DOS PALABRAS: Relato: "El Fruto" - Agosto

 ¡Hola mis seguidores; lectores habituales y nuevos lectores!

Para los que nos sepan lo que es el DOS PALABRAS: 

Muy breve os cuento que consiste en elegir dos palabras al azar y crear un relato. 

Las palabras que he elegido para este relato de hoy, son... 

FRUTA Y GARRAFA 

Paula había transcurrido el día en la casa de campo que quedó deshabitada justo después de que sus abuelos fallecieran. Desde entonces, ella había ido arreglando estancias de la casa y tirando cosas viejas que ya no hacían falta y con el calor que estaba haciendo últimamente, era una tarea ardua. Por eso, y por qué quería quitárselo de encima, se había puesto manos a la obra para acabar lo antes posible ya que quería disfrutar la casa, al máximo.

Desde los ventanales, se divisaban cerros verdes en los que por la parte baja se avistaban árboles. La casa tenía dos plantas, una terraza trasera y tres habitaciones amplias con unos ventanales a los que, con su gran capacidad para decorar, los dejó dignos de ser publicadas en una revista.

 

 

∞    ∞   ∞

Después un año, comenzaba a pasar cada fin de semana allí: se servía un café o una limonada y pasaba las tardes leyendo a la sombra. Aquellos días, alejada de la gran ciudad, la hacían apreciar mejor los pequeños placeres de la vida cómo el silencio, la música lenta y las lecturas a media noche.

En la amplia terraza, se alojaban tres árboles que daban frutos: un limonero, una higuera y un platanero. No sabía muy bien cómo, pero ver crecer los frutos hizo que capturara el proceso de crecimiento y los subiera a la red. Aquello le animaba. Era su nuevo entretenimiento junto cómo regar los rosales. Hasta que un día en la oficina le preguntaron por su vida íntima, ella intentó evadir la conversación. Ella pensaba que no hacía falta tener pareja teniendo todo aquello con lo que disfrutar. Además, ¿Quién necesita pareja cuando tienes una vida tan ajetreada en la ciudad?

Ese viernes, preparó la maleta con ilusión sin dar importancia a lo que le había ocurrido en la oficina, aunque molesta, resopló al pensar en el comentario de una de las compañeras “Con lo apañada que eres, te vendría muy bien tener un hombre a tu lado”

 

Ella seguía en sus trece: No necesitaba a nadie que le recordara lo mucho que la necesitaba ni lo importante que era para él, lo que necesitaba eran más días en aquella casa que tantos momentos gratificantes le había traído de niña y ahora lo disfrutaba de adulta. Pero no podía evitar pensar si no tendrían razón. Lo apartó de su mente.

 

Aquella noche era algo sofocante en la casa de campo y los mosquitos la habían acribillado las piernas y los brazos. “Lo normal en los pueblos “pensó para sus adentros Paula.

Se sirvió una taza de café y escogió un nuevo libro que releer. Se dirigió hacia la terraza y eligió el asiento. Las luces tenues del espacio la llenaban de alegría y la luna reverberaba en las hojas del limonero que ya había crecido lo suficiente cómo para podarlos. Inspeccionó mejor el lugar, pero no lo podía creer, no era el limonero que había creído. En vez de limones había manzanas. ¿Pero cómo era posible? Miró el móvil y la fotografía mostraban manzanas. Aquello la desconcertó, pero las vio tan relucientes a la luz que se le hacía la boca agua. Algo de hambre le había traído la madrugada. Con esmero podó la rama y extrajo varias manzanas. Las lavó bien bajo el grifo de la pica y volvió a su asiento para pegarle un buen mordisco. La manzana era dulzona, pero crujiente, y cada bocado más quería... logró comerse dos manzanas, pero comenzó a sentirse mareada y su mundo se tornó de una luz blanquecina la cual la obligó tumbarse en la tumbona por consiguiente la cabeza comenzó a darle vueltas, veía puntitos resplandecientes y luminosos… fue en ese momento, cuando escuchó unas palabras ininteligibles y se sumió en un sueño profundo.

 

El sol había arremetido contra sus ojos aquella mañana de sábado. Al descubrirse tumbada en la tumbona, se dio cuenta que había pasado la noche en la terraza, pero no le dio tiempo a preocuparse de ello porque oyó el aporreo de la puerta a lo lejos. “Tengo que poner un timbre” pensó. Se levantó bruscamente con los rizos alborotados y una única camiseta de Adidas básica con la que solía dormir y unas braguitas. Abrió el portón y se encontró a un joven que tendría su misma edad: al menos treinta años, algo bronceado, músculos marcados, camiseta marcada y pantalones ajustados. Calzado deportivo:

 

              —Y tú … ¿Eres?

—Soy el vecino de la calle de más abajo. ¿Qué calor hace estos días verdad?- Paula entornó los ojos

—Dime, ¿Qué quieres?

—Pues es que nos hemos quedado sin agua y traigo esta garrafa para ver si me dejas llenarla… vamos, si quieres. Sino iré calle arriba hasta la próxima calle.

—Claro… pasa.

Paula comprobó que efectivamente había agua y le cogió la garrafa para llenársela. Él se la quedó mirando pensativo …:

 

—¿Tu eres la nieta de Don Carlos? O Carlitos como le llamaban algunos por aquí, ¿no?

—Sí, porqué

—Creo que no te acordarás de mí, soy Pablito. El chico al que le metías una colleja cada dos por tres cada vez que íbamos a jugar cuando venías con tus padres a veranear…

A Paula le temblaron las manos y luego echó un vistazo de nuevo de arriba abajo. Recordaba lo enclenque que era y lo mucho que se metían con él los vecinos de la zona. Solo que ahora se había convertido en todo un hombre y la verdad, es que no estaba nada mal:

 

—¡Pero bueno! Ahora me vas a decir que te has puesto nerviosa… la que jugaba con tirachinas y tiraba piedras a la casa encantada del pueblo y se peleaba con los mas grandes de los pueblos de al lado… - Se echó ar reír mientras se llevaba las manos a la barriga

—No es eso, es… que has cambiado mucho

—Imagino que, para bien, espero …

—No estas mal

—Anda, no seas tonta. Estoy muy bien y creo que te he gustado … - Se acercó a ella y le susurró- no te vas a resistir a mi

—¡Toma! Tu agua ya está lista

—Qué seca. y… ¿Qué es de tu vida? Supongo que ya tienes marido …

—Pues no, no estoy casada. No necesito a nadie más que a mi misma. Y para tu información soy gerente de una inmobiliaria.

—¡Vaya con la Paula! – se acercó a su oído y este la cogió de la cintura para volver a susurrarle…- Quizás ahora yo pueda darte collejas … pues una mujer tan hermosa, necesita a un hombre su mismo calibre … - Paula se deshace de su mano; la que ha puesto Pablo en su cintura y le espeta

—No sé qué clase de mujer crees que soy, pero te estás equivocando.

—Espera… yo …

— Por favor, me estás importunando y abochornando. El Pablo que yo conocía no era así. ¡Márchate!

Pablo atrapó la garrafa y se fue. Tras de ella Paula cerró la puerta mientras pensaba que todo aquello era muy raro. No entendía cómo era que al recordarle quien era se pusiera nerviosa.

Decidió limpiar el desván. Y salir a la tienda del pueblo para comprar algunas cosas.

Al volver pasó la tarde pensando en Pablo. Lo intentaba alejar de su mente y luego aparecía en su mente. Hasta que decidió poner la televisión en la habitación. Aquella noche había decidido llover a cantaros. Cerró todas las ventanas.

 

Al día siguiente, temprano, sobre las nueve de la mañana alguien volvía a aporrear el portón y Paula bajó las escaleras hasta la primera planta para abrir: Era pablo, y olía a alcohol, tenía un moratón en el pómulo. Paula se preocupó, no sabía muy bien si dejarle pasar o no. Hubo un momento un momento de indecisión, sin embargo, se decantó por los años vividos entre ella y Pablo. Se sentaron en la cocina y ella cogió un barreño y un paño:

 

—¿¡Se puede saber de donde sales?! ¿Te has metido en problemas?

—¡Un payaso que ha dicho … bah! Es tan absurdo que, no merece la pena … - Pablo tose y se lleva la mano a la costilla

—Déjame ver, te han hecho daño en las costillas, ¿Verdad?

Pablo se muestra hermético, pero inquiere:

—Puedo pasar la noche aquí contigo… por favor …

 —Claro, somos amigos, ¿no? – Pablo hace una mueca

—¿De qué te ríes?

—Ayer no decías lo mismo ….

—No recuerdo que fueras tan impertinente. Mira, vamos a dejarlo …

—Mejor. Dejémoslo.

 

Pablo le pregunta si puede descansar en una de las habitaciones de invitados y este cae redondo en un abrir y cerrar de ojos. Paula decide, ir a comprar algo que no sea pizza para que puedan cenar y este se despierta de madrugada estirando los brazos, no sin antes, llevarse una mano apresuradamente, a la costilla intentando no toser. Paula se sonroja al ver que lo único que lleva es unos calzoncillos, trata de parecer apaciguada:

 

—Deberías ir al médico. Pero veo que haces mejor cara ahora que hace unas horas. – Le tiembla la mano en la que toma la taza de café

—Gracias. De verdad.

—No hay de qué. Ya te he dicho que somos amigos. - Este se aproxima los más cerca de ella y la besa en el cuello y paula suelta un tímido gemido, el sigue subiendo por las orejas, ella tiene la respiración entrecortada hasta que él la besa en los labios lentamente, con delicadeza y a Paula se le cae la taza de café al suelo. - Ambos siguen al frenesí de las caricias y la excitación del momento hasta yacer en el suelo de la terraza para tener el mejor sexo que han tenido ambos en años …

 

 Deciden ir a la cama a seguir dándose más amor. Al calor hogareño.

 

A la mañana siguiente, Pablo le cuenta que es un hombre de negocios debido a que su abuelo, falleció y le cedió los poderes. Su fallido intento de tener pareja y su físico, le habían llevado a ser infravalorado. Sentía que con ella aquello no era así. Se limitan a darse cariño, a disfrutar de la compañía del uno y del otro. Por la mañana Paula le deja una nota en la nevera a Pablo y se dirige a la capital para trabajar: En una semana, volverán a verse.

 ∞ ∞ ∞

Durante toda la semana Paula no deja de pensar en Pablo. No logra sacárselo de la cabeza. Al fin, se cuadra y se dice “Solo es sexo”.

 

 Cuando llega el viernes, el comedor está lleno de rosas y Pablo no está. Hay una nota que dice que llegará esa misma noche después de una reunión de negocios. Sin quererlo sonríe y al mismo tiempo, se pregunta que es esa sonrisa boba …

 

 Pablo llega, cenan un risotto a la luz de la luna llena y conversan. Hablan mucho. De trabajo, de relaciones, de proyectos y de ilusiones. Ríen, se abrazan y se besan, pero Pablo le mira con los ojos centelleantes casi igual que Paula al ver que tienen tanto en común este le confiesa:

 

— Paula… tenemos que hablar.

—Eso no puede ser nada bueno. Pero desembucha.

—Yo no te quiero solo para una noche. Estoy enamorado de ti desde que éramos unos mocosos. ¿Comprendes? Supe que estabas en el pueblo arreglando la casa de tus abuelos y he estado esperando a que volvieras veinte largos años. Sigo tan enamorado o incluso más después de haber sabido más de ti. Y… quiero todo contigo. Si tu quisieras …

—¡Para el carro! Tranquilo, tú a mí también me gustas mucho. Siento el ‘feeling’, como nos miramos y lo bien que me siento contigo … - su corazón late a mil por hora

-          ¿Y qué te dicen las tripas? ¿Querrías comenzar una relación conmigo? - Paula le mira con cariño, le mira a los ojos y le besa en los labios lento, suave, labio a labio, y sentencio

-          Pues claro.

Aquella noche volvieron a comer de las manzanas que había probado hacia unas semanas Paula. Y esta vez, se mareó tanto que cayó al suelo. En realidad, se había caído rendida de sueño y soñaba.

“Al fin comprendiste que el amor es cómo un fruto. Se disfruta primero sola, pero si lo compartes… el disfrute es mayor. Mi niña, al fin has encontrado lo que tu abuelo y yo mantuvimos durante tantos años con aquel primer beso entre tu abuelo y yo. Serás felíz. Lo sé…”

 

Una lágrima roza las mejillas tostadas al ver en los oníricos  a la difunta abuela  de Paula y Pablo la abraza. Juntos, son ahora, más fuertes que solos.

 FIN.



Si quieres leer el reto anterior te lo dejo por => AQUÍ

 ©EL Rincón de Keren

Comentarios

  1. Admito que por regla general no tiendo a inclinarme por este tipo de texto, pero estoy impresionado de todo cuanto se refleja en él. ¿Y todo esto se generó a raíz de dos palabras al azar?, me parece una verdadera maravilla.
    Hay tanto que se refleja en este texto: la importancia de darse este "fruto" a uno mismo antes de pensar en compartirlo, la liberación de estar sin pareja, la presión del entorno al respecto de esto, como cambian aquellos a quienes creímos conocer tiempo atrás, como nos pueden llegar a sorprender las circunstancias. Genial relato compa :D

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    1. Hola, Tallopis!!
      Ay!! Fue una noche de café y precisamente, acompañada de fruta. ¿Qué combinación más rara no? jajaajja pues sí, la idea era encontrar esa forma de ver desde la libertad, y todo lo que conlleva el sentirse sin ataduras. Esa presión social, que se va deshaciendo para llevarlo a libre elección. Uno nunca sabe por donde pueden salir las cosas.

      Gracias de corazón por pasarte por mi blog.
      Feliz finde compañero.

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