Relato: Un corazón para Yadira...

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La buena lectura, inspira y hace que otras historias se sucedan. En este caso, me daba rabia que una chica con lo buena que es, no pudiera volar tan alto cómo lo veía yo. Sin embargo, está en lo más alto. Nada tiene que ver con ella, más bien, me gustó su nombre y con ello, le rindo homenaje con un relato del todo desconcertante. Espero que sea de agrado. 







Nadie hizo caso a las advertencias de aquel preocupado policia que acabaron retirándole el cargo, por su bien, alegaban. 

Sin embargo, había investigado por su cuenta, y había averiguado que los pacientes que recibían órganos nuevos experimentaban sensaciones tales cómo sentirse diferentes, algunos cambiaban su forma de actuar, otros recordaban olores y recuerdos que no les pertenecían pero a fin de cuentas, ninguno de los pacientes, presentaba síntomas cómo de posesión. 

El policia, Agust, investigó por su cuenta y advirtió que lo que ocurría a la chica era que su cuerpo estaba poseído por una bestia de la desolación que se alimentaba de las penas y el miedo de la gente. No sabía cómo podía parar aquello pero estaba decidido a a encontrar a aquella chica y poner fin a las matanzas. 

Allí estaba yo, en otro apartado Hostal en el que, no sabía qué había ocurrido o cómo había llegado la noche anterior hasta allí. Solo sabía que, otra vez, estaba cubierta de sangre y esta vez encima del lavamanos del baño habían unos ojos arrancando y mordisqueados. Frente a la cantidad de cartílagos y vasos sanguíneos, sangre por doquier y olor nauseabundo, eché la primera de muchas vomitonas, ya de costumbre cada vez que despertaba en otra ciudad y sin rumbo. 

No sabía qué sería de mi familia, pero me había convertido en un monstruo, un monstruo que se devoraba a si mismo por dentro por los dolores estomacales que residían desde mis entrañas. 

El televisor daba el noticiario dando el aviso de la hambruna y la codicia de los franceses, del saqueo y de la explotación de los recursos en el continente. Aquello me hacía sentir ganas de comer más ojos, que ahora me parecían suculentos, cuerpos llenos de sangre y saciar el dolor del mundo, del continente, estaba harta de tanto sufrimiento, de tanta maldad, de la poca responsabilidad del mundo y de sus sociedades. Aquella noticia, me devolvió a una estado zombi y totalmente incontrolable de mis emociones. Cuando, alguien despertó mi curiosidad al tocar a la puerta devolviéndome a la realidad. 

-¿Es usted Yadira? - dijo un hombre con gafas de aviador, barba de muchas semanas bajo un aspecto desaliñado y una aparente inquietud en el cuerpo... me inspiraba desconfianza pero respondí educada... 

-Sí, ¿Qué quiere? No tengo dinero...

-Tenemos que hablar. Sé lo que le está ocurriendo. -sus palabras me dejaron bloqueada y avivó aún más mis curiosidad dejándole pasar al salón-habitación mientras me hacia un gesto para que bajáramos la voz comenzando así su relato

-Lo que le ocurre es que una bestia Maliense, que se alimenta de la pena del mundo, en este caso europeo, devora a todos aquellos que a diferencia de los africanos que suelen mantener cierta empatía por su colegas del continente, cuando llegan a Europa, estos olvidan sus primeros objetivos e intenciones y esta bestia para castigarlos, los devora sin piedad... 

-¡BASTA! Quiero saber si... si sabe alguna solución. Algo con lo que poder parar ésta matanza... no soy yo misma desde hace mucho tiempo, sabe... -rompí a llorar mientras gimoteaba añadí.-: ¿Cómo me ha encontrado? 

-Bueno... en su historial aparece que el corazón que le intervinieron era ni más ni menos que el de un político Maliense que me cuesta mucho pronunciar su nombre. Siento ... 

-¿Sabe cómo parar esto?- necesitaba un abrazo, una solución, una bofetada... algo que me devolviera a mi verdadera realidad o esencia, estaba cansada de despertarme sin saber qué había sucedido... 

-La única manera... -sacó su bloc de notas mientras el expolicia blanco se rascaba si poblado cabello y conntinuó.-: La única manera es que se convierta en activista, o al menos , dar un mensaje al mundo de que sus hermanos y hermanas no están solos... y que no deben desviarse de su rumbo. 

-Pero... debe haber algo más sencillo. Esto parece una broma de mal gusto macabra. - sentencié 

-Cierto, pero no hace falta que haga nada de eso, simplemente con enviar un mensaje simultaneo y masivo al planeta será suficiente. Tengo a algunos colegas informáticos que la podrían ayudar... 

-Pero... qué palabras debería decir, qué mensaje puede ser tan potente cómo para que quieran escucharme...- dije apesumbrada 

-Sus palabras deben ser sinceras, que nazcan del corazón. Lo que quiera decir del continente, de las vidas africanas o de la sociedad, deben ser directamente y honestamente, humildes y lo suficientemente potentes que hagan reaccionar a la población. Sino a todos a una gran parte para despertar. 

-Yo no tengo esa capacidad. A decir verdad, nunca se me ha dado bien hacer tal cosa. Soy afrodescendiente, lo único que sé es que todo pasa por mi melanina, soy lo malo, soy lo detestable, lo incapaz, la suspicacia... -rompí a llorar, una vez más, mientras me sorbía los mocos 

-Hmmm... Se me ocurre que podemos ir a casa de unos amigos. -Me cogió del brazo con insistencia- cualquier sitio será mejor que este antro de mala muerte - sentenció al ver mi desconfianza y asentí mientras le acompañaba no sin antes asearme y ponerme ropa limpia. Aun me sorprendía cómo no se había asustado al verme pero luego de hablar otro rato, supe que era el mismo policía de aquel día... 

Nos dirigimos hacía un barrio humilde por los escombros en el que se veía  notorio que hacía tiempo que no pasaban los servicios municipales, edificios de los mas multicolores en muestra de la diversidad que residía en sus calles, africanos, marroquíes o Indúes, aquí estábamos en la cuna del mundo. Dimos unos cuantos rodeos y la gente nos saludaba amablemente y nos sonreía a la vez que otros se asomaban por las ventanas o nos preguntaban si queríamos comprar algo o entrar a tomar algo en su establecimiento. Al pasar por una barbería, hicieron lo propio preguntado reiteradas veces por si queríamos entrar a hacernos un nuevo 'look', le vi dubitativo. Y el chico, el dueño del local, tenía una desenvoltura para ser tan joven y una personalidad arrolladora que convenció a Agust. Aquel mestizo de apenas treinta años, le hizo un buen apurado y un buen corte de pelo a precio de ganga. Pero se notaba que el expolicia estaba agradecido por su trato, y educación, el resultado había sido mejorado este se disponía a dejar propina pero no quería aceptarlo. Hasta que tuvo que decirle que lo aceptara o se enfadaría. Muy gustosamente para no hacerle el feo, lo aceptó y marchamos con un nuevo corte de pelo ambos y un café para llevar, por cortesía de la casa. 

En el rato que estuvimos allí, me di cuenta de muchas cosas, las personas negras no queremos limosnas y trabajamos duro para ofrecer un buen trabajo, nos gusta pasarlo bien pero también éramos serios cuando lo teníamos que ser, aquel chico sabía adecuarse a cada situación claro que ya tenía una edad. Mis prejuicios me hacían pensar que por que había crecido en un barrio bajo su educación sería diferente. Yo, de peluquería no entiendo nada, y menos de medicina cuando demostró sus conocimientos con la llegada de una clienta que padecía cancer y venía a por su peluca semanal, orgullosa ella. El era simpático, alegre y muy cariñoso. Las hacía reír a todas y les prestaba la atención que se merecían, las hacía sentir reinas. ¿Quién no quería sentirse el centro de atención por unas horas? Aquello le había ganado clientes fieles pero, se quejaban del bajo sueldo salarial. Lo que dificultaba el avance del negocio y prosperidad sin embargo, su alegría no decaía incluso con el montón de gastos e imprevistos en los últimos meses. Se había visto obligado a compaginar la barbería con su carrera de enfermero. El cual hacía uso algunas guardias de fin de semana, ¿Cuándo descansaba este hombre? 

Agust me llevaba por las calles serpenteantes y abarrotas. Yo seguía en mi ilusionarlo del poder luchador que teníamos solo con mirarles por las calles. Hasta que me sacó de mis cavilaciones parándose en seco ante una puerta de un dúplex. Picó tres veces y nos recibieron. Eran una familia de seis hermanos y hermanas. No me dijo a qué habíamos ido ahí, pero una larga conversación entre risa y solemnidad sobre los últimos acontecimientos de la historia, sobre la policía, las calles y el barrio en el que estábamos, me dio la pista, comimos  cuantiosa comida que la gran mayoría acabó conservado para otro día olvidado en el congelador para algún otro soñador del arroz o el pollo, los caracoles o los plátanos fritos... 

Temía que mis instintos asesinos, con aquella bestia en mi interior, despertara al oír la voz de aquel hombre, Ric, que lejos de ser pesimista tenía una visión luchadora y esperanzadora de cómo debía ser la sociedad afroespañola. Aquello me dio herramientas para poder crear mi propio dialogo interno. Mis reflexiones e indagar... 

Nos despedimos bien entrada la noche pese a habernos ofrecido cobijo una en numerosas ocasiones que ante la negativa, desistieron tan pronto les dijo que al menos les dejara llevarse otro plato de arroz con pollo, Agus. Satisfechos, nos fuimos recorriendo el camino andado y devuelta al hostal, le di las gracias. No hicieron falta muchas palabras más, lo entendió todo. 

En los siguientes días venideros, descubrí que el aura de Ric tenía algo que hacía que no me saliera la bestia de mi interior, sino todo lo contrario, me amansaba, me apaciguaba. En ese tiempo, recurrimos a charlas, a conversaciones vecinales y recolección de una mucha información, el gran día llegaría, sembrando el amor y el respeto que se merecía la comunidad, con un contacto de Agust en periodismo, con el reportaje que dejaría un mensaje de paz, prosperidad, humildad , respeto y tolerancia. 

La fiera consiguió salirse de mi interior, pero la sociedad está revuelta otra vez después de tantos años... 
Algo me dice, que ésta vez, no habrá paz para el continente. 

FIN.

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EL RINCÓN DE KEREN 

Comentarios

  1. Hola, muy interesante relato. El tema de los trasplantes da para mucho. Me gustó el enfoque que le diste. Saludos.

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