Desde hacia mucho tiempo, Anastasia se había visto en un
bucle del que no sabía cómo salir y todo a su alrededor giraba y giraba, su
mundo se movía en espiral, del mismo modo que el temor iba calando en su
interior. Sabía que se estaba engañando ella misma, que era producto de su imaginación,
pero lo anestesiaba con el alcohol que nunca antes había ingerido. Al menos, de
esa manera, podía paliar el dolor, al menos de esa manera podía dejar de sentir.
En este mundo, si no eres capaz de salir por tu propio pie
del agujero, no eres nadie. Y eso hacía, ponía un pie en el caos y el otro en
la cordura. Y así entre lo imaginario y lo real comenzaba su andadura entre lo
que debería y lo que no.
Corría a toda prisa, entre la vegetación. Los árboles se mecían
con la suave brisa que el verano esbozaba con el néctar del azahar que podía
oler con solo respirar profundamente. Aquel olor, le recordaba mil veces que no
estaba en su hogar, lejos de su lugar de nacimiento. Junto a ella, los miles de
seres oblicuos que se retorcían y contorsionaban al compás de la brisa. Aquello
podría ser tan real como ficticio, pero por alguna extraña razón, no le resultaba
anormal.
Aquellos seres, tenían cuerpo blanco, eres como ella, de
carne y hueso, pero se les caracterizaba por llevarse a sus víctimas después de
entregarse, y ella cada vez que yacía con uno ellos, sentía como su alma era
arrancada y despojada de lo mas valioso que le habían dejado, su ser. Una vez
más, volvía a la realidad con el cigarrillo y el ser jadeante que con sus ojos
negros profundos y con el vacío que ella misma desprendía y se arrojaban el uno
al otro con la única intención de intercambiar fluidos y dejar un vaivén de suspiros
orgásmicos, muchos giros al corazón, respiraciones agitadas, llegar al éxtasis para
culminar en una nada, que reitero, era vacío.
El alcohol que sobraba en el minibar como cada noche siempre
acaba en la moqueta, y cada noche el cenicero se llenaba del aire cargado a
sexo y el humo del tabaco ambos aspiraban e un intento de despojarse de la
tensión acumulada, de los problemas y de las muchas carencias que ella, misma
había creado.
Un día su amiga acudió a casa de Anastasia y en un intento
por hacerla reconocer que tenía un problema, la llevó de viaje a su tierra natal.
Anastasia se negaba a ver la realidad: Desde que su divorcio había acabado,
primero sintió la libertad, después el ahogo, mucho más tarde el miedo y por
ultimo el bloqueo. Lo que ahora estaba viviendo, era una vuelta al círculo
vicioso al que no quería acudir porque todos los hombres la veían para una
noche de sexo, pero su negativa la llevó a caer en picado cuando su expareja le
pidió que se acostaran. En eso habían quedado tantos años de pareja: Solo sexo.
Sabía que aquel hombre al que había querido tanto no le convenía,
pero también sabía que, si no tenía sexo o una relación, era porque ella no
quería. Todo se limitaba a lo que ella quería. Sugestionaba sus días llenos de música
que nunca cesaban y por último, paso ese estado de no sentir ni padecer. Aquella
nada, que la convertía en el ser más despreciable, por una migaja de cariño momentáneo,
solo la había encerrado en donde nunca habría querido: Estar sola.
Y por no estar sola, era capaz de hacer cualquier cosa,
hasta beber alcohol, encender tantos cigarrillos como los pulmones lo soportaran
y sentir la adrenalina de que alguien te desee, así sean los treinta minutos,
una hora o dos, más fugaces que hubiera tenido. Al día siguiente se sentía
dueña de una habitación donde solo se permitía el lujo de abrirse de piernas.
¿Y qué era el amor? Ya no lo sabía. Aquellos hombres ya no se esforzaban por
decirle lo guapa que era, o lo inteligente que podría ser. Simplemente sonreían
y ella les daba lo que quería así eran “Los seres” con los que se acostaba.
Definitivamente necesitaba un cambio. Y Su amiga se lo había
proporcionado y aunque ella no sabía si era la mejor de las ideas, se dejó
convencer para rehacer su vida y retomar las riendas de lo que llamaba una vida
sana y lejos de la toxicidad.
Durante las semanas en las que estuvieron alojadas en un
hotelito de un pueblo, Anastasia leyó muchos libros, retomó la escritura y tuvo
muchísimas largas charlas con su amiga además de un mono incontrolable por
querer beber alcohol. Pero tras tres meses en el hotel situado en Montserrat,
tuvo una revelación en las charlas que mantenía con su amiga, además de muchos
llantos y arrebatos.
Una mañana, decidió que ya no quería ser la persona en la
que se había convertido. Sí, estaba bien pasar un buen rato con un hombre, pero
si esa decisión no le hacía bien, si esa toma de conciencia la hacía sufrir, no
lo volvería hacer. Y del alcohol, ni olerlo, solo para celebraciones o puede
que fuera mejor no hablar de ello por un tiempo, lo que significaba, ni olerlo.
Poco a poco, fuere cómo fuere que lo hiciera su mejor amiga,
había conseguido que su amiga se reincorporara a su vida de siempre. Anastasia
estaba radiante: tiró todo lo que no le hacía bien, dejó de fumar y mantuvo su
casa libre de “Los seres” pronto, un nuevo amor, tocaría a su puerta en forma
de repartidor con la excusa de que, había encargado algo. Y es que … el amor se
encuentra donde menos te lo esperas.
Buen día Keren.
ResponderEliminarPones en este relato en valor la amistad como contrapunto a una vida tóxica. El bucle en el que estaba metida el personaje de Anastasia no parecía ayudarle demasiado. En un momento así parar y reflexionar nos puedes llevar a dar un giro importante en una vida con independencia a que aparezca el amor o no. Quizás no se debería buscar. Cómo dices al final del relato, el amor está en el aire o donde menos te lo esperas.
Un gran saludo.
¡Buen día, Miguel!
EliminarDesconozco del todo cómo puede ser el hecho de tener amistad, pueda elevarte hasta lo mejor. Pero quería poner en alza, lo valioso que es tener una amistad, en la que puedas tener un sosten, un resorte.
A veces, por no tener amistades, nos vemos a la deriva, asumiendo la carga del "Falso amor" en nuestras propias carnes de la peor de las maneras. Tener diferentes parejas sexuales debería ser algo divertido, no una carga.
El caso es que puede que quizás, solo te guste una sola persona, y no sea necesario tener una vida liberal. Donde la alfombra roja, siempre se mancha del mismo fluido.
Sería más sano las conversaciones sustanciales, el a`poyo verdadero. Y la suerte de contar con alguien, para poder llorar.
QUIERO QUE SE DEN CUENTA ESAS PERSONAS QUE DICEN QUE NO TIENEN A NADIE PARA DESAHOGARSE, SÍ, HAN TENIDO UN GRAN APOYO QUE LES HA SACADO DEL POZO.
PERO... ¿Y SI NO HAY APOYO EN REALIDAD? ES NECESARIO ECHAR A PERDER LA VIDA PARA EVADIRSE DE LA REALIDAD?
EL AMOR, llega, siempre, estés bien o estés mal, lo malo es con qué irá acompañado si no estás bien.
REFLEXIONEMOS...
Gracias por pasarte por mi blog.
Hola, Keren. Admiro tus relatos y tus grandes reflexiones. Sin duda tener una buena amistad siempre te aporta, siempre es un refugio seguro. Mil gracias por tus escritos.
ResponderEliminarBesos y buen fin de semana.
Me alegra que te haya gustado el relato. ¡Un saludo Carmen!
EliminarHermoso relato con moraleja. A veces no sabemos lo que tenemos y nos empeñamos en vivir como si estuviéramos solos y sin esperanza, pero siempre hay amigos capaces de devolvernos la alegría.
ResponderEliminarMe alegro de que Anastasia haya vuelto a encontrarse y a dejar las malas costumbres.
Un beso.
¡Hola, Rosa!
EliminarIgual que los amigos pueden ser un gran resorte para nosotros, la familia también. Es tan solo un ejemplo de lo que dice: "A veces nos empeñamos en vivir como si estuviéramos solos y sin esperanza" Pues bien, analizar nuestro verdadero entorno, ¿Podemos contar realmente con alguien? No importa si es una amiga o un familiar, de seguro nos sorprendemos.
Me alegra que te haya gustado el relato, Rosa.
Gracias por pasarte por mi espacio.
Feliz fin de semana.
Besos!!