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Kelly se había criado en el seno de una familia en la que la
comida y las fiestas eran motivo de festejo. Recordaba con candente jolgorio,
las tardes en las que se acercaban las fiestas navideñas y al llegar a casa de
su tía la mesa estaba cubierta de todo tipo de comida. Aquellas fechas tan
señaladas, eran las que más ansiaba durante todo el año, y ahora que su vida
había recorrido la larga trayectoria de amores imposibles, relaciones
tormentosas, un divorcio y su nula independencia, comenzaba a añorar aquellos
años en los que no tenía ninguna preocupación, pero todo cambió, cuando aquellas
navidades, le encomendaron una tarea.
Diciembre comenzaba con fuerza. Había superado el duelo de
la reciente pérdida: su divorcio. Ahora trabajaba para un periódico y
presentaba los artículos que con mucho esmero durante todo
ese año, lleno de emociones varias. Su madre la llamaba para saber
cómo estaba:
—Ya lo hemos hablado mamá, no hace falta que me llames desde
el trabajo para saber cómo estoy. En una hora nos veremos en casa. —refunfuñó
Kelly
—Me preocupas. Ese trabajo tuyo te deja todos los días en
casa y apenas sales a la calle. Tan solo quiero saber que estas bien, ¿Es mucho
pedir que una madre quiera saber cómo está su hija?
— Es que me llamas cada día mamá. Esto
… bueno mamá, te quiero mucho, nos vemos
en un rato— Kelly se abstuvo de decir nada mas porque sabía que su madre se
pondría sensible y la perorata sobre el "tema familia" y amigos la angustiaría. La
madre añadió
—Un momento, este año vamos a vernos solo los tíos y tías, tu prima... — Kelly se mantuvo en silencio; no pudo evitar emitir un
suspiro, momento en el cual su madre inquirió— ...No sé hasta cuando vas a
ausentarte de las fiestas navideñas. Cuando eras más joven te gustaban mucho…
lo pasabas muy bien con tus amigas y tus primas. No se que ha pasado para que
hayas cambiado tanto… — Añadió con pesadumbre, pero Kelly se sintió atacada
—Te lo he repetido cientos de veces, no sé porque todos los años me sacas
la misma sarta de sermones. Necesito estar sola, mi trabajo es muy muy estresante, además, Aun no me he recuperado de lo
de Alberto. Bueno, no puedo seguir hablando, tengo que hablar con el editor y
presentar unos trabajos y quiero salir a enviar algo por correo. Hasta
luego madre—. Dijo Kelly colgando sin dejar que continuara hablando.
Su madre, rumiando, intuyó que estaba cargándose de trabajo para no pensar en su ex, que ella se resistía
a querer ir a las reuniones familiares, precisamente porque le recordaban a él. Sabía que para su hija estar con su familia era recordar los momentos en los que fue
feliz. Por el contrario, siempre habían sido cómo bálsamo para sanar heridas, pero se había privado
tantos años de ese cariño, que ahora, intuía que tenía miedo; una madre tiene un sexto sentido para esas cosas.
El sonido de un mensaje inundó la estancia mientras Kelly estaba tomando un café en la cocina cuando miró más detenidamente: en
realidad, era un correo.
El correo rezaba: “Artículo para vísperas de estas
fiestas navideñas: Un repaso por todos los recuerdos familiares en el que la
dicha y la fortuna se vean esclarecidas; sin olvidar, los menesteres típicos de
las fechas y las relaciones con los más allegados. Para hacerlo más creíble, debes
escribir una artículo con recuerdos familiares propios. Debe estar listo para
este veinticinco de diciembre con la consecuente cuenta atrás de la
finalización del año, es decir, que debes entregar dos artículos, uno para
navidad y otro para año nuevo, pues el día de reyes ya está cubierto”.
«Esto no puede estar pasándome»
pensó para sus adentros. Como dependía de aquel artículo para cuadrar el mes, no
pudo negarse. Pasó los dos días señalados en casa de sus tíos y para su sorpresa,
se vio sumida en una paz sobrecogedora. Había olvidado que la familia, se vive. Supo entonces, qué debía hacer. En consecuencia, se vio
inspirada para escribir lo siguiente:
“Cuando eres joven, deseas con todas tus fuerzas que no te regalen
ropa, ahora que eres un poco más mayor, lo agradeces; ahora, que ya tienes
consciencia de lo que realmente importa, recuerdas cuando con quince años, ibas
al club de moda, tu lugar más querido, donde solamente ponían r&b o hip—hop
y te movías al bamboleo de Nelly con su “Dilema” o una Jennyfer López con su “Get right”,sin preocupaciones, luciendo tu minifalda, porque pensabas que así ibas a ligar más o puede que
por llevar la contraria a tu madre, que insistía en que ibas a pasar mucho frío o tu
abuela que te preguntaba lo común “¿Dónde está el resto de la ropa?” Las grandes
comilonas y las risas ahora te llenan de recuerdos, de momentos de baile, los jóvenes festejan fuera y ahora eres de los mayores que se quedan a gozar del calor. Ahora que eres más
mayor, sabes que el lugar en el que mejor se está: es con la familia...(...)”
FIN.
©El Rincón de Keren