¡BIEVENIDOS A MI RINCÓN!
¡Hola, mis seguidores, lectores habituales y nuevos lectores!
Escribo esto en 2019 no atreviéndome a publicarlo por las idas y venidas, por los altos y bajos, por los momentos de inestabilidad. Y como digo... me rompen. Pero después de mucho tiempo... creo que merece la pena que haga un alto, y aprecie esos momentos en los que SÍ estoy bien porque si eres cómo yo, que te cuesta ver las cosas de ti, y cuentas más las cosas difíciles o malas, se hace bonito y valioso, cuando te ves con esas cosas buenas.
NO TE VA A GUSTAR, PERO LO NECESITO.
ME ROMPO,
ME DESQUEBRAJO
Y
NECESITO ECHARLO TODO.
ASÍ QUE,
VOY HACERLO....
En un pueblo de Barcelona Noviembre 2019 |
He eludido tantas veces ese sentimiento de rotura dentro de mi, que ahora siento que no puedo escapar y ahora mismo, justo empieza todo el meollo. Un paseo, una palabra mal interpretada, un mirada, un mensaje, gente que entra y sale, gente en la que confiar y gente en la que no. A veces, pienso que soy una maraña llena de altos y bajos que intentan desliarse de todo lo que entra dentro de mi. En aquel camino, fuera de toda conexión tecnológica, me sentí un poco más yo, un poco más humana sin embargo, me llegan noticias de las que no puedo escapar y mi alma se rompe no pudiendo hacer nada más que continuar con todo lo que estado pensando en los último cuatro años: Avanzar.
¿Cómo avanzar en una etapa en la que tienes que romper con todo el pasado, pero tienes que hacer frente en este presente a todo lo del pasado? Mi alma, es un interrogante que llora con famélico desvivir hacia un amor Hollywoodense del que estoy aprendiendo a no hacer caso. Quiero y deseo, no ser la mujer delicada que todos han visto, alguna vez, en la adolescencia, y por eso, me escondo en mi dolor interior tras cada camino, porque respiro hondo, y libero tensión en ese ir hacia lo que realmente me importa.
Sé, que esconder el dolor, me ha pasado mella. Mi rostro cubre con un velo, del todo alterado, una imagen de tristeza impuesta de la que no puedo deshacerme a pesar de que estoy haciendo todo aquello que deseaba estando en otras tierras, y es un lastre del que no me sé desprender. Desprenderme de este rostro que refleja una cara triste, y yo, que me gusta hacer reír a los demás y que me hagan, no sé exactamente, qué es lo que me pone triste. Si la partida o el que no haya salido bien nuestro desenlace o que tenga que revivir todo. Revivir y rescatar toda la cordura que alguna vez tuve, sola, sin nadie con quién tener ese momento de intimidad para desechar todo el dolor. Amputada en el habla; no pudiendo entender si estoy preparada para una amistad o para conocer gente; hipersensible con todo, y por eso, el caminar y los días de bueno, cubre la azotea de mi cielo, de un jolgorio que no es ni de tristeza ni de decepción.
La decepción por todo lo vivido y que aunque parezca que mi mundo se ha quedado quieto, no es así. Y lo sé, lo veo, me doy cuenta de que no soy un mueble, que no voy por la vida acumulando horas inmóvil. Me gusta lo que hago, y eso me hace feliz. Por otro lado, no quiero caer en el victimismo de contar solamente lo malo. Y miro las montañas de mi pueblo, acudo a la ciudad y vuelvo por el camino, aun con mi tristeza en el rostro y después del camino, se me pasa. Vuelvo a ser yo, soy yo mientras me dedico a mi misma. Algo que, en este tiempo, me ha costado mucho entender. Y que, por mucho que hacía, y sacaba tiempo para los demás, aun teniendo tantas por hacer, no me lo valoraban. Y entiendo que, todos tenemos nuestros espacios, también las elecciones: elegimos con quién queremos hablar y con quien no. Y aunque duela, hay que aprender con quien sí, y con quien no.
Cuando he visto esta imagen en mi móvil, he sentido la plenitud de un día bien amortizado. Además de la importancia de hacer ejercicio, aunque sea poco rato.
Casi sin quererlo, los espacios ganan a una persona que, no ha tenido la suerte de sentir que todo lo ha realizado bien. Con la autoexigencia a cuestas. Finalizando un curso con buena nota, publicando en diferentes plataformas, escribiendo hasta la saciedad y sacando tiempo para leer y dibujar. Saqué un curso con un notable, que no está nada mal. Pero ahora, me gustaría pasar al siguiente nivel, no parar del todo, hacer nuevas amistades, no hacer caso al amor, divertirme y seguir consiguiendo aquello que se me mete en la cabeza. Aun marcada por la piel, aun con el estigma de ser mujer, aun con la cruz de lo que escondo y que aun no quiero contar.
Cuento mis paseos porque en ellos encuentro el sosiego, la gloria y todas mis verdaderas aspiraciones. Y necesito llorar de las buenas emociones, porque ya he llorado todas las lágrimas que me quedaban, y no quiero, de verdad, no quiero seguir estando triste. Me consume estarlo. Así que, subiré la montaña. Y sí, lloraré cuando haga falta, pero continuaré porque el cuerpo me lo pide. Lo necesito...
CONTINUARÁ...
GRACIAS, POR LEERME, POR SENTIR CONMIGO...
¡Y A SUBIR LA MONTAÑA!
Este post me ha recordado que a pesar de lo malo, he estado luchando, a pesar de las burlas y los cuchicheos, a pesar de todo... estoy aquí.
¡A subir!
©️El Rincón de keren
Bravo y adelante pues. Si se cae, se cae luchando.
ResponderEliminarGracias, compa.
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