🍂🍁 ¡BIENVENIDOS Y BIENVENIDAS!🍂🍁
{PARTE 4}
...Bievenidos a ésta cuarta parte para conocer otro relato o leyenda que los escritores de todo el mundo nos muestran para deleite de los más lectores en el rincón de Keren...
Mi pregunta sigue siendo, una vez más,
¿Cuánto sabes de Ecuador?
Ecuador se encuentra en el sur de meridional, de américa latina. Limita con Colombia y al sur y este con Perú. Con una extensión de 256.370 kilómetros cuadrados, es el país mejor y más grande conservado, centro histórico de américa latina. Con suficientes patrimonios culturales cómo para que te sea atractivo y de valor.
*EL CUENTO ECUATORIANO: Es conocido por la oralidad de su expresión, explorativo, imaginativo, regional, invitan a reflexionar, destaca por su sencillez, abarcable para todo público, por la facilidad de aprendizaje del que escucha o, lee en los últimos tiempos. Utilizados los cuentos populares cómo herramienta de recursos debido a la historicidad, expresividad y correcta pronunciación.
PLUVIA ÁRTIC
Visitamos el mar, en la época donde aquí es primavera.
Visitamos
el mar para olerlo y recárganos:
La ciudad nos había vaciado a
balazos,
Reproches y suspiros. Y lo
visitamos.
Y allí, en la lejana isla de
Tdrirvä, vacié en el mar mis pensamientos.
Cayeron poco a poco. Primero
cayó mi madre muerta,
Después cayeron los años
invertidos en estudiar una carrera;
La falta palabras y mi
frustración sexual.
Y luego caíste tú y tu
pensamiento fue el único que flotó como un cadáver
Que un estuviera un poco vivo.
Y me miró con cara de morirse pronto
Y con cara de que pudiera
salvarme. Salvarme él, de ti.
Lo dejé ir, se lo llevó una
tortuga. Y mientras la veía hundirse
Del mar salieron mis miedos:
tentáculos y dientes de orca
Que me arrastraron al fondo. Se
oyó mi grito en todo el Ártico
Y tú me oíste como
pensamiento-cadáver. Y me miraste desde lo lejos
Mientras me despedazaban los
pulpos
Las orcas y los miedos.
Cogimos una lanchita encallada
por allí, por cualquier lugar de la playa indeterminada y tú quisiste meterte
al mar con el espíritu de la aventura saliéndote por los poros de la piel. Tú
me conoces y sabes que no me gusta para nada tener que meterme al mar por el
pánico de haber sido asesinado por tentáculos y dientes de orca, pero quisiste
que nos metiéramos a ese mar blanco plateado de la muerte. Donde se pierden los
recuerdos y los peces no saben ni quiénes son. Y nos metimos, tú como recuerdo
de un cadáver y yo como recuerdo de una vida.
Sabíamos que, si una gota me
salpicaba, quizás perdiese la memoria pero tu desaparecerías del todo porque la
finalidad del mar de la Muerte es borrar los recuerdos y tú eras un ser de
recuerdo.
Empezamos a navegar, de poquito
a poco. Yo te di mi ropa y para evitar sorpresas y me quede completa y
absolutamente desnudo, navegante antiguo con mi piel llena de cicatrices de mi
vida (y de mi muerte, horribles cicatrices de dentelladas y desgarrones recorrían
mi cara y mi cuello y mi pecho) y
parecía la figura mitológica de Ulises. Quizás no estuviera tan lejos de la
realidad esa comparación. Mientras recorríamos los primeros metros me mirabas
con admiración y lujuria, te tocabas el pelo y me abrías las piernas y todo
ello resultaba extraño y excitante. Me acerqué a darte un beso pero seguías
igual de incorpórea como cuando nos encontramos en el otro lado, a donde
seguiste mi alma nada más morir. Te atravesé y nos reímos porque no dejabas de
provocarme. Me pregunto cómo se sentirá la lujuria siendo el fantasma de un
recuerdo, la verdad.
Entonces fue cuando ocurrió
todo lo del ataque de las ballenas jorobadas. Yo las vi lanzar su chorro de
agua por el espiráculo a unos 50 metros de donde estábamos. Ese agua blanca del
mar de la muerte que parecía cristal molido cuando brillaba al sol. Y mi amor
hacia las ballenas me obligó a verlas de cerca. Entonces te dije que te
cubrieras toda, cerraste las piernas que me enseñabas y te hiciste pequeña y
apretada en la lancha. Y nos acercamos a las ballenas.
Ellas nadaban raro, en
diferentes direcciones cada vez que salían del agua, como si estuvieran
absolutamente perdidas. En un momento, un montículo gigante que parecía de roca
gris verdosa surgió
Solo sé que te llamas Helga,
que me dejaste destrozado y que arrojé el recuerdo de tu cadáver al mar, mis
recuerdos más aproximados, supongo. Ahora te pregunto ¿sabes quién soy yo, mi
amor?
EL
ÚLTIMO DE LOS AMANECERES EN LA TIERRA
Desde mi cuarto podía observar
como tenuemente se apagaba la imagen de la habitación de mi abuela y se volvía
a encender muy rápido. Todo este proceso duraba unos 2 segundos, la mayor parte
era el apagón. Encenderse era algo inmediato pero se apagaba gradualmente.
Un fenómeno extraño que no pasó
desapercibido ante mis mediocres ojos de triste y me acerqué a ver.
Literalmente se apagaba, no era cuestión de óptica o de falta de luz en el
cuarto y en el mundo: la imagen a partir del umbral de la puerta desaparecía.
Y mi abuela estaba dentro de
ese cuarto pero no me atreví a pasar. Se apagó mientras pensaba en ir a
rescatarla.
Tuve
miedo por ella pero mi instinto de conservación fue razonablemente superior.
Lancé dentro del cuarto "vacío" una figurita de cerámica, que no cayó
ni realizó sonido alguno y me asusté más. Caminé hasta el borde de la puerta
con otra figurita más y la acerqué lentamente a la oscuridad plana. Esperaba
una brisa o una fuerza de succión que me llevase hacia dentro pero no ocurrió
nada.
Al introducir la figura, una
pequeña sacudida en el brazo que la sostenía y nada más.
Al
retirarla, la mitad de la figura había desaparecido limpiamente.
Eso descartó mis dudas de que estábamos ante un fenómeno
físico coherente.
Volví
al cuarto y cuando pensaba en telefonear a mi madre para contarle la muerte de
mi abuela, apareció una silueta con su perfil que caminaba como ella. Volvía
oscuridad por donde pisaba o tocaba y me atacó el miedo.
Cerré la puerta rápidamente y
la atranqué con todo lo que pude. Me sentí perdido, perdidísimo. Y creí que iba
a morir. Lo creí con tanta fuerza que me oriné los pantalones y mi estómago se
estaba agujereando del dolor y la angustia de la muerte.
Recuperé momentáneamente la
cordura cuando la puerta empezó a volverse negra por donde la tocaba mi abuela
y abrí la ventana con la intención de arrojarme y caer en alguna parte cuando
me fijé en las enormes cantidades de pedazos negros vacíos que habían en el
cielo, la calle, las casas y las siluetas de paseantes oscuros que habían sido
devorados por la oscuridad y moraban con sus pasos umbríos negreándolo todo.
Mi grito y llanto se podría
haber escuchado en toda la ciudad cuando comprendí y dejé de asustarme porque
el universo solo se estaba revertiendo. El color y la luz se volvían oscuridad,
era lo que tocaba y mandaba el Universo con sus leyes.
Entonces,
como una revelación, me di la vuelta y vi a mi negra abuela acercándose con un
brazo estirado. Paró en un momento frente a mí. Y le di un lento abrazo.
Fue
como una sacudida en la piel, como un gran terremoto existencial dentro de mis
átomos. Al final, no dolía tanto como pensaba.
Bravo, Keren. No dejes de escribir nunca.
ResponderEliminar¡Hola, Enrique! Me alegra verte por aquí. Siempre gracias por tu grato apoyo.
EliminarKevin Ramírez tiene unas letras muy profundas. Too nota. Un placer conocer un poco del autor. Gracias Karem. Un abrazo y feliz Halloween 🎃
ResponderEliminarGracias, Nury
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