Relato: La lucha por el recuerdo

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El camino seguía siendo largo y duro pese a que su amiga Ding—Dong se había empeñado en que hicieran aquel recorrido pedregoso e infestado de Dragon—Keys de dos cabezas que custodiaban los portales que invisiblemente los humanos cómo ella solo conocía, porque habían escuchado viejas historias de niños. Ahora, encerrada en aquel mundo, en el que no encontraba salida, cada vez que intentaba recordar, su amiga, se volvía revoltosa.

—Pero a ver, ¿no me habías dicho que si íbamos a la Torre negra todo tendría sentido?

—Na vais a començar otra veis con lo mismo, tu corason noi entiende de magia para el mundo queste, … — Ding—dong intentaba hablar en aquella lengua que parecía más portugués que gallego, pero que se empeñaba en pronunciar porque no le daba la gana hacerse entender debido a su alcoholismo. Ding—Dong, era una duendecilla pequeña con mucho genio que no se acobardaba por nada ni nadie

—Ya estamos otra vez. Ahora me hablas en este idioma. No te hagas la longui que sé que sabes hablar muy bien castellano. Lo que… — algo se movió entre las dunas y los relojes gigantes que amenazaba con atacarles… Ding—Dong se puso en guardia y pese a su embriagados, sostuvo la espada que era más grande que ella. Le asomaba a Kryssia una sonrisilla ya que aun no había visto, de lo que era capaz con la espada, pero sí con su magia.

Miraron a un lado a otro, y la bestia se hizo ver. Dingo—Dong aumentó en tamaño convirtiéndose en una doncella de cabello largo y moreno de trenza larga y piel terrazo que sabía muy bien como manejar la espada y su magia. Unos movimientos aquí, un golpe por allá y aturdió a la bestia mientras la atenzaba por el cuello con los brazos que le envolvían para sonsacarle información.

—¡Quién te envía, escoria! — la bestia no podía respirar e intentó deshacerse de Ding—Dong

—De acuerrrdo, acuerrrrdo… El Rey Emirates intenta apoderarse del mundo mágico y del humano.

«Puede que sea una gruñona y una bestia, pero tiene sus métodos», pensó Kryssia.

Acto seguido, Ding—Dong le hizo una marca y lo deshizo de entre sus brazos para la bestia salir volando en un intento desesperado por escapar lo más lejos posible, pero el duende sabía que a lo que había ido era a por refuerzos.

—¿Por qué le has dejado marcharse?

—Vámonos, estamos en peligro. Pero ahora sabe que debe temernos. —volvió a su tamaño habitual diminuto y se metió en el bolsillo de Kryssia—. La batalla comenzará esta noche y solo si vencemos a Emirates lograremos regresar a tu mundo.

—¿Conoces a Emirates? … me resulta familiar el nombre… — pero un ligero dolor en la sien la obligo a curvarse

—Es la magia del enclave

—¿El enclave? ¿Qué es eso? —acto seguido el recuerdo de una chica con la que reía y se abrazaban se sucedió en su cabeza y todo cobró sentido cuando la figura de un hombre las encerraba en un sótano.

—¿Le has visto verdad, mi niña? Es él, se ha metido en tus recuerdos…

—¿Él? Ahora que se que puedes ver lo mismo que yo te diré que ese era mi tío.

—No, ese es Emirates en el cuerpo de tu tío.

the Fearie folk 


Kryssia quedó extrañada aún curvada con una rodilla hincada en la arena. Pero a medida que llegaban cerca de la Torre Negra, sus recuerdos se hacían más lúcidos y lograban hilar cabos. Ahora ya sabían que, Emirates había secuestrado a su mejor amiga, y que Kryssia había perdido la memoria al tratar de salvarla, pero un miedo atroz se había apoderado del corazón de la joven. Sin embargo, al llegar a Camelia, en la taberna hicieron migas con un guerrero retirado, cojo y con tres ojos de grandes músculos y humor negro que a Ding—Dong le hacía partirse de risa. Ella no le encontraba gracia alguna, pero se había ofrecido a enseñarla a luchar gracias a los poderes de los relojes de arena del desierto que cambiaban con la luz del universo. Tenía que aprender usar la fortuna del viento del universo para poder dominar la magia que había en su interior. Transcurrieron días o semanas, no lo sabía con certeza. Por otro lado, había crecido, y ahora era más alta, más esbelta y con más fuerza que cuando llegó. Ding—dong, cuando vio que estaba preparada la condujo al bosque de las elfas Verdes, allí tuvo que luchar contra un montón de pensamientos que se introducían en su pensamiento ya que las elfas no usaban su voz, y por eso solo les podían escuchar los niños. Usaban la voz interior.

En el tiempo que estuvieron allí, trabajaron la paciencia, pero estaba tan mareada y sobrecargada de pensamientos, que pensó que no lo conseguiría. Aquello parecía una tortura salvaje. Para alegría de todas, estaba a punto de lograrlo…

Demasiado lento por lo visto ya que, Emirates había invadido el enclave estelar y aquella noche habían entrado en guerra. Guerrero reales y soldados de todas las regiones y formas posibles combatían contra Emirates y sus secuaces de cabezas gigantescas y narices prominentes. En un descuido, Kryssia pudo abrirse paso entre los cabezudos, para encararse con Emirates que se escondía tras los grandes en una cúpula de cristal elevadora que se desplazaba, Kryssia se introdujo en el interior y tras pasar varias salas del lugar finalmente dio con Emirates, y su sorpresa fue máxima. Un diminuto hombre sentado en un gigantesco cojín de oro Saltaba y daba ordenes, de acá para allá mientras seres que le triplicaban en tamaño amedrentados obedecían. Kryssia, a estas alturas había comprendido que el tamaño no era lo importante sino lo que había en el interior. Y Emirates poseía mucha magia en su interior, o eso creía.

Ding—Dong, distrajo a los esclavos de Emirates y en cuanto la sala se quedó vacía Kryssia corrió al tiempo que blandió la espada para clavársela y este aumento acto seguido de tamaño convirtiéndose un hombre de cabello largo y melena lila que hacían juego con su bigote y su atuendo del mismo color, para bloquear mentalmente a la joven, que no había acabado su instrucción con los pensamientos. Comenzó a sentir descargas de pensamientos negativos. «No vales para nada» «No puedes con esto» «Ríndete, no es necesario que sigas» pero Kryssia se resistió y pudo deshacerse de los pensamientos gracias a Ding—dong que le lanzó una bola de fuego haciendo que la cúpula se tambaleara. «Buena distracción», pensó la joven.

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—No podéis conmigo, olvidáis que puedo adelantarme a vuestros pensamientos… ¿No te lo ha dicho tu amiguita diminuta bastarda? — Ding—Dong aumentó en tamaño y enfureció para blandir la espada y emanar de esta un fuego azul que hacia juego con fuego de sus ojos. Los dos se miraron lucharon a golpe de sus armas emitiendo ondas expansivas, que hacían zumbar los oídos a Kryssia. Se quedo inmovilizada, no sabía cómo debía proceder… Comenzó a empequeñecerse interiormente. Pero un grito de guerra de su amiga rebelde la sacó de sus cavilaciones…

—¡Ahora noi niña! ¡Esto es la guerra! — emitió un sonoro grito y se abalanzó cuerpo a cuerpo contra Emirates pero este la lazó por encima suyo hasta transportarla del impacto al fondo de la cúpula…

—Ahora por fin voy a destruirte, a ti y a tú hermana…

—¿Mi hermana?

—No me digas que tu amiguita no te lo ha contado…

—A caso no la reconoces… — Emitió una carcajada grave — haz un poco de memoria y recuerda a esta bastarda

Kryssia la miró magullada pero un recuerdo acudió a su pensamiento.

—¡No puede ser! — gritó Kryssia — Mi hermana murió en un accidente de coche…

—Esto es muy cansado… —suspiro Emirates—. …Ese día no os encerré a las dos en la alcoba, sino que fue solo a ti, tu hermana Laysa me rogó que no te hiciera nada, que haría lo que fuera, y la convertí en lo que es ahora… no es nadie… sino un duendecillo atrapado entre dos mundos… ni tan siquiera es la fuente de energía de la que tanto se ha hablado en los siglos entre los dos mundos. Cómo no me servía...—Las lágrimas y la rabia salieron de súbito del cuerpo encendido de Kryssia que blandió la espada y se la clavó en el corazón sin que pudiera zanjar su discurso.

Gracias al poder que había en su interior y su valentía venció a Emirates, logrando restablecer la paz entre los dos mundos.

Ahora debía decidir junto a su hermana, si volver al mundo real o quedarse en el enclave. Se miraron, se cogieron de la mano y no miraron atrás.

FIN.

©El Rincón de Keren 

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2 comentarios

  1. Espero que las dos hermanas ya no vuelvan a separarse, da igual si el mundo real o en el enclave. Me gustó. Un abrazo.

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    1. Hola, guapa!! Me gustó especialmente crear este relato porque me recordó a una época en la que devoraba los libros y los disfrutaba sumamente. Así que esto es, por todas las lecturas que he leído de fantasía, que han sido pocas, pero muy enriquecedoras. No descarto crear más relatos parecidos. Gracias por pasar por aquí. Nos vamos viedno, saludos y abrazos, feliz miércoles.

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