Relato: El amor que me profeso

 ¡BIENVENIDOS A EL RINCÓN DE KEREN!

¡Hola mis seguidores, lectores habituales y nuevos lectores!

Ya sabéis que, a partir de ahora los relatos serán vivenciales. Por lo que, en este día, 23 de Marzo se publicó parte de un relato en el que, se hablaba de micro racismos. Ese acto silencioso racista que, está tan arraigado a nuestra sociedad que a penas, es imperceptible. La idea de este relato es reflexionar sobre cómo nos relacionamos y como afecta esto a la persona racializada, en una sociedad que apremia el silencio. 

Como apunte, he cambiado la interfaz, espero que sea de uso útil. 

¡VAMOS ALLÁ!



RELATO:

 

La panadera me saludaba, acto seguido acariciaba mi cabello, acompañado de un…

-“¡Qué guapa! ¡Cuando sea mayor, tendrá a todos los chicos locos”

Me regalaban siempre algo, una sonrisa, me apremiaban con un saludo y halagos varios. Todo cambió al llegar a los catorce.

Mis rasgos habían cambiado, ahora, ya no eran tan finos. Mi piel, en comparación con el de mis hermanas, había oscurecido. Cuando un día llamé por teléfono a mi mejor amiga, me dijo algo que me sorprendió muchísimo y que nunca había ocurrido.

—Espera, qué se lo pregunto a mis padres…

«¿Qué tendría que preguntar, sí habíamos quedado casi todos los fines de semana ininterrumpidamente desde que nos habíamos hecho amigas?», pensé para mis adentros. Aquello me hizo darme cuenta de que algo en mí no estaba bien. Sin embargo, lejos de pensar cualquier cosa que me hiciera rebelarme, callé y no insistí a Valeria.

Al llegar a los veinte era una chica con un cuerpo compensado. Los chicos se fijaban en mí y eso me gustaba. Claro que, a esa edad, ¿A qué chica no le gustaría? Sin embargo, tras pasar dos largos años prendada del mismo chico, y ver que no pasaba de la zona amiga, comprendí que nunca sería algo más para aquel grupo de chicos blancos que se juntaban conmigo. Quise convencerme de que era porque me conocían de toda la vida, y que necesitaba conocer gente nueva. Nada más lejos de la realidad.

Entonces Crisya me animó a chatear por las redes, todo ese nuevo mundo que se sucedía en esta nueva era de la informática. Sé que lo hacía con buena intención, pero a mí, no me hacía gracia. Tras persistir la situación de verme como “la amiga”, comencé esperanzada mi navegación por la red. Conocí a Jorge, que era un agente inmobiliario que vivía en la ciudad. Me decía que tenia unos labios preciosos, jugosos y carnosos, que tenía que adelgazar más para poder salir con él, y acto seguido decirme que, para ser negra, no era nada fea… comencé a obsesionarme con el físico a fin de por fin encontrar pareja. Todo valía para poder lucir perfecta y ser deseable, nada me impedía hacerlo así que lo hice, pero al ver sus evasivas y por donde iban los tiros en querer una noche íntima, y nada más, desesperada, me intimé con él sabiendo que no era lo que yo quería. Meses después, había desarrollado un miedo atroz al compromiso. Por otra parte, mi amiga Crisya insistía en que tuviera pareja. Fue cuando conocí a Leandro.

Leandro era un chico andaluz sin pelos en la lengua. No muy alto, flaco, espontaneo y con gafas. Supo en seguida que quería ser mi pareja; no lo tenía claro yo, que llevaba decepción tras decepción y veía que la cosa, iba muy deprisa. Esa tarde vimos la ciudad, vino desde Andalucía hasta la comunidad Barcelonesa, solo para verme. Años más tarde, comprendí que sus burlas sobre “Tú no comes porque eres negra” o “Como va a ser lo mismo meter la bola ocho a que te la metan ocho negros” Eran micro racismos arraigados en la sociedad. Sola, en una ciudad en la que no había hecho amigas, lejos de mi familia y con una depresión de caballo, decidí luchar.

Luché en el momento en el que vi ese video de aquella activista. Le corregía a mi pareja, con la que aún seguía, que sus comportamientos no eran los correctos si consideraba que yo era una igual, pero tanto él como a su familia. Por la calle la, la gente se indignaba con solo verme, nos preguntaban “¿Estáis casados?”  a nuestra afirmación, la siguiente pregunta era “¿Pero tienes los papeles?” no concebían que, por ser negra, pudiera ser española lo que hacía que mi depresión, fuera en aumento, por intentar explicarles y no comprender. 

Harta por intentar que me entendieran, tanto su familia como él, viendo que no lo conseguía, comencé a ir a terapia. Hacia meses que no dormía por las noches y mi único aliento era escribir. Echaba de menos a mi familia, aunque nunca me llamara. Porque ellos consideraban que, si estaba con mi pareja, era porque estaba bien. Nada más lejos de la realidad, nada podía hacer justicia a la gran mentira que estaba viviendo, porque, por otro lado, tampoco les había contrariado. Hasta que comencé a hablar de mi pesadez con mi madre, ella lo achacó a pesadumbre, quejumbrosa , pesada... Si de verdad estaba harta, mi madre consideraba que debía dejarle. Pero estaba enamorada y al mismo tiempo pensaba que no quería mi felicidad con Leandro. Me obcecaba y volvíamos a ser la pareja que siempre habíamos sido, felices y comprensivos.

Una noche, toqué fondo. Y decidí marcharme. Volví al Norte y descubrí otra mirada. Me descubrí en mi soledad mundana, en la cual me gustaba hacer cosas sola, disfrutar del silencio o de los conciertos o del cine en solitud. Me sentía plena, y por una vez en mi vida pensé... ¿Qué importa si no encuentro pareja?

Volví a recoger los vídeos que me habían llevado a fortalecerme, y me quise, no me pisotee ni me miné yo misma, sabía que la batalla con la depresión sería dura, pero era luchar o seguir en un pozo donde la aprobación y el silencio de lo que me molestaba no hacía más que calmar la inquietud blanca al señalar lo incorrecto.



Hasta aquí llega la entrada de hoy viernes para tu deleite. 
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¡MUCHAS GRACIAS POR TU TIEMPO Y LECTURA!

©El Rincón de Keren 

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8 comentarios

  1. Hermana, el racismo es una cosa tan jodidamente asquerosa... De donde yo vengo, nadie es "blanco puro". Y sin embargo, hay racismo. Te crían con eso desde la cuna y lo llegas a hacer inconscientemente. Y luego están los mecanismos de defensa (¿te puedes creer que alguien criticó mi pelo rizo natural porque era "apropiación cultural" ya que yo era "blanca"?) En fin, el mar.

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    1. ¡Hola, amiga! Tener el cabello rizado, siendo blanca, no es apropiación cultural. Pero imagino, que si eres blanca, y has llevado el cabello cual persona negra, ahí reside la cuestión, ¿Qué intención se pretende si se lleva un peinado, teniendo en cuenta que para nosotros los africanos, ya conlleva un significado tan importante? Como no sé si eres blanca o negra, la verdad, hay de todo. Los que critican con tal de parecer que defienden, y los que callan. Nuestro cabello nos define, pero además, es elección de cada una cómo llevarlo. Por lo tanto, aunque para mí sea mejor, seguir la línea de nuestra cultura y raíces, no critico por ejemplo quien se lo alisa, pero habría que ver qué queremos conseguir con cada acción y si somos esa esencia que queremos en nosotras y nosotros. El racismo es un mundo y es muy grande teniendo en cuenta que el relato, abarca temas desde la pareja, el amor propio y los tópicos que se tienen al casarse.-pero es mucho más-. Me alegra que te hayas animado a comentar. Me encantaría verte la semana que viene, por aquí. Mil gracias por dejar tu opinión.

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  2. Hay personas que, pretendiéndolo o sin pretenderlo, son vampiros emocionales. Auténticos devoradores de la autoestima. Cuanto más lejos, mejor. Por eso, a veces es conveniente una palabra mal sonante y colocar al vampiro al borde del abismo. Y si conviene, se le empuja.

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    1. ¡Hola, Cabrónidas! Quiero creer que esto no es lo que sucede siempre, pero los hay. Hay muchos vampiros emocionales. Sin embargo , es algo que no podemos controlar. Para nosotros, podemos ser nuestro mejor versión con unas personas y con otras, podemos ser para ellas, los personajes, los peores. Por aquello de que hay veces que conoces a alguien, y lo tienes atravesado desde el primer momento. Tanto si esa persona en su momento, te caía bien y con el tiempo ha ido siendo de otra manera... creo que todos, hemos sido unos vampiros. Y más si cabe, ahora, que estamos en una situación incierta. Conocí a alguien así, vampira de todo lo que yo decidía, por el contrario, tuve mi momento en el que yo fui vampira. Nunca digas, de este agua no beberé, porque lo mismo que te hacen los demás, puedes acabar haciéndolo tú, por algún trauma presente o que se ha activado. Yo no diría alejarlo, creo que mejor hablar y llegar a un acuerdo. Hemos llegado a una sociedad en la que no se soporta la infelicidad y mucho menos las contradicciones. Estar mal, no lo acepta cualquiera. Pero cuando ese estar mal, afecta a tu modo de vida obstaculizando tu tranquilidad, hay que sentarse y hablar, empatizar y sobre todo, poner las cartas sobre la mesa. Como dices las cosas, puede afectar en mayor o menor medida a la persona para bien o para mal. Está claro que si esas personas no quieren lo mejor para ti, no te vas a sentar a ponerlo todo de color de rosa, pero me imagino, siendo honesta, y ya habiendo pasado por lo que me comentas que la solución no es alejarse o apartar a la persona sino decir lo que se siente con respecto a lo ocurrido y pactar un acuerdo. Si esto sobrepasa los límites, entonces sí. ¿Qué me aporta esto si sigo aquí? Gracias por estar siempre y sobre todo por animarte con cualquier tema. Eres admirable. FELIZ FINDE !! Millones de abrazos.

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  3. Un relato muy inteligente y bien desarrollado que nos lleva desde la infancia de la protagonista hasta la fecha en la que ya debe de tomar sus decisiones sin ningún tipo de complejo. Está claro que las relaciones de pareja de hoy no son las de ayer. Pero lo que parece claro es que todos los micro-machismos o micro-racismos en realidad no son tan micros. Por otro lado está muy bien el nuevo diseño del blog.
    Buen fin de semana, Keren.

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    1. ¡Hola, Miguel! En efecto, las relaciones siempre conllevan un poco de la otra persona al mismo tiempo, acabamos perpetuando los mismos roles que si no sabemos distinguir no arrastra hasta el racismo que conocemos. Y es ahí donde está lacuestión. Gracias por pasarte, una vez más por aquí. Feliz finde, compañero.

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  4. Son personas tóxicas, no sólo racistas, y la toxicidad hay que dejarla lo más lejos posible. Me ha gustado mucho tu post! Feliz domingo, Keren!

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    1. ¡Hola, Mayte! Espero que estés bien. Así es, la gente poco saludable hace que nos impregne todas sus malas decisiones, actos y hacer. No somos unos bienqueda y mucho menos de los que necesitamos sentirnos parte de la esa parte que no nos quiere. A estas alturas, sabemos y tenemos claro, que cada quien, sabe lo que está bien y lo que no, sin embargo, hay roles que siguen enmascarando el racismo que aun está depositado y en las raíces de España. Ello no hace más fácil las relaciones de pareja, amistad o de trabajo. Todo influye. Gracias por pasar, y animarte a participar. Nos vamos viendo, compi.

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