Relato: El pacto regresivo

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A esa vocecilla que me dice... "Continúa"



 

RELATO



Ya hacía veinte años que todo había acabado. Ahora se sentía con el suficiente ánimo cómo para dedicar su vida a aquellos estudios que realmente le nacian. Después de haber viajado lo suficiente cómo para darse cuenta de que su vida, no giraba entorno a los deseos de los demás, con más experiencia y con la calma inquebrantable de creer que todo iría según su calidad en haberse dedicado tiempo a ella misma, Karena estaba dispuesta a ir con todas, pero para ello, tendría que ponerse a prueba…

La sensación de que todo lo que iba descubriendo en cada clase online, era una forma de la cual, poder sacar una lección de vida, era creciente y se sentía entusiasmada, contenta. Cada vez creía a ciencia cierta que había tomado la mejor decisión. Pronto aplicaría a las redes sociales su talento e iba probando y recogiendo información de la red y de su curso. Algunos la tildaban de cultureta. Quiso decir algo, pero calló. En su lugar, plasmó una reflexión en la que explicaba todo el proceso por el cual creía que aquello era cómo era.

Sabía que no había hecho nada malo, simplemente había expuesto sus hechos y conocimientos. Pero, ¿Por qué otras personas lo hacían y era veraz, y sin embargo, cuando ella tenía una buena forma de hacer reflexionar a su audiencia, la cuestionaban, o la sacaban a relucir que lo que había dicho era cuestionable?… Sabía que a lo largo de la historia a las mujeres se les había de probar sus capacidades, que en este siglo, todavía había gente que prefería ir al sol que más calentaba en un, todos contra todos, en un afán por ganarse esa “amistad de apoyo” para reírse de alguien. O lo que más fácil se conocía como el cotilleo de" radio patio " que tenía miga, la burla fácil, y a lo que sacar unos cuantos chistes…

Aquello la devolvió de nuevo a los años en que cursaba Instituto: El vacío de los que no la hablaban porque le hacían de menos y no querían quebrantar el silencio. Cómplices, de algún modo, de la tragedia de lo que era dejar de lado a alguien. Sabía que esas personas lo que querían era hacerla sentir pequeña, pero una, vez más, sintió que no quería que hablaran de ella, ella quería hacer lo suyo, y que la dejaran en paz.

Marlen había visto el trabajo de Karena ,y junto con otros internautas habían creado un grupo en el que cada vez que Karena se desahogaba en las redes sociales, habían acordado algo.

“Con la cantidad de seguidores que tiene y no se siente agradecida. Es una desagradecida”

“Hombre el número de seguidores y audiencia no es comparable al amor que se siente por uno mismo, y quien diga que los 'likes' y los comentarios, son amor, está muy equivocado. Nunca podrán suplir un abrazo, unas palabras cálidas o un café en persona”

“Ésta lo que tiene es más cuento que calleja. Aquí nos matamos para ser leídos y esta se queja. Más quisieran algunos…”

“Mirad, ya ha vuelto a explotar, la verdad es que su último post es muy bueno, y lleva toda la razón.”

“Pues coméntale.”

“¿Yo? Hazlo tú. Yo no voy a entrar en su blog”

“Vamos a reírnos de ella que esta se cree demasiado. A ver si se da cuenta de una vez que es una privilegiada.”

“Y porque no directamente se lo dices y ya.”

“Eso no sería tan divertido. Y se pondría en plan melodramática. Venga ya, esa tía seguro que está loca, os juro que no está bien.”



 «KARENA: Harta de que solo me quieran para lo mismo…»


«Marlene: Cuanta cantidad de porno se puede contener en una persona, es una pena que se desperdicie cuando otros no pueden… el exceso de confianza por las mañanas con un café trae lo que trae...»

...A los pocos minutos la red se hizo eco de la indirecta que todos y cada uno, los del grupo y los que no, comentaban a fin de seguir la cadena de aquello que ellos llamaban “A ver si se da cuenta” era algo simbólico, era algo que nadie decía con sus propias letras, ni con la voz, sino que desde la burla habían pactado no decir directamente qué era lo que les molestaba de ella o qué les hacía reaccionar así.

Algunos no decían nada por vergüenza, y otros porque estaban hartos de su poca autoestima pensaban que Karena estaba destinada al éxito, pero ni por activa ni por pasiva ella se daba cuenta. No obstante… ¿era eso cierto o solo querían pasar un buen rato, haciéndola creer que estaba loca con sus indirectas?…

Aquella noche, harta de tantas indirectas, se sinceró con sus lectores. Algunos solo leyeron, otros pensaron que era otra más con sus quejas y muchos otros aprovecharon para hacer memes sobre lo que acababa de decir, mientras que otra parte pensaba que tenía razón, pero no le decían nada porque consideraban que tenía que darse cuenta ella sola. Sin quererlo, aquella red habían firmado un pacto de silencio que no hacía falta nombrar. Un código establecido socialmente que hacía que Karena, se negara a tolerar, cayendo en la falsa creencia de que lo que ella quería, era aceptación.

«Si solo alguien viera, el buen trabajo que estoy haciendo…», pensó Karena


Dedicaba horas enteras a idear contenido para sus lectores, se quedaba hasta las tantas leyendo, revisaba aquello que podía ser relevante, salía a caminar, llevaba una vida saludable, estudiaba por las noches y al mismo tiempo, aprendía por su cuenta conceptos que le servían para su proceso de viaje… Poco a poco a sabiendas que lo que la hacía valiosa era lo que ella era y cómo le hacía sentir aquello,  otro comentario acusador llenaba las redes con la excusa de que, no podía ser cierto que estuviera triste, que se hacía la víctima, y una vez más, sintió que todo el silencio no había valido la pena ni todo lo aprendido… porque… ¿Era más valioso poner la otra mejilla y no decir nada?…

(Otro ataque de ansiedad)

«Debo continuar...», se dijo Karena mientras se secaba las lágrimas.

FIN.

©El Rincón de Keren

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