Palabras vacías | El Rincón de Keren #RelatoVivencial

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¡Hola, mis seguidores, lectores habituales y nuevos lectores!

Aunque mi blog Historias con "K" es donde escribo los relatos vivenciales que hablan de las vicisitudes de los afroespañoles. Este es uno de tantos sucesos que podrían ocurrir. 
En forma de relato, te hago llegar este. Espero que te haga reflexionar y que si te gusta compartas. 





Trata de no hacer caso a lo ocurrido pero la conversación la dejó al punto de soltar toda clase de improperios.

—…porque no hay nada más rico que una negra con ese culo de negra

Era algo que llevaba escuchando toda su vida, junto con los “Sí, pero de donde eres en realidad”

Al principio, solía pensar que podía sacarle partido llegados a la situación que le acontecía: el fin de sus relaciones, alegaban que “Cómo va a ser lo mismo que te la metan ocho negros, a que te la meta un negro” lo que significaba que una charla entre amigos siempre propiciaba la típica estampa en la que intentar explicar que aquello no era precisamente tolerante. Y pasaba vergüenza cada vez que su pareja soltaba aquel tropel de dichos populares.

Para cuando el fin llegó. Los hombres estaban ahí, para ella. Pero había decidido que no iba a enamorarse. Así que, como tantas otras mujeres, se había levantado de cama, para echar lo que llaman un polvo.

—Tía, todos los hombres se fijan en ti.

—Ya sabes porque se fijan en mí.

Pero lo cierto, era que su amiga también tenía, aunque no lograra desprenderse, sentido racista. Por pequeñas cosas que soltaba cómo si nada.

Por ejemplo.

—Tia me voy de vacaciones

—Ah, te vas con un chico…

«¿Por qué tenía que ser con un chico?» todo estaba relacionado con la sexualidad por mucho que su amiga supiera que,  llevaba meses sin tener pareja y mucho más que llevaba meses sin acostarse con alguien.

 

Todas las historias comenzaban con el interés que toda mujer desearía para ella misma. Y con los meses siempre acababan con el…

—He conocido a alguien

Aquello, no la hacía sentir mejor, en cambio, había desarrollado una manía algo desalentadora.

—Te vienes a Madrid y lo pasamos bien. Ya verás, las dos juntas lo pasaremos muy bien.

—Estoy ocupada.

Otras eran tentadoras…

—¡Tía, tenemos que irnos de viaje en junio!… vámonos a Mallorca…

—Lo siento, no tengo vacaciones hasta agosto y quiero descansar

Pero ni las amistades chicas ni los amigos chico…

—Con la preciosura que eres, seguro que encuentras a alguien que te quiera cuando menos lo esperes. Además, me encantaría conocerte y tomar una cerveza para desvirtualizarnos. Vamos, que si no fuera que tengo pareja… quien sabe…

—Ya…

Bueno, aquello de rechazar toda conversación y negarla o no creerla, se había convertido en hábito.

—Oye, me gustaría escuchar tu voz. Llevamos meses hablando y no he visto ni tu rostro.

—Es demasiado pronto. Además, ¿es que eres superficial acaso?

—Pero compréndelo es para hacerme una idea

—¡No!

Puede que los arrebatos de los demás la trajeran sin cuidado, al fin y al cabo, que te bloqueen está a la orden del día. Ella sabía que, todos quieren algo de ti, Incluido las chicas: Quieres conocer más chicos, quieres flirtear, quieres descubrir si te pone cachonda… La variedad de elecciones estaba ahí, y estaba harta de todo y de todos. Puede que se hubiera quedado sola. Pero le daba igual. Los colores de la soledad eran esos, luz y oscuridad. El vacío, se hacía presente… ¿A caso el amor no estaba destinado a ella? Ya tanto daba.

Paseaba por las calles sola, cada día conocía a alguien posible para hacer buenas migas, a alguien que podría ser su “pareja” su “mejor amiga”. Alguien que la compararía, la dejaría sustituida o que querría sentirse por encima de ella, El típico que querrá emociones picantes en palabras o el que simplemente quería probar… “Algo nuevo”. La curiosidad que más de la que aprender es medio por el que vejar, humillar, o aprovecharse.

En cambio, ella luchaba por los que la querían estar con ella de verdad, Se preocupaba por sus proyectos, trataba de no darle demasiada importancia a lo que no estaba en su control. Para cuando pasaron otros tantos meses, podría pasar a otra cosa. Pero mientras, trabajar, hacer las tareas de casa, quedar para hacer negocios, dedicar tiempo a eso que le gustaba y hasta salir de paseo, eran indispensables para poder lidiar con los límites de la discriminación, aunque a veces, el dolor se quedara dentro por demasiado tiempo. 

Para entonces, otro nuevo proyecto sucedería, y como no, otro trato ingrato se sucedería. No obstante, aquello, era la vida de ella, una mujer negra que aunque cada vez doliera el trato, dejaba de importar si caminaba sola o acompañada; pues ella sabía que estaba aquí en esta vida para vivir como los millones y millones de personas que habitaban la tierra. 

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