Relato: Silencio a mi corazón

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 Decidí no darle demasiadas vueltas, al fin y al cabo, iba a ser lo más rápido e indoloro posible para no tener que recurrir a la tediosa manera en la que tendría que enfrentarme cara a cara con esa sentencia de vida de la que solo podía hacer frente de aquella manera. Cómo lo enfrentara, solo dependía del tiempo, pero primero debía pasar por contaros lo que sucedió... 

A mi alrededor hay un gran valle, verde por doquier y los habitantes de ésta villa, son tan bonachones cómo lo fui yo en su día. El caso, es que, todo se enturbió cuando la conocí. Ella, la mayor de tres hermanos, yo, la mayor de dos. 

En el Instituto todos me odiaban, Sí, todos me odiaban por lo que sucedió en clase gracias a un encantamiento que hacía que pudiera decir todo y cuanto era verdad, y lo hice. La profesora estuvo preguntando durante toda clase a todo lo que nos iba explicando y yo tuve la terrible mala pata de rana, de contestar a todo correctamente, dando por entendido que toda la clase se sabía la lección. Fue entonces cuando nos pusieron un examen sorpresa y toda la clase estalló en cólera: Estuve recibiendo mensajes amenazadores y bromas encantadas por meses además de tembleques. Meses en los que me refugié en mi soledad. La mayor encantadora de la historia, Sara "Párkinson" fue la encargada de mi desventurada soledad llena de tembleques, por hablar más de la cuenta. Su encantamiento preferido era hacer que te diera párkinson durante, al menos, dos semanas. En parte, creo que era muy considerada al no alargarlo más.

 Me estoy desviando del tema. Ella se llamaba Cristiana, y habíamos forjado de manera casi facilitadora, a través del consejo de magia, que nosotras dos coincidiéramos en la misma clase, fuéramos a las mismas actividades y además, eligiéramos sentarnos juntas. Pasábamos las tardes en las tiendas de magia, aprendiendo cómo escuchar música por todos los lugares en los que nos metíamos haciendo bromas pesadas con estribillos estridentes de rock. La idea fue mía ya que, mi padre lo escuchaba a menudo cuando íbamos a casa de la abuela, ahora ya fallecida, para soportar los sermones por la razón que fuera. "No le deseo ningún mal a tu madre, pero está mejor donde está ahora" comenzó a despotricar cuando mi madre adquirió como recurso la broma, y mi padre le seguía la beta para superar la pérdida. Aunque, gracias a eso, podíamos ver a la abuela el día de las brujas todas las noches acompañados de dulces de calabaza. Engordábamos con la cuantiosa ingesta de dulces varios. Cada vez que mi padre se lo decía a mi madre para regañarle, entre risas y bromas, ella le apostillaba un beso y le decía que gracias a eso, se casó con ella. «Y algo de razón tienes», aseguraba mi padre. Lo bonito de aquello era que a pesar de todo, estaban juntos, fieles el uno al otro y rodeados de amigos. 

Mi amiga Cristiana se lo pasaba en grande el día de las brujas en nuestra casa. El día en el que por fin nos permitieron ir a bailar a una discoteca con los mortales, nos hartamos de cerveza para pasarnos largas horas bailando, y escuchando música de mortales. Lady Gaga o Billie Elish eran nuestras favoritas, no obstante, aquella noche en concreto, habíamos descubierto cómo se reproducían los mortales gracias al tartamudeo de mi padre, un plátano que hizo que no volvieran a gustarme más las frutas y la risa frenética de mi madre. Todo un show.

Esa noche Cristiana se encaprichó de un chico y tuve que hacer de aguanta velas. No entendía cómo después de aquella charla, que más que informativa era de horror, seguía interesándole los mortales. Sobre todo porque, nosotros los magos, no nos enamoramos de la misma forma sino que, sentimos la llamada de la naturaleza vibrante cómo se esparce por nuestros sentidos y es imposible deshacerse de ello, pero al contrario de los mortales, es una elección que está destinada a ser así. No podemos elegir de quién nos vamos a enamorar, esa persona entonces te pertenece y es tu marido desde ese preciso momento. Creo que Cristiana detestaba esa idea porque en varias ocasiones mencionaba cuanto le gustaría ser mortal y las absurdas leyes que teníamos. 

Dentro de aproximadamente seis meses, habíamos formado un grupo de amigos mortales los cuales no tenían idea de nuestra verdadera naturaleza pues no podíamos hacerlo saber. Cristiana estaba ansiosa por contarlo. Ah! No os había contado qué era lo que ocurría si le contabas a un mortal tu verdadera naturaleza, estábamos conectados con la vida mágica por lo que nuestras acciones y pensamientos estaban controlados, para guardar un orden, mediante la supervisión de las grandes voces. Es algo así cómo un super ordenador que controla todas y cada una de las acciones que tomábamos. En cierto modo, sabía porqué estaba tan rebelde mi amiga. Lo supe el día que fui a la biblioteca mágica en nuestro mundo, y me lo encontré. 

Vestía con tejanos, un jersey de algodón y un gorro gris. Una perilla casi inexistente asomaba tímidamente su mentón y un bigote fino casi imperceptible si no te fijabas. "La edad" pensé... cuando fui a coger el libro, dando la vuelta a uno de los pasillos, lo sentí; una atracción incontrolable se mezcló con el erotismo y la impaciencia de desear  un beso suyo... ¡era la llamada de la naturaleza! me gustaba y mucho, pero decidí que quería saber más de él aunque también hubiera sentido lo mismo pues lo supe en cuanto su rostro enrojeció. pese a tez mestiza. No hizo falta que le preguntara si quería ir a tomar algo, su don era muy simple, la intuición. Sin embargo, el mío era el de la creación. Podía crear lo que fuera con mi varita pero aun tenía que perfeccionar muchas cosas y creía que era un don inútil. Así que me abstuve en hacerle saber nada, de todos modos, lo averiguaría. 

La tarde en la cafetería fue cómo un gran sueño: se llamaba Cristian, le gustaba la comunicación y la televisión, quería trabajar cómo periodista mago o cómo investigador, sus pasiones eran la literatura y era crear muebles los fines de semana con su padre, hasta que un día se lo llevó una misteriosa enfermedad. El era mitad humano y mitad mago y aquello me dio miedo. Los semihumanos eran vistos muy mal en nuestro mundo, algo así cómo veían algunos ancianos el mundo mortal: Sodoma y Gomorra. 
No nos ocurriría nada hoy día si nos mezclábamos, sin embargo, los mayores lo tenían claro: El trato sería distinto. Yo sentía que su tez mixta, su cabello rizado, su complexión y su forma de ser... sobre todo su forma de expresarse, eran de lo más enternecedora o probablemente era cosa de la naturaleza que nos atraía. No lo sabía. Me sentía embelesada por su ternura y su buen corazón. 

Pasaba noches enteras pensando en él. Nos veíamos los fines de semana y claro, dejé de quedar tan a menudo con Cristiana. Ella me lo recriminó así que preparé una cita doble para que quedáramos y así pudiéramos pasarlo mejor los cuatro. Mi amiga estuvo seca, cortante e irritable. Disculpé a mi mejor amiga cuando estuve con Cristian a solas de camino a casa. Pero en ese momento en el que nos habíamos separado las respectivas parejas, ella me llamó llorando y alegando que le había dejado su pareja de la peor de las maneras: por mensaje. 

Aquello la descolocó. Su comportamiento se volvió radical, atrevido, descarado  y comenzó a mantener relaciones sexuales con todos los mortales que conocía. Siempre pensé que quedaría embarazada antes que tarde. Entonces, conoció a un chico con el que quedaba esporádicamente, con el que realizaba encantamientos a escondidas y ella le espiaba por medio de la magia. Aquel amor, se volvió tóxico porque él , además era dependiente, la llamaba a todas horas y no permitía que llevara falda o estuviera con chicos. Aquello no era amor.

 Una noche le dije que pensara en su futuro y le hice entender que si seguía así iba a perder su juventud, a tirarlo todo por la borda. Lo que estaban haciendo estaba mal y yo, según las leyes, debía hacer saber lo que ocurría. Por ello Cristiana cumplió prisión durante doce meses. Entonces, su nuevo novio se fue de viaje por un mes y volvió la Cristiana rebelde, loca y atrevida, pues por unos amigos, nos enteramos que este le fue infiel. Ella no me perdonó aquello, comenzó a frecuentar fiestas.

Devastada y hecha trizas, utilizaba la broma para ocultar su pena, se negaba a acoger el duelo. Se acostaba con todo aquel que le daba un poco de cariño. En una ocasión, me dijo Cristian, mi novio, que le daba pena mi amiga. Sentí vergüenza y rabia al mismo tiempo, porque yo sabía que era un escudo para que no vieran lo sola que se sentía. Por otro lado, sabía que Cristiana era una chica lista, inteligente y capaz. Por lo que comencé a pasar más tiempo con ella muy a pesar de que ella iba a su aire. Tiempo después, dejó de llamarme y adoptó una actitud más tranquila cuando nos veíamos por los pasillos del Instituto, se la veía radiante, sosegada, realmente se la veía feliz. Esa noche la iba a invitar a comer para averiguar qué había ocurrido para que estuviera tan feliz.

 Esa tarde había quedado con Cristian. ¡Era genial! ahora estábamos todos donde debíamos estar y lo mejor era que Cristiana estaba encauzando su vida. Para cuando llegué a la cita, mi mundo se vino abajo, me los encontré abrazados en la puerta del restaurante a plena luz del día. Sí, mi novio y mejor amiga. Entonces no me lo pregunté, cómo era que se habían abrazado, si él y yo, sentimos la señal de la naturaleza. El hizo todo lo posible por demostrarme que no quería a Cristiana, dejó de quedar con ella, se alejó de ella y del mundo mago. Yo estaba dolida con mi amiga, los novios siempre estarían , pero las amigas no. Por ello, mi corazón sin que yo pudiera conferir ninguna posibilidad más, arremetió contra ella con toda la magia que poseía, haciendo desaparecer el local y ahuyentado a los lugareños de la zona. No podía silenciar mi corazón. Un aullido sobrenatural cubrió de negro la ciudad mágica, alertando a los generales de las altas voces. 

 «La loca del mundo mágico pretende arrasar con todo», decían. No tenía tiempo para hablar o razonar. Estaba abatida, sabía que mi amiga lo hizo por su falta de autoestima, pero me costaba imaginar su traición pese a tenerlo delante de mis ojos. Mi corazón era el que hablaba, o en este caso, le daba voz a lo que callaba... 

 Después de un tiempo, retenida por las altas voces, a mis oídos llegó una noticia ¿Os acordáis de Sara "Parkinson"?, al parecer, comenzaron a coincidir con Cristian en las fiestas;  él, Cristiana y Parkinson. Fue ella quien convenció a Cristiana de que me traicionara. Encontrando la felicidad inesperada, Cristiana descubrió su verdadera esencia, aunque para ello tuviera que perder a su mejor amiga. Lo que yo no sabía era que, a pesar de la llamada de la naturaleza, existían los lazos de encaprichamiento que consistía en el enamoramiento de uno o varias parejas al mismo tiempo de aparente atracción, por la que se decía enfermábamos, siendo desleales, contradiciéndonos o hiriendo a nuestros allegados... Yo era "La loca" y ella "La buena". 

Las leyes eran muy estrictas por destrozar el mundo sobrenatural, cumpliría mi condena en las mazmorras de la soledad de mi corazón ,ya que, no podían hacer que dejara de sentir; era inevitable que sintiera celos magos, por otro lado, podían hacer que siguiera los dictados del corazón obligada hacer trabajos humanitarios, con la práctica del amor y la paciencia. Vagué por desiertos de soledad, solo me reunía con otros magos para alimentarme, cada cierto tiempo era evaluada mi "estado insano" por una voz de nuestro mundo para determinar mi progreso, era una vocecita con un hilo esperanzador que envolvía todo mi ser y me guiaba en mis viajes. Ello hacía de mis travesías, el radar para saber cuando estaría lo suficientemente preparada para volver con mis padres y mi hermano.  

Pasado gran parte de mi juventud alejada, soy una persona nueva. Mi familia y yo, fuimos desterrados del mundo sobrenatural condenados a vivir una vida humana. Habíamos oído hablar de boca de algunos familiares que aquella práctica aportaba múltiples beneficios, cómo el valernos por nosotros mismos, debido a ello, no podíamos utilizar nuestros poderes públicamente. Lejos de desanimarnos, iniciamos una nueva vida tras los límites de nuestro hogar y lo único que conocíamos. En cierto modo, me alegré de dejar atrás todo aquello, era algo nuevo, diferente, sin normas... 

Un año más tarde, el destino nos volvió a unir a Cristiana y a mi ahora con tres hijos, soltera y la voz cansada, alegaba:

-Desde que soy madre no tengo tiempo para mí misma, todo gira entorno a estas pequeñas criaturitas.- suspiró-. Desde que mis padres se enteraron de lo sucedido, me echaron de mi casa y vine al mundo mortal donde trabajo por menos del sueldo mínimo mortal, con dos empleos para poder sobrevivir y una ayuda miserable que proporciona el estado. Si te hubiera echo caso cuando me lo advertiste... -dijo cabizbaja mientras observé la marca por haber cumplido otros doce meses más en el otro lado del mundo mago para hacer trabajos forzosos debido a su traición...


 Me pidió perdón, pero yo supe una cosa: había recibido su merecido. ¿Qué sentido tenía hacerla pagar por aquello? La fuerzas poderosas o El 'Karma' como le llamaban los humanos habían hecho su labor. Las dos habíamos recibido nuestra lección. Dedicar mi vida a salvar almas, que cómo Cristiana, estaban perdidas, hizo que llegara a mí... El silencio a mi corazón. 

REFLEXIÓN:

Si algo hemos aprendido con la llegada de este nuevo suceso en nuestras vidas es que la sociedad vive su apogeo en lo que "debemos sentir" y en lo que no. No es un secreto que cuando aparece una traición de éste tipo, sea la lucha mujer contra mujer, sin observar al hombre que fue quien permitió la acción ser llevada a cabo o no, por los motivos que sean. Hay que recalco en este texto, y es que los novios estarán ahí pero las amigas no. Esta frase me la dijo una amiga hace muchos años y que yo no comprendía. Obcecada en otros menesteres de la vida una se da cuenta en lo que se equivoca y en qué no. Podemos, como personas humanas que erramos, comprender que hay acciones que no podemos controlar incluso si no es nuestra culpa. 

Por otro lado, nos metemos de lleno en la cultura del pueblo, donde se sigue estigmatizando a los mestizos, si por ello, vemos que ser lo más parecido al blanco a veces, tiende a dejarse llevar por ciertas conductas tales cómo el hacerse ver, con un buen corazón y con la broma siempre en su entorno. No es de lo más sonado porque lo podemos encontrar en libros como "Piel negra, máscaras blancas" un libro para sintetizar y tomar cuenta de lo que nos rodea seamos, blancos o no blancos. 

Por ende, encontramos la traición por medio de un color de piel, pese a que, es posible no sea así, ¿Dónde estaría la verdad? el instrumento es la piel, pero el hecho de que nuestra persona cercana no lo sea, en este caso, siendo nosotras, ¿cómo? ¿Negras? ¿Blancas? ¿mestizas? según cómo nos reflejemos en este texto, os daréis cuenta de la importancia de referentes negros en los libros. Es por ello que, lo he puesto en primera persona. 

Concluyo con que, lo importante de una situación o época mala es saber darse cuenta de que no es culpa de nadie y que hay un proceso por el que pasar para llegar a estar bien otra vez o mucho mejor. 

Con esto, habría que plantearnos si, es nuestra voz o nuestro corazón el que quiere hablar. Es decir, si lo que sufrimos debe ser contado por deber o no ser contado por sumisión. Entre el lo que está bien y lo que no, encontramos distintas formas de hacer menos doloroso el sufrir. En este caso, un viaje al interior acompañada de nuestros pensamientos y la focalización en lo externo, no tanto en lo interno. 

ESPERO QUE HAYÁIS PASADO UN BUEN RATO. 
GRACIAS POR LEER, COMENTAR O COMPARTIR. 

©El Rincón de Keren 

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6 comentarios

  1. Hola tiempo sin visitarte, en mil tareas y poco tiempo...pero de vez en cuando me esfumo...jajaja. Así es la vida es un viaje en tren que vislumbra las diferentes estaciones...solo hay que vivirla plenamente y querernos a nosotros mismos, conocernos como lo que somos, y en especial aceptar lo que somos, nuestra verdadera esencia.

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  2. Estupendo relato y reflexión final. Un abrazo, Keren!

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