. tenemos algo para ti que hemos descubierto y que creemos que debes saber... 

-Decidme... - logré decir sin animo ni interés 

-Hemos descubierto que Lorena... tu Lorena, está muy enferma pero no sabemos qué le ocurre, solo sabemos donde trabaja,. Nos ha sido imposible saber donde vive, por las leyes de protección de datos...- me levanté agitada de la silla - toma esto lo hemos comprado para ti, no te preocupes por el dinero. 

Era un billete para México, para esa misma noche. 

-chicas... lo siento... 

-Vete ya hacer la maleta que lo estás deseando... - rieron y añadieron-: nos vemos allí dentro de un mes 

-¿Dentro de un mes?- me sorprendí -....Pero os habrá costado un ojo de la cara

-Calla y vete de aquí, nos vemos allí. y recuerda, pase lo que pase, estaremos aquí. 

Tras varias horas de vuelo y cansancio, además de Jet Lag, maldije el cambio horario. Una vez instalada en el hotel me tocaba seguir las instrucciones de mis amigas. Preguntando gracias al boca a boca pude llegar al trabajo de Lorena para darme de bruces y confirmarme que esa semana, tampoco trabajaría. La dependienta debió ver mi abatimiento por que me entregó un papel con la dirección del domicilio de Lorena. Estaba nerviosa y contenta al mismo tiempo. La mezcla de emociones era una sensación horrible porque ganaba por momento los nervios y el miedo al rechazo. 

Cuando estuve en la puerta allí plantada durante al menos, diez minutos que me parecieron horas, por fin toqué al timbre y me abrió ella misma. Iba en pijama con una manta por encima y un pañuelo. Me asusté. 

-Espero llegar a tiempo... -apostillé al no saber qué decir 

-¿Cyntia? ¿Qué haces aquí? ¿A tiempo para qué?

La besé, besé esos labios carnosos que siempre me habían vuelto loca, la apreté contra mi y la abracé tan fuerte que pensé que la iba a romper, nos fundimos en un fuego más que romántico del que pudiera imaginar, mientras de su cara emanaban lágrimas, aun no sabía si eran de felicidad o de enfado... así que hice una pausa y debió notar mi preocupación, me introdujo en su habitación sin decir nada. Desde ese día... ¿Cómo os lo digo? México es mi segunda casa. 

FIN.

***

ESPERO QUE HAYAIS DISFRUTADO TANTO CÓMO YO CREANDO LA ENTRADA DE HOY. 

Es verdad que en realidad, el ejercicio de escritura era para el miércoles, pero me parecía adecuado dejar más días de descanso, y además me hacía ilusión hacerlo así. Se me ha metido en la cabeza y hasta que no lo he hecho, no me he quedado a gusto. 

Si te ha gustado éstas técnicas, me gustará saberlo y si lo creas en cuenta o blog, no olvides mencionarme. en Instagram @kturmo 

en Twitter @KTurmo 

Y si no recuerdas cual fue el anterior ejercicio de escritura, te lo de dejo AQUÍ

Una cosita más, 

mi vuelta, será poco a poco. 

GRACIAS POR VISITAR MI ESPACIO,

GRACIAS POR LEER Y COMENTAR

©El Rincón de Keren