Relato: Como el Orín

 ¡BIENVENIDOS AL RINCÓN DE KEREN!

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En este punto de la vida y sabiendo todo lo que hemos pasado, tanto bueno, como malo, ¿cuan importantes son las personas que nos rodean y qué papel juegan en nuestras vidas antes de que nos demos cuenta de que, efectivamente, hay alguien que vela por nosotros?



RELATO:

Las estrellas resplandecían las tres lunas sobrevivían por el poder de Oshún en una armonía celestial que hacía que el corazón de Selene dejara de pensar en aquellos seres blancos que reinaban bajo un manto negro, en una marañona de pensamientos, miedo e incertidumbre.

 

El largo camino de vuelta a casa le había mostrado las delicias de un mundo que entre vegetación y a su vez, magia que aún aguardaba para ser mostrada revoloteara con las ilusiones de la única familia a la encontró con vida, después de tres largos inviernos en bosque de los deseos. Por fin, se había reunido con su familia tras escaparse del orfanato. Y ahora, tenía que conocer mejor a este nuevo familiar. ¿Sería cariñoso? ¿amable? ¿respetuoso? O por el contrario ¿Sería gruñón? ¿Irascible? ¿irrespetuoso?

Cogió aire mientras sus pequeños pulmones asimilaban la idea y toco tres veces a la puerta. A la puerta apareció un hombre canoso de tez negra, ojos marrones y cabello lanoso largo. Seguido de un bigote abundante y cuerpo robusto. Señal de que le gustaba alimentarse bien. Sin embargo, su semblante, no era muy amigable.

—Soy la hija de Akhan, vengo… de un largo trayecto en el que me indicaron algo que me gustaría comentarle.

El hombre, la miró de arriba abajo, una niña flacucha de largo cabello lanoso, ojos miel, piel terrazo, manos pequeñas y piernas cortas. A su espalda, una mochila y un callao que conservaba de su difunto abuelo. Así era Selene.

El hombre le hizo una señal para que entrara al interior y tras unos minutos de silencio, la invito a sentarse en aquel lugar plagado de grandes libros viejos y butacas mullidas.

—Entonces, no me queda otro remedio que acogerte en mi hogar, pero … —hizo un gesto dubitativo y volvió a examinarla. Luego prosiguió—: aquí acataras unas normas, irás a la escuela, harás las labores propias de una casa, aunque tengamos magia y estará prohibido usarla a menos que me demuestres que puedes aprender en el oficio. Con un poco de suerte si eres curiosa, trabajadora y tenaz, seré tu maestro. Pero hay que hacer algo con eso… —se echó los dedos a la sien un momento. Se incorporó e hizo otro ademán para que le acompañara por un largo pasillo…

La estancia era agradable, confortable y se respiraba paz. Además, las hadas habían encontrado en un nuevo lugar donde revolotear a sus anchas.

      No las hagas caso. Si sabes lo que te conviene sabrás que no puedes fiarte de ellas o al menos, no de estas —advirtió

      ¿Por qué dice eso? Me parecen adorables— dijo entre susurros y voz queda

      Hazme caso. Estarás más tranquila.

Tras haber llegado al habitáculo y acomodar su mochila el señor le procuro comida, mantas y un vaso de agua. A la mañana siguiente, tendría que acompañarle a la ciudad para el ingreso en la escuela.

—Me encontrarás al final de este pasillo en dirección contraria. Descansa porque mañana será un día largo.

Selene hizo caso. Aunque más bien de lo exhausta que estaba del viaje, gracias a la comida y la sensación de comodidad en la cama cayo rendida a los pocos minutos.

Al alba marcharon y entre adoquines, algarabía y bullicio, el vaivén de una vida rápida discurría casi a frenesí. La gente no miraba a su alrededor penas se miraban a los ojos. Se veía como cada uno hacia uso de su don mágico aquello dejo anonadada a Selene que con curiosidad supo, que quería averiguar cual era su don mágico. Aunque no lo expresara.

Tras un largo trayecto de ida, llegaron a un gran edificio gris que recordaba las casas góticas de algún lejano en los libros. Alumnos con libros iban de acá para allá, a su paso, algunos se les quedaban mirando, habían captado la atención de cuantos los habían visto. Luego de atravesar varias puertas Selene fue interrogada y acto seguido quedo sola aguardando la salida del señor Ohema. Tras un largo rato, el director se presentó y le mostro sus libros para el inicio de curso.

 

 ***

Los meses pasaron muy rápido Selene ponía todo su empeño en los estudios de la escuela mágica y los prácticos que le había enseñado Ohema. Era una suerte gozar de todo aquello y estaba entusiasmada, pero en el colegio nadie había entablado conversación alguna con ella. Se dio cuenta de cuan importante era aquello cuando cenando conversaron.

—¿Estás haciendo muchos amigos?

—¿Tiene eso importancia?

—Una pregunta no se responde con otra pregunta, pero ya que lo comentas, desde mi punto de vista sería más fácil para ti si no los tuvieras— Ohema observó su reacción y en lugar de rebelarse atendió y asintió. Ohema sonrió por lo bajo y la acarició la mejilla.

Esa noche Selene, estuvo dándole vueltas a lo mencionado en la cena. Porque deicidio que debía hacer un esfuerzo por conocer más gente nueva.

Se puso lo mejor que tenía y se dirigió a la escuela para cuando llegó un fino sudor iluminaba su rostro. Seis clases después llegaría el descanso, pero antes tocaba tutoría. Entró en clase la última, todos se la quedaron mirando, fue intencionado. Se sentó y espero a que pasaran lista. Sin embargo, la profesora se ausento para ir al baño. En ese momento Leslie anunció una gran fiesta en su casa a la que no la invitaron. Aquella noche lloró mucho, pero en silencio.

Fue entonces cuando dedicó que era mejor estar sola que intentar ser tan guapa y perfecta como Leslie, pues era cansado y pesado. Un chico se fijo en que Selene había faltado a la tutoría cuando paseando por los espacios del colegio se encontró con ella sentada en el banco de siempre comiendo.

—Selene, te he observado…

—¿Y qué has visto? — dijo que con desgana

—Veo a una chica estupenda que no intenta ser lo que no es. Sabes, yo tampoco fui a la fiesta de Leslie — aquello le causó rechazo 

—¿Qué quieres?- inquirió

—¿Vas a rechazar a la única persona que se interesa por ti y que quiere ser tu amiga?

—No me interesa hacer amistades…

—ignoraré eso— Y se sentó a su lado Robert

A partir de ese momento se hicieron inseparables, pero Ohema, reprobaba la idea de que fueran amigos, pues temía que sus calificaciones mermaran y así se lo hizo saber.


***


Acabando el año Selene demostró que la amistad era algo digno de conservar con sobresalientes. Aunque Robert hizo cuanto estuvo en su mano por demostrar que era digno de la amistad de esta, Ohema prohibió verle durante el verano, pero su amistad era tan fuerte como el color rojizo de Orín.

Selene rabió, chilló y hasta la luna Oshún tuvo que oírle en ese momento, un gran haz de luz iluminó la estancia revoloteando alrededor hadas y virutas redondas mágicas haciéndola sentir poderosa, pero aquello no era más que la evidencia de una realidad.

Nunca ocurrió nada fuera de lo normal por lo que con el tiempo Ohema accedió a que pudiera estar cerca de su hija.

LA AMISTAD ES PODEROSA, LAS HADAS LO SUPIERON, PERO LO QUE DESCUBRIÓ SELENE FUE QUE LA FAMILIA, PUEDE ACTUAR A VECES DE MANERA QUE NO ENTENDAMOS POR NUESTRO BIEN.   


©El Rincón de Keren 

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2 comentarios

  1. La amistad siempre es poderosa, a la familia a veces nos cuesta entenderla. Me gustó. Feliz lunes😘

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    1. Hola, Mar!! Cuando veo tu nick me apetece ir a darme una vuelta por la playa... En efecto, la amistad es un sentimiento y tiene una fuerza poderosa sanadora. Aunque en tiempos tan conectados,creo que la sociedad, después de la pandemia está valorando más, las relaciones reales. Esa es mi impresión. Por otro lado, aunque siempre está, el extremo contrario, están los que como yo, dedican más tiempo a las redes, porque en la vida real, les dificultan algunas cosas.

      En cambio, las relaciones familiares, a veces, creemos que tenemos que asumirlas cómo lo primordial. mira, mi madre me saca de quicio, pero la quiero mucho, y si no fuera por algunas situaciones, es posible que no estuviera aquí en Barcelona ahora. También te digo, que una amistad suple esa parte que hace que te discutas con tu familia o padre o madre. Aprender a entender que, que no tienes por qué contar todo a tu familia, es bien. Sobre todo, porque la confianza a veces hacer que prejuzguen tu camino. O que lo vean con ojos temerosos. De ahí surge la idea de la amistad vista desde unos ojos familiares.

      Gracias por pasar por mi blog. Feliz inicio de semana.

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