¡Hola, mis seguidores; lectores habituales y nuevos lectores!
—¿Cómo te llamas?
—Me llamo Lourdes.
La observa y se percata de que tiene una herida en el
brazo.
—¿Qué te ha ocurrido en el brazo?
—Me he hecho pupa.
—¿Y cómo te sientes?
—Triste
—Sólo es un rasguño, se curará pronto, ya verás
—Eso dice papá.
—¿Y qué más cosas te dice tu papá?
—Que las niñas buenas se sientan con la
espalda recta y no curvada. Siempre me regaña.
—Bueno. ¿Qué hay de tu mamá?
—Quiero mucho a mi mamá.
—¿Sí? ¿Por qué?
—Me prepara pastelitos y nos sentamos
en el porche para ver pasar a la gente mientras la tía sirve limonada.
—Tu mamá y tu tía, ¿son buenas? ¿Te
regañan?
—Me han dicho que los hombres tienen
un bicho largo que no debo tocar porque se mete dentro de la pepitilla y duele
mucho.
—¿Y tú qué crees sobre eso?
—Shhhh… papá me lo enseñó, su bicho arrugado
y… —Lourdes comenzó a atizarse la cabeza y a tirarse de los cabellos frenéticamente. Luego cogió una hoja de
papel y simulando una servilleta, se limpió el cuerpo.
—Está bien. Por hoy es suficiente.
El doctor salió de la sala y mientras
se dirigía, por el estrecho pasillo, a su despacho, sacó de su bolsillo una
grabadora. Entró y encendió
el ordenador, luego puso a grabar el pequeño aparato: “La
paciente presenta un claro signo de empobrecimiento de vocabulario causado por
un trauma psicológico debido a la supuesta violación del progenitor. Presenta
un cuadro de retraso mental y calculo que su mente ronda la edad de siete años,
aunque su vestimenta es de una niña de unos quince. Presenta síntomas de
ansiedad, estrés
y manía. Aunque he visto que dibujaba y su impronta es inigualable, no es
propio en un cuadro de retraso mental. Creo que le recetaré unos antidepresivos y unos antipsicóticos. Lourdes, treinta y cuatro años, sin
parientes. Llegada al hospital el 25 de septiembre del 2020.”
Mientras el doctor tecleaba todo lo
que había grabado, se quedó mirando la pantalla por unos segundos y piensa: “Es
una mujer joven. Es atractiva. ¿Qué clase
de hombre puede infundir esta clase de trauma?… Sólo un pederasta”.
Como cada mañana el Doctor Magallanes se dirige a
su consulta con Lourdes y al llegar las enfermeras le avisan que no ha parado de llorar y que no han podido
calmarla o hacerla comer.
“Ha
transcurrido una semana y se niega a ingerir alimento” lee en el informe.
Se queda quieto, no actúa inmediatamente. Le dice a una
enfermera que baje a la cafetería y traiga unos muffins de chocolate.
—Pero ya le hemos informado que la
paciente 255 no quiere comer nada —aunque la enfermera reniega, el doctor es
firme ante su decisión. En cuanto le trae los muffins entra en la sala con la bandejita.
Lourdes llora de manera descontrolada.
—¡Hola, Lourdes! Te he traigo algo que
me ha dado tu madre.
—No quiero nada –le contesta
gimoteando.
—¿Ni siquiera unos pastelitos?
—Entonces sí, sí quiero. ¿Son de
chocolate? Son mis preferidos.
—Claro. Tu madre te conoce bien. Los
ha hecho especialmente para ti.
Lourdes come con delicadeza.
Pellizcando cada bocado y llevándoselo a la boca con sumo cuidado. Al verla
comer de esta manera el doctor se da cuenta de que pese al hambre que debía
tener, en su familia seguramente le habían inculcado buenos modales.
—¿Están buenos?
—¿Dices que te los ha dado mi madre?
—Sí. —no duda al contestarle.
—¿Y por qué no ha venido ella misma a traérmlos?
—Está muy ocupada, pero me ha dicho que
pronto vendrá.
—Ella siempre tiene que ocuparse de la
casa y de papá. Él es como un niño, ¿sabe?
—¿Tú lo crees así?
—Yo no sé nada.
—Algo pensarás de eso ¿no?
—Hmm… bueno, creo… creo que papá se
hace el tonto para no tener que hacer nada en casa —se llevó la mano a la boca
y sonrió, los ojos encogidos y centelleantes.
— A veces lo hombres somos un poco
tontos.
Sobre el escritorio ve los dibujos que
Lourdes ha hecho.
—¡Qué dibujos tan bonitos! Éste, no sé lo que es… ¿me lo podrías explicar?
—Es la buhardilla donde papá… —solloza,
pero continúa—, jugaba conmigo…
—¿Y a qué jugabais?
—Yo tenía que hacerme la dormida.
—¿Y qué más?
—Entonces el metía su bicho por la
pepitilla —vuelve a estallar en llanto y todo parece indicar que no podrá parar.
—¿Qué opinas de eso?
—No está bien. Papá no es bueno.
—No. Tu papá no es un hombre bueno y voy a decírselo a
tu madre y a la policía.
—No. Mamá ya lo sabe y no podemos decírselo a nadie. Es un secreto. ¿Lo guardarías por mí? —le
pregunta mientras se seca las lagrimas.
“¡Maldito bastardo! Le bastaba con
irse de putas”. Piensa muy enojado el doctor.
—Por hoy es suficiente. Ya verás como todo estará bien en estos días —le dice.
—¿Me traerás más pastelitos? ¡Están buenísimos!
—Ja, ja. Por supuesto.
Pese a que al doctor Magallanes no le
está permitido sentir
ninguna emoción por sus pacientes, no pudo
evitar experimentar un sentimiento de ternura hacia la criatura y al mismo
tiempo uno de asco por el padre. Que bien mirado ella ya tenía sus años, pero…
¿qué vida le
habría tocado sin familia, sin amigos, sin escolarización, sin nada? En ese
momento llegó el Doctor Rivas.
—Ho-hola, señor! Precisamente iba a llamarle.
—Déjese de diplomacias.
Llámeme, Roberto. Quiero que me ponga al corriente de
la paciente 255.
—Claro. Lourdes presenta un cuadro
traumático psicológico,
con trastornos, psicopatías y…
—Déjeme ver el informe —le ordenó.
Se lo entregó. Después de revisarlo el
doctor Rivas le dijo:
—Veo que se está implicando demasiado
en este caso y… Le seré franco.
El hospital anda escaso de fondos. Por lo tanto ella es la única paciente con
la que tendrá que hacer todo lo que le sea posible para ayudarla. ¿Me ha
entendido? Es de suma importancia.
—¿Puedo preguntar a qué se debe eso?
—Es algo que a usted no le incumbe. ¡Haga
bien su trabajo y recibirá una cuantiosa paga!
—Pero señor, no me hice psiquiatra
para…
—¡Hará lo que yo le diga porque para
eso soy su jefe! De que haga las cosas como se le piden dependerá que vuelva a trabajar en cualquier
otro lugar. ¿Me ha entendido?
—Sí, señor —contestó decepcionado.
“¡Maldito pez gordo! ¿Por qué será tan importante
Lourdes para él?”
(...)
SI QUIERES SABER CÓMO CONTINÚA EL RELATO ... VISITA... MASTICADORES DE MÉXICO
Y TE DEJO LA RECOMENDACIÓN LITERARIA EN MI PERFIL DE INSTRAGRAM @KTURMO
¡¡ESPERO QUE LO DISFRUTES!!
FELIZ FIN DE SEMANA.
Hola, Keren.
ResponderEliminarLos diálogos impulsan el relato otorgándole un gran ritmo narrativo. El fondo de la historia es realmente triste por el sufrimiento que muchos menores padecen al haber sido víctimas de abusos sexuales. Algunos logran superar el trauma escondiendo el trauma en el fondo de su cerebro. Otros, como la protagonista del relato, sufren las consecuencias de por vida.
Buen fin de semana y felicitaciones por el relato.
Hola, Miguel!!
EliminarA veces, las secuelas perduran toda la vida. Otras se intenta camuflar. Y otras, son pocas, se supera. Lo siento por ser tan escueta. Gracias por comentar.
¡Qué triste la historia de Lourdes! Y pensar que esas cosas pasan también en la vida real, y que no es solo historia de Lourdes...
ResponderEliminarCierto, a veces ocurre. También hay que añadir que es todo invención. ;) Me alegra que te hayas pasado. Un saludo!!
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