El cierzo humano, a veces animal.
¡HOLA, mis seguidores, lectores habituales y nuevos lectores! …Quería decirle al viento que lo que un día derrumbo con aires arremolinados con carácter destructor y a veces elevándome dejándome inerte. Fue solo una señal. El aire llena mis pulmones y a sabiendas que a gran exceso puedo caer, me sirvió para darle el empujón a aquello que un día tuve que dejar marchar. Porque con la puerta abierta, el aire entra y sale, no solo entra, por lo que el exceso no existe. Es por eso que un día llené mis cajas de aquello en lo que pudiera recurrir desechando aquello que había dejado olvidado en los confines de lo innecesario. Debo pedir perdón. Por aquello que vino y no supe moldear. Por las risas inexplicables que hacían sonrojar tus mejillas y que de vuelta, se tornaban cierzo aterrador y helado. Pues en mí, había un caos impaciente, deseoso de ser explotado para limar y acomodar todo lo probable. Si un día, fui miedo, te pido perdón. El amor hacia a los demás nace de entre muchos matices