Muérdago en navidad

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Por lo general, mi vida gira entorno a los quehaceres de la Universidad por lo que no tengo mucho tiempo para ocupar mi mente en otras cosas y cuando consigo tener algo de tiempo, lo dedico a leer y buscar esos libros que hacen que mi mundo, cobre sentido. Es un hecho que mis amigas sepan que las navidades no me gustan, de hecho, la que me conoce sabe que sigo un ritual riguroso en el que me siento orgullosa de no estar atada al capitalismo, por ende consumismo y las irrefrenables ganas de estar feliz y rodeada de gente, no me acusa la imperiosa necesidad de tener pareja y hago gala de ello, pero a veces, hay algo que lo pone todo del revés cuando intentas con todas tus fuerzas seguir tus principios. 

Para contar mi historia me remonto al noviembre de aquel año 2020. Mi reciente ruptura me había dejado vencida, y con ella, me embarqué un ciclo vicioso de ingesta de dulces, llorar viendo "Perdona si te llamo amor" y por ultimo , como plato especial, "Palmeras en la nieve" después de esa dosis de amor, me adentraba en los mundos del terror con "Psicosis" "Jack el destripador" o "El silencio de los corderos" precedida de una urgente y sugestionada cantidad de golosinas varias, lo que en mi familia llaman, marranadas. Se convirtió en mi tradición así cómo adquirir los paquetes de mujer activista, una revista que adquiría todos los meses a través de internet para mi despliegue de conclusiones cuando me preguntaban el por qué de mi rehuir en estar en familia. 

- Pero Tata, a este paso te quedas sola y matas de un infarto a la mama.- emitió un suspiro y prosiguió-: Haz un esfuerzo y ven a verme hermanita... - Por lo general mi hermano lo intentaba una vez y daba por concluido su ruego, ya que, me mantenía en mis trece y eso hice durante al menos dos años consecutivos. 

Aquel carnaval ya estaba temiendo que los disfraces fueran los típicos de siempre, de conguito, de Rey Baltasar con betún o el típico cavernícola con la cara pintada de negro... Otro motivo para no celebrar ninguna fiesta. Aquella noche terrorífica me disponía hacer una gran sesión de lectura mientras iba preparando las pizzas caseras y el maratón de pelis al tiempo que esperaba a mi mejor amiga Deisy. 

Ella llegó a casa con una bolsa. Su particular ritual era vestirse de putón diabólico como cada Halloween, beber hasta perder el sentido, y en el mejor de los casos liarse con algún tío mientras a la mañana siguiente se escabullía para no saber nada más de ellos. No entendía esa actitud si lo que quería era estar en el mercado de las relaciones. Pero era mi amiga y no la juzgaba. Se espatarró en el sofá no sin antes dejar delante del baño la bolsa con el disfraz que se pondría esa noche, para luego irse con sus amigos. La sesión comenzó. Nos cubrimos entre mantas. Nos sabíamos los diálogos al dedillo pero Deisy siempre se asustaba cuando veía aparecer a Jack el destripador. Me hacía gracia y se lo hacía saber. 

-Menuda amiga estás hecha si nos entra un ladrón a casa-dije observándola taparse los ojos mientras a tientas buscaba, disimuladamente el bol grande de palomitas 

-Lo que no entiendo es cómo me enredas todos los años para hacer esto... - resopló debajo de las mantas y añadió-: ¡Se acabó!- dijo mientras se dirigía hacia el baño volviendo a los segundos con dos bolsas, lo que me extrañó.- Vas a ponerte esto, no vas a rechistar y conocerás un guapo chico que con suerte será encantador y quien sabe qué más cosas puede albergar la noche... 

-¿Tan necesitada crees que me siento? las fiestas nos hacen  la inoportuna declaración de hacernos creer que necesitamos estar en compañía.- me subí las gafas para enfatizar el tema- es todo una excusa del patriarcado para que además de estar obsesionados con tener pareja, consumamos doblemente, es decir, por dos. Y qué decirte de las navi...- pero no me dejo terminar el argumento 

-¡Ah, no! Becca, no me vas a enredar con tus explicaciones sin fin con la intención de que me canse y me sienta miserable. Es posible que seas una mujer independiente y que no quieras emparejarte o no consumir en grandes cantidades. Pero hasta ese tipo de mujeres se divierte... 

-¿Qué me estás queriendo decir con eso Deisy... que nos conocemos...?-advertí 

-Pues que le quitas la gracia a todo, chica. Sabes, desde tu explicación científica sobre cómo surge el amor en nosotros... - dice con reparo... - Llevo años sin poder tener una relación en condiciones. Y es injusto creer que es todo químico porque por amor, estás más feliz, te vuelves loco, cometes locuras y harías lo que fuera por esa persona. Creo que... -suspira... - Tienes que divertirte... 

-No voy a entrar ahora en el mercado...- busco otra excusa en el baúl de las ocurrencias- tengo que estudiar y... no tengo ganas. No estoy para eso Deisy.. 

-¿Quieres convertirte en la señora de los gatos?- arquea una ceja y pone los brazos en jarra enfatizando más su postura con un movimiento de cadera. A los minutos estallamos en carcajadas... 

-Esto de Halloween no es lo mío.-confieso 

-Mira el disfraz. Te maquillaré y verás si estás hecha para esto o no. -hizo una pausa, y mientras, se acercó estrechándome las manos para sujetarlas- Te escondes bajo una capa de libros y una fachada que te han tenido demasiado tiempo oculta. ¡Déjate ver! - Me arrebuje entre las mantas tapándome la cabeza con mis trenzas

-Lo de que el amor es bonito... es cuestio... 

-¡Basta! ¡Entra en el baño a la de tres! Uno... dos... 

-De acuerdo, de acuerdo- Por la cuenta que me traía y si no quería que comenzara a decirme las veces que me había sacado de las castañas cuando no quería a casa de mis padres por navidad, accedí ya que le debía unas cuantas 

Nos arreglamos tal y como había previsto mi amiga y nos dirigimos a la fiesta más cercana donde había quedado allí con un grupo de amigos. La gente iba y venía. Era una casa adosada. Alguien había organizado una fiesta anónima y se habían animado, bastantes más personas de las que yo me imaginaba. A un lado de la casa la gente orinaba y fumaba. En la fiesta había bastante gente vestida de las guerra de las galaxias, un Spiderman bocazas al que le habían metido dentro de un cubo de agua por su insistencia en que podía beber más y al parecer siempre perdía... lo dejaron por imposible tirado en el suelo echando la vomitera de su vida y parte de la mía, las chicas sin embargo iban de diablas, de mujeres de compañía con un escotazo que dejaban nada a la imaginación, los había más discretos, cómo de Superwoman o de Pipi Lanstrum, haciendo concursos de camiseta mojada. 

Boquiabierta, tan ensimismada por lo acontecimientos, un chico que no iba disfrazado chocó contra mí quedando boquiabierto.

-Vaya, de todos los disfraces de mujer maravilla, este es el mejor... - dijo uno de sus colegas 

-¡Piérdete Klaus! - le llamó así por que iba vestido de Santa Claus con una barriga exagerada. O eso creía. Se acercó a mi e intentó suavizar la situación- Está borracho, no le hagas caso... puedo invitarte a algo- Deisy me dio un codazo al ver que me había quedado bloqueada, pero reaccioné y la llevé al interior de la casa confundiéndonos con las luces discotequeras, el gentío y la música 'house'. Definitivamente era el lugar idóneo para que mi amiga no me diera la vara con lo que acababa de hacer. Oportunidades bla bla bla… 

Mi acompañante hizo un gesto para ir a por unas bebidas pero se vio interceptaba por el baile animado de unos cavernícolas con la parte de arriba descubierta deslumbrando con unos abdominales cual WWE, hasta yo quedé impresionada, sin embargo, de ese modo aproveché para escabullirme en cuanto desapareció mi acompañante, a los baños. Como sabía que si me iba, mi mejor amiga me lo recodaría hasta el fin de los días, me había metido en el bolso un libro y allí en un baño lleno de papel higiénico, orín y colillas por doquier, me dispuse a terminar "La historia interminable". 

Llevaba ya un buen rato leyendo cuando alguien sin querer abrió la puerta. 

-¡Vaya! de todos lo lugares de la casa, donde menos esperaba encontrarte es en el baño. 

-¿Es una broma? Ja.- Ja. -Ja. - dije con sorna

-Veo que te gusta leer... - sentí más calor incluso del que ya hacia en mis mejillas negras

-Ya sé lo que debes estar pensando... - quise excusarme 

-Ah! y ¿Qué es lo que pienso? yo solo veo que tengo una buenísima oportunidad para enseñarte un lugar mágico, pero es solo si te atreves a dejar atrás estos limites...- me guiñó un ojo el chico sin disfraz de la entrada que habíamos encontrado anteriormente- ¡Sígueme! - como no tenía nada mejor qué hacer, le seguí haciendo caso a lo que tantas veces me habían dicho, que me dejara llevar. 

Caminamos hasta llegar a la parte trasera de la casa, donde un edificio grandioso, pero lúgubre, residía en el más absoluto desconocimiento para los fiesteros.  Nosotros estábamos a punto de profanarlo. 

La puerta estaba abierta pero la del interior no. Sacó del bolsillo un manojo de llaves y me indicó, una vez más, que le siguiera. A travesamos un largo pasillo hasta llegar a una gran puerta, cuando al abrir lo hallamos. Quedé sorprendida a la vez que complacida. Toda la estancia estaba armada hasta los dientes de libros variados. 

-Esto debe ser el universo friki para ti, ¿no?- intentó bromear 

-De quien son todos estos libros... - dije deslizando los dedos por lo lomos de cada libro cual más hermoso a cada paso,  impregnándome del agradable olor añejo 

-Pues son míos y en su día lo fueron de mi abuelo.

-Es maravilloso... - Estaba tan ensimismada que escogí un libro, lo abrí y me acomodé en una de las butacas mullidas de color verde que combinaba con un sofá a juego. 

No recuerdo cuanto tiempo pasó desde el momento en que cogí el libro y me puse a leerlo, para cuando alcé la mirada él estaba en el sofá observándome. Sus ojos denotaban alegría y una sonrisa leve de complacencia, inundaba su rostro... 

-¿Sabes? No hay muchos ratones de biblioteca que haya conocido... 

-Perdón, se me ha ido el santo al cielo, que grosera...

- No, quiero decir que...- me escudriño una vez más logrando mi nerviosismo y siguió-: La mayoría de las chicas a las que he traído con la intención de... 

-Vale, no digas nada más...- me dispuse a salir por la puerta cuando me detuvo 

-... ¿Siempre eres así de impulsiva? iba a decir que ninguna de las chicas que he conocido se ha interesado en  libros y mucho menos tenía alguna neurona para ser acertados.- aseguró 

No quería ser su experimento para saber, si realmente, era la mujer de sus sueños, por muy guapo, alto, ojos ámbar, labios carnosos, cuerpo fornido, o buen porte que tuviera. Quería salir de ahí y así lo iba hacer ,pero me retuvo cogiéndome del brazo. 
 
-¿Te vas?

-Creo que por hoy he tenido suficiente 

-Espera, quiero volver a verte... esto... - dijo tartamudeando mientras me seguía por el largo pasillo- al menos dame tu número de teléfono- cruzamos la enorme puerta del jardín y volvimos a congregarnos a los sonidos estridentes de una fiesta que parecía no tener fin -. Dime si te volveré a ver... - hizo varios intentos por cortarme el paso pero tenia que buscar a mi amiga aliada para que me sacara de aquel embrollo. ¿A mi me iba a pedir el número de teléfono ese golfo?

En el momento justo me la encontré. Fui iluminada con la presencia de mi acompañante aliada cogida de la mano de un chico. Luego de darme el sermón, ella insistió en quedarnos un rato más, pero yo arremetí en contárselo a su hermano mayor que era muy puritano, y por esas me salvé, no sin antes ver cómo el chico con el que había compartido una estancia tan bonita, se acercaba a mi amiga y le chocaba la mano al chico que la acompañaba. Duró unos segundos, por lo que salimos de allí escopeteadas en el taxi con el rímel corrido, ojos panda y con mi amiga cabreada porque no había conseguido llevarse a la cama a aquel tío. No me lo hizo saber, pero nos conocíamos de hacía mucho tiempo ya, y sabía de qué pie cojeaba. 

Entonces, me eché a llorar sin motivo, mientras el taxi recorría las calles llenas de relente por la noche fría que nos anunciaba la llegada del otoño. Mi amiga me abrazó y me enseñó su móvil, en la pantalla había un nombre que desconocía. "Orlando".

Nos miramos y ella me guiñó el ojo. Supe que era el chico con el que había pasado la noche en aquella sala llena de libros. Ella me apuntó el numero en mi agenda, y esa noche la pasamos juntas. A la mañana siguiente ella se marchó. Yo hice un recordatorio a cámara lenta con flashes, de todo lo que había ocurrido. Tenía su número, pero no sabía si debía llamarle, pues rompería todas las barreras y los principios en base en los que me había cimentado. Decidí descartar la idea de llamarle. Y así, pasaron los meses echándose encima la navidad. 

***

Aquella noche habíamos quedado en un bonito restaurante Deisy y yo. No era extraño que hubiera retomado viejas costumbres y me hubiera obcecado en no querer salir a ninguna parte, por lo que, una vez más, a regañadientes, salíamos juntas con la promesa de que tenía una sorpresa para mí. 

A las nueve estaba lista y en la puerta del restaurante tal y cómo habíamos quedado. Eso sí, la condición era que podía vestir cómo yo quisiera. Muestra de ello era mi jersey amplio y suave, con unos pantalones holgados, el cabello recogido y mis gafas de siempre, las viejas. A la media hora, Deisy llegó deslumbrante cogida de un chico al que no recordaba. Ella me hizo saber que era el mismo chico de la fiesta de Halloween. Por un momento, la vi más relajada, más centrada, exultante, rabiosa de felicidad. Y aquello, la sentaba de maravilla. No pude reprimir cierta envidia que disipé encendiendo un cigarrillo después de decirme ambos que esperábamos a otra persona. 

Cuando lo vi llegar, no me lo podía creer. Maldije a los dioses y, no nos engañemos a aquella pequeña mentirosa que tenía por amiga, por no haberme arreglado más. ¡Era él! El chico con el que compartí lectura, Orlando. Sin embargo él, no parecía extrañado en verme así vestida, tan... desaliñada para la ocasión. Mis mejillas se encendieron al darme él dos besos y verle tan bien arreglado. ¡Tierra trágame! 

Pasamos una velada agradable hablando de estudios y trabajo. De fiestas y de responsabilidades. Luego cómo si la prisa les picara, Deisy y su acompañante Rubén, se retiraron alegando estar muy cansados, pero las bromas no cesaron, todos sabíamos qué quería decir aquello. Entonces, nos quedamos solos, él le dio un sorbo a su vaso de vino, yo hice lo mismo y nos encontramos con la mirada. Podíamos ver como la gente deambulaba de un lado al otro, ya que, nuestra mesa daba al exterior. Los adornos navideños, lucían cómo nunca... el camarero nos hizo saber que tenían carta de postres. Luego de acabar un tiramisú y hacer la sobre mesa, charlando sobre libros, dando nuestros puntos de vista sobre diversos temas y reírnos sobre su amigo Klaus, al que por cierto su apellido era el mismo, nos motivó  a reímos al unísono y destensar el ambiente. Llegado el momento, quedamos callados. Como si esa fuera la señal para preguntarnos, algo más allá. 

-No he dejado de pensar ti..- dijo rabiosamente mientras hacia esfuerzos por controlar mi corazón desbocado tras la noticia. ¿sentiría lo mismo que yo o era un ligue más?

-¿Ah sí? -quise saber pues yo también lo había hecho 

-Sí, Becca. Quedé prendado de ti.- aseguró mientras mis nervios iban en aumento 

-Y ¿Qué estás pensando en apuntarte otro tanto?- le puse a prueba 

-Si te digo que he quedado prendado de ti, no es que seas la mujer con la que quiero pasar el rato o una noche y ya está, Becca. Eres inteligente, guapa y con sentido del humor. Nada me gustaría más que fueras mía. - ¿Mía? me creía de su posesión, este tío no era para mí. Acto seguido de escuchar sus palabras sin mediar palabra pedí la cuenta y me marché pero intentó pararme por todos lo medios. 

-¿Pero qué narices te pasa? - dijo extrañado 

-¿A caso crees que soy un coche o una casa? no soy de tu posesión.- apostillé 

-Oh! No quería decir eso. Venga vamos, no es posesión sino una forma de decir...- tragó saliva y dijo- que me agradas

-Pues vaya manera de decir que te agrado. Todos los hombres pensáis en lo mismo, todos sois iguales, en cuanto te quieres dar cuenta, te giras... y... - me plantó un morreo en plena calle a dos manzanas del restaurante, casi me flaquean las piernas pero él me sostuvo de la cintura y añadió 

- Me gustas muchos Becca - alzó la vista para ver su alrededor como para cerciorarse de algo, los villancicos habían llegado a la ciudad, alzamos la vista. Ahí estaba un muérdago, justo encima de nosotros. Nos miramos y nos sonreímos. Sus ojos irradiaban júbilo como imagino los míos lo hacían. pero el insistió.-Becca, necesito que me lo digas, necesito que me digas...- le apostillé un beso y le dije mientras entre abría los ojos y los labios 

- Te quiero. 

Y fue así cómo mi ritual navideño pasó a ser una noche de fin de semana de horror fantasmal en modo parejita para descubrir que, no eliges el amor, sino que el amor te elige a ti. 

Felices fiestas, 
No dejéis de creer. 


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