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Relato
En la villa en la que Aria solía vivir, estaba rodeada de una inmensa vegetación que circundaba toda ella, con un cementerio en medio de esta. Ella solía evitarlo, pues muchas veces, solía pensar que de aquellas tumbas podrían despertar cosas inimaginables. No sabía el qué, pero su mente se atormentaba sólo con intentar imaginarlo. Por lo que gran parte de su vida, por si hiciera falta contarlo, todo aquello que estuviera relacionado con la muerte, era una razón para huir.
Aria estaba muy unida a su madre y a su abuela. Todavía más, cuando su abuela decidió instalarse en la casita de al lado para estar más cerca de ellas dos; y también, porque debido a su avanzada edad, comenzó a sentir que le costaba realizar las tareas básicas del hogar.
Mientras los años pasaban, ellas tres se sumergían en rituales familiares tales como el comer juntas los domingos. Los platos típicos de la unidad se convirtieron en toda una hazaña que aprendió a hacer Aria, gracias a las regañinas de su madre y los consejos de su abuela.
Tal y cómo marcaba el año en la Villa, cada 1 de enero, se celebraban concursos de talentos y su madre y su abuela, la animaban siempre a que participara. Pero Aria, era temerosa; siempre encontraba una excusa para no presentarse cómo participante. Un día, dijo que quería ser cantante, otro año que quería ser ilustradora y otros tantos años se empecinó con querer ser sanadora. Pasaban los años y Aria no encontraba aquello que le gustaba por miedo al rechazo, a no ganar, a decepcionar a su madre o a su querida abuela.
Varios años después, con la llegada de las fiestas, corría el rumor de que habría una gran lluvia que obligaría a la Villa a estar bien equipada. Los lugareños de San Tadeo trabajaron duro para poner tejas nuevas pero con paja, tierra y excrementos para sellar los techos. Hacer cercas alrededor de sus hogares y construir graneros en los que el ganado no saliera huyendo, debido a los estruendos. Dos meses largos, arduos y sin descanso pasaron. Luego de aquello, los lugareños comprobaron que no había tal tormenta. Los meses pasaban y algunos se relajaron, quizás en demasía: Bebían hasta altas horas de la madrugada, había libertinaje cómo si no hubiera un mañana, y se traficaba con mercancía ilegal debido a el costoso trabajo de adecuar la Villa. ¿Se había convertido en Gomorra San Tadeo? Aria no lo sabía, pero justo cuando las esperanzas de los tadinos comenzaban a ser cosa de la vagancia, pereza y dejadez, una noche estrellada el cielo se cubrió de unas nubes blanquecinas, a su paso, ocupando la luna en la vía, unas nubes oscuras se podían alcanzar a ver a lo lejos, a lo que una luz brillante a lo lejos anunciaba lluvia. Apenas chispeaba, haciendo reír a cada uno de ellos, por unas cuantas horas. La algarabía salió a la calle a cantar y reír; seguir celebrando que nada pasaba. Hasta que ese momento jubiloso y de apogeo; culminó con el primer rayo que cayó sobre el árbol sagrado comenzando así una fortísima tormenta; dio paso a un aguacero que obligó a refugiarse a muchos de ellos y ellas.
Llovía a mares, tanto, que el río que había se desbordó anegando calles enteras y casas. La gente corría cómo podía, o más bien, intentaba nadar mientras aún no cubría del todo el agua. El miedo caló en sus corazones. Pero nada impidió al temporal, arrasar con casas, granjas, caminos, árboles, ahogar a animales e incluso personas.
Aria que lo vio todo desde su ventana, sintió el miedo en todas sus carnes. Su madre, había ido a por unas compras y estaba inquieta, tenía que salir y encontrarla.
—Ya no puedo esperar más, abuela. Tengo que ir a por ella. Quédate aquí, iré sola.
—Es demasiado peligroso, Aria. Además… hay algo que no sabes… y creo que cómo es una situación desesperada, no creo que le importe a tu madre que te lo cuente… —sus manos retorcían con ansia el trapo que llevaba en la mano por haber estado cocinando hacia unas horas.
—¿Y qué es abu?
—Tranquila, tu madre está en buena compañía. No creo que le haya pasado nada.
—Abuela, no tires la piedra y luego escondas la mano. Dime con quien está mi madre, te lo ruego…
—Es que no sé si…
—¡ABUELA!
—Está bien, Está bien… tu madre…— suspiró y desveló el gran secreto—… desde
hace algún tiempo, cada vez que iba hacer recados, esta… digo, ha estado… —
tosió y se aclaró la voz —… con tu padre.
—¿Con mi padre?
—Si, hijita mía, no queríamos decirte nada, por si te molestaba…
—¿Desde cuando soy una niña para que no me contéis lo que ocurre? —hizo una pausa, miró a su alrededor y volvió a tronar. Entonces añadió: — me da igual con quien esté me voy a por mi madre.
Aria dejó sola a su abuela, corrió o más bien se abrió paso nadando por aquellos lugares que estaban anegados. Trató de avanzar, mientras la débil voz se su abuela se fundía con la tormenta, luego los truenos, hasta ya ni oírla. Pero por más que trataba de avanzar, le era imposible. Y al ver la riada en el camino se sintió derrotada; por lo que tuvo que dar media vuelta para volver a casa.
Cuando llegó con gran esfuerzo, la puerta estaba abierta, de hecho, el agua había llegado al interior del hogar, fuertes ventiscas amenazaban con romper las ventanas, las puertas y hasta el techo. Cerró la puerta a fin de impedir que entrara más agua. En un momento, recabó que su abuela no estaba en casa… recorrió todas las estancias, pero no la encontró. El sentimiento de impotencia la inundó. Se quedó paralizada, sola, acuclillada en la única estancia en la que no había llegado el agua: el piso superior. Allí sus lagrimas y gemidos se fundieron con el temporal hasta amanecer.
Cuando el sol dio sus primeros rayos cómo si nunca hubiera habido tal acontecimiento, Aria estaba exhausta, catatónica, con ojeras y muerta de frío. En ese momento la puerta de la calle hizo un gran estruendo en señal de haber ser sido abierta… no sabía si era un sueño o era real. Se quedó inmóvil. Pasados unos segundos vio aparecer a su madre, acompañada de su padre. Pero Aria, estaba fuera de si. Sólo alcanzó a abrazar a su madre, acto seguido, llorar desconsoladamente.
—¿Dónde está la abuela? — dijo su madre. Pero Aria no podía dejar de llorar, y a cada pregunta más alto gimoteaba —cuéntame qué ha pasado, cariño. Ya estoy aquí. No pasa nada…— la acarició seguido de un gran abrazo.
Aria entre sollozos le explicó lo ocurrido. Adam fue primero a la casa de al lado. Al no hallar a nadie, hizo un gesto extraño a Dina, la madre de Aria, y le comentó.
—Quédate aquí, Aria, nosotros iremos a buscar a la abuela.
—¡No me dejes sola, por favor!
Adam intervino.
—Dina, el temporal ya ha pasado. Preferiría que os quedarais las dos aquí mientras yo busco a tu madre… —la mirada de desaprobación hizo que cambiara sus palabras. —… supongo que podéis venir las dos conmigo. Es mejor que estemos juntos.
Al mediodía, el agua había reducido a la mitad. Hecho que facilitaba la búsqueda junto con otros tadinos que también buscaban a sus familiares. Un sinfín de voces, gritos agónicos y lloros cubrían San Tadeo. El mar, se había llevado, hombres, mujeres, niños y ancianos. No había solución.
Después de varias horas en las que se recompuso Aria, con la búsqueda. Llegaron a la conclusión de que Ferni, la abuela, había desaparecido, pero nadie quería decir las palabras fatales.
Muchos años después, San Tadeo se recuperó de tal situación tan desastrosa. Volviendo a obtener el aspecto que tenía antes. Hizo falta mano de obra, pero lo que más costó fue asumir la pérdida.
Era uno de enero otra vez. Pasados tantos años desde la catástrofe. Aria se había sumido en la solitud. No quedaba con sus amigas y no hablaba con su madre. Mucho menos con su padre ahora instalado en casa. ¿Para qué había vuelto? En todos estos años, no había querido saber nada de ellas. Ahora la abuela no estaba y Aria se sentía sola, con un gran vacío.
A fin de recordar a su abuela, cocinaba todos los días sin descanso. Había logrado incluso superar los platos que su abuela hacía. Con el tiempo, volvió hacer amigos nuevos.
—¿Cómo te encuentras?
—bien, mucho mejor…
—Me alegra mucho. No sabía si lo… si aquello… si tu abu… — se interrumpió su amiga
—Ella está bien.
—¿Cómo lo sabes? — se extrañó
—Porque ella vive a través de los platos de comida que preparo.
Esa noche, escogió un ramo del jardín de la parcela donde vivía su abuela yendo decidida al cementerio. Esta vez no tenía miedo, sabía que allá donde estuviera ella la acompañaba.
Ese mismo año se presentó al concurso de talentos quedando primera. Cuando esa noche le pidieron unas palabras, ella espetó.
—¡Va por ti abuela! — alzó la copa, mientras el reflejo de la luna, una luna cómo la de la del día de la catástrofe, se bruñía en sus ojos con ese cielo salpicado de estrellas en la que una hermana tintineante y fugaz hizo su aparición.
FIN.
Todos los sucesos que no atienden a nuestro control, nos afectan, por lo que puede si buscas, por ejemplo, el día de tu cumpleaños, qué acontecimientos sucedieron te sorprendas. Y el hecho de que sean sucesos que ocurrieron y que aparentemente pensamos que no nos afectan lo cierto es que, lo que pensamos o sentimos, afectan a nuestras emociones y así se entremezclarán, emociones y sentimientos que, puede mientras somos muchachos, no entendemos. Pero, a todo esto... si te ha gustado este cuento, te propongo algunas cositas para...
LA CREACIÓN DE CUENTOS.
APUNTES CLAVE: DEL 'ESCRITOR CUENTISTA'
+¿Sientes que tu pasión es contar a los niños pequeños?:
-Ten en cuenta que escribir para niños, requiere pensar cómo ellos y moverse en los mundos de ellos. Algo que puede ser de ayuda es no dejar ningún cabo suelto, ya que deben poder entender la historia y/o narración.
-LA CALLE:
Sírvete de tu entorno para nutrirte. No por nada, sino, para que tus historias sean realistas y puedan sentirse identificados, en éste caso, tu público.
-LLEVA SIEMPRE UNA LIBRETA O LIBRO:
Muchas veces nos llegan ideas y no las apuntamos porque pensamos que nos acordaremos, pero por experiencia, sé, que esto no siempre es así. Así que si usas bolsa o mochila, lo mejor es que lleves una todo lugar al que vayas e incluso, que si no estás acostumbrado, potencies el hábito para que llegue la inspiración.
EL LIBRO, es porque muchas veces creemos que tenemos que leer solamente cuentos, pero una cosa está clara 'A ESCRIBIR, SE APRENDE LEYENDO Y LEYENDO' y por lo general, una palabra o una historia importante puedes darle un trasfondo más simplificado. Para ello, pregúntate, "QUÉ ES LO QUE ME GUSTARÍA HABER APRENDIDO"
-LLEVA TU MÓVIL O UNA CÁMARA FOTOGRÁFICA:
Esto te puede ayudar a que, si no llevas la libreta, en sustitución, tienes la imagen que evoca la historia. Pero insisto en que hay que llevar una libretita o un bloc de notas en el móvil, de fácil acceso. Para que escribir, no nos lleve un tiempo considerable en ponernos 'MANOS A LA OBRA'
-Y UNO DE LOS MÁS VALIOSOS CONSEJOS...
Es saber elegir la hora en que nos ponemos a crear historias; que no es tanto, estrictamente por la mañana, o durante el día, es importante que identifiques tus momentos de inspiración ahora bien...
LOS DATOS MÁS IMPORTANTES Y ESCLARECEDORES LOS PUEDES ENCONTRAR...
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¡Gracias por leer y sobretodo, estar atentx a todo lo que hago!
¡Muchas gracias por dedicar parte de tu tiempo a mi blog!
©El Rincón de Keren
Eres formidable, Keren, presentación, relato y complementos, dignos de una gran escritora.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Hola, Enrique!! Me alegra que te haya gustado. Fue todo un desafío escribir éstas líneas, pero estoy contenta con el resultado. Ahora, desde 1€ hasta la cantidad que desees, puedes aportarlo si crees que hago un buen trabajo en el blog. Es libre, y puedes hacerlo con tarjeta o tarjeta de PayPal
EliminarAh, no entiendo lo del euro.
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