Ecos de un verano | «RELATO» BLOG LITERARIO

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  Iba a tener el mejor verano, como que me llamaba Leslie, ahora, después de tres cientos sesenta y cinco días lectivos, exámenes hasta la saciedad y un chico que habíamos conocido, a través de habernos colado en la fiesta de mi hermana Alberta, el calor y nuestros primeros pasos hacia la adolescencia, la sangre alteraba aún por la primavera y no estábamos dispuestas a dejar pasar la oportunidad porque habíamos dejado pasar mucho tiempo. Ya sabéis lo deprisa que pasa el tiempo a los dieciséis años, o eso creíamos.


Alma, tenia una hermana que se esforzaba por ingresar en una academia de danza, en realidad de ballet y mientras que ella era esbelta y sin un ápice de granos en su rostro, Alma, era rechoncha y le encantaba comer, parecía que le daba igual estar como estaba con aquella ropa ajustada de la época, los pantalones acampanados y el cabello, rizado. No pasaba desapercibida entre la multitud en un pueblo donde todos se conocen, pero ella estaba muy acomplejada en realidad, ya que,  su madre le hacía llevar un estricto régimen que acaba yéndose siempre, con la llegada del verano, al fiasco. Entonces no lo sabíamos pero Alma tenía ansiedad, en cambio sus padres lo llamaban desobediencia, descaro, y por supuesto, glotonería. Le pusieron Alma porque, no la esperaban, en realidad, esperaban un niño que no llegaría, sin embargo, era el ojito derecho de su padre, era su madre y su hermana, las obsesionadas con un método de vida saludable.


Lourdes, creció en el seno de una familia latina donde la cocina era menester de las buenas conversaciones. Al contrario que Alma, esta estaba delgada y cuidaba mucho su cuerpo, cuanto más le valía, pues todas aquellas salsas y los dulces que siempre servían fuera festivo o no, me hacía pensar que eran una familia que a pesar de tener muy pocos recursos, no tenían ningún problema en gastar lo que hiciera falta para complacer a los invitados. Muchas veces, Alma decía a modo broma que le encantaría intercambiar a nuestras familias y no le faltaba razón, pues los padres de Lourdes eran risueños, permisivos, encantadores, educados y muy presumidos. Sobre todo el hermano mayor al que llamaban Ric porque más tarde nació Ricardo Jr. Eran el orgullo de una familia donde los varones tenían poder y potestad para hacer y deshacer a su antojo. Muchas veces Lourdes, envidiaba nuestra libertad, pues tenía que volver a casa a las ocho de la tarde mientras nosotras nos quedábamos charlando en la casa árbol. Aunque en verano, eran un poco menos estrictos y si Ric salía a la calle ella también podía salir pero debía volver con su hermano mayor, sin rechistar. Y tenía que dar gracias. Es posible que la juventud no nos diera los ojos de una vida migrada donde salir a la calle es estar en todo peligro y expuestas a lo peor pero éramos jóvenes teníamos ganas de divertirnos y eso íbamos hacer.


Queríamos saltarnos las normas y hacer aquello que las mayores hacían. Llevar minifalda, fumar un cigarrillo y salir con ese chico que nos hiciera salir el hipo agitadamente para no parar de pensar y suspirar.

 Aquel verano como otro, nos entreteníamos apuntando en nuestros diarios los síntomas de la hermana de Alma al llegar al final del curso, estaba más decaída, no comía, suspiraba por todo, lloraba y se pasaba horas mirando el teléfono…


Puede que tuviéramos dieciséis años arriba y abajo pero no teníamos idea del amor… y yo Iba a descubrir lo que era el amor de la peor de las maneras. Aquel chico nuevo del que todas iban detrás se me paraba la respiración, con su melena capa, y sus pantalones amplios. Una sonrisa de malote y la delicadeza asombrosa con las chicas que nos dejaba a todas pasmadas. Era dos años mayor, todas suspiraban por su corte capa, su pendiente y corría el rumor de que al llegar a los diez y ocho se haría un tatuaje en el brazo. Ese verano consumí tantos chicles que casi me da un empacho. La razón era que como venían unos tatuajes de agua que se podían mojar con saliva tenía un tatuaje gratis y sin hacer sufrir a mis padres. Claro que siendo menor, no podía hacerme uno ni por asomo, pero iba detrás de la maldita calavera y para ello tuve que consumir muchos boomerang para poder lucirlo en el brazo, con una fiebre de hasta 40º temblando en pleno agosto, en cambio, ahí me teníais con mis amigas dando apoyo y la afrenta para acercarme siquiera a él.


Para mi sorpresa le caí en gracia pero no dejaba de tocarme la cabeza. Yo era una niña bajita delgadita, de cabello afro y pronunciados acnés, puede que fuera la fiebre o que no me diera cuenta pero tuve la suerte de que ese día no tenía ninguno que me hiciera sentirme avergonzada. Fui hasta el en el embarcadero donde se celebraba la fiesta. Me senté a mirar y cuando salió del agua le miré, intenté sostener la mirada pero no pude, Mientras, mis amigas a la retaguardia entre unos matorrales observaban la jugada. El me preguntó por mi nombre, con tan mala suerte que quedé eclipsada por su cuerpo delgado y su sonrisa profident. Me sacó de mi ensoñación ofreciéndome un cigarrillo, aspiré aquel humo que me hizo toser tropecientas veces, le hice reír otras tantas y en un rato estábamos hablando de las notas, del verano que para cuando quise darme cuenta estaba en la puerta de mi casa… en ese momento lo grabé todo en mi mente…


- Eres una mujer muy bonita Leslie… No estás nada mal.- Acto seguido me plantó un beso en los morros y yo quedé petrificada… pues aparte de los labios, en las películas en casa con mis amigas habíamos visto cientos de películas en las que besar era un acto mágico y fácil, nadie me avisó de que corría el riesgo de meter la pata, pero hasta el fondo: Había perdido la oportunidad de tener mi primer beso ese verano, aunque... el me atrajo hacía el e insistió. 


―¡¿Qué te beso? !-Dijo Lourdes - ¡Qué romántico! Como en las telenovelas… -emitió un suspiro…

―¡Estás de suerte Leslie! ¿Sabes lo que significa eso? - retorizó Alma. Yo seguía cavilando en aquel beso que era más mojado que seco…

―Chicas… Siento algo en el estomago…

―Eso es amor … mi hermana lo confesó ayer…

―¡Qué va! Y… Y si está embarazada… - Nos miramos todas las unas a las otras y sacamos la 'Super Pop'

―¡NADA! - Gritamos a la vez

―Pero y… ¿Y ahora que hago?

―Vamos al médico - corean al unísono


Para nosotras, aquello fue fruto de la inocencia e ingenuidad. Más de veinte años después ya con hijos e hijas las aventuras de nuestras adolescentes, consistían en poner reggaetón a todo volumen, llevar los pantalones shorts y encontrar la provocación en cada una las vestimentas. A ver, son jóvenes, deben mostrar y disfrutar sus cuerpos. Pero se puede insinuar sutilmente sin enseñar tanto. Vamos, si los tiempos no han cambiado. 


Nuestras hijas e hijos también crecieron juntas. Si esto nos hubiera pasado a nosotras, una noche de fiesta, un guaperas de pelo punki y medio pelos en la barba... una salida de urgencias por un posible embarazo... imagino que sería así, pues me hice enfermera y este es mi relato de lo que sucedió un día en mis primeros años de incursión cómo por consiguiente sexóloga. 


La historia comenzaría así. 


―Doctora...Eso no explica lo que le he preguntado… -suena el móvil, le echa un vistazo, teclea la clave y desliza la amiga su móvil después de introducir algo y lo deja en el minúsculo bolso

―Mi amiga tiene razón, ¿Cómo puedo saber que me he quedado embarazada?

―Bueno, con esto a lo que me refiero es que hoy en día, hay tantos métodos o más que antes. Primero, gracias por haber venido. Para saberlo, la ausencia de regla o incluso si tu periodo no es igual a lo habitual, usar siempre preservativo, además, es importante acudir al centro de salud, recordar que no solo os protegéis del embarazo. Entre otras cosas de las ETS con el EL DIAFRAGMA, DIU HORMONAL O DE COBRE, INYECCIÓN ANTICONCEPTIVA, PARCHE ANTICONCEPTIVO, LA ANTICONCEPCION ORAL...

―Le he dicho a mi amiga que él debería entrar también

―Exacto, esto no es cosa de las mujeres, en todo caso… ¿Dónde está tú pareja?

―En la sala de espera – A los minutos pasa un tímido chico muy alto

―Esto te concierne también a ti, pero… ¿Qué es lo que ha pasado?

―El.. El… el con… condón se ha roto

―Ya, bueno… Te hago saber que podéis hacer servir para aplicarte a ti, el espermicida

-Ya que habéis pedido la píldora del día después, dado que habéis esperado mucho con una prueba de sangre también podría realizarse la prueba si queréis…

―¿Le tienes miedo a las inyecciones?- Pregunta un muy tímido acompañante…

―No.

―¿Entonces quieres? ¿Qué prefieres? - dedica dubitativo

―Sin más rodeos una prueba de embarazo y algo para protegerse a parte de los condones doctora. - espeta la amiga asintiendo la amiga. 


Al rato salen más tranquilos y aliviados tras saber que ella no está embarazada, no puedo evitar sorprenderme ver que cada uno va por un lado y ellas dos por otro al despedirse… «Bueno, al menos, se preocupó por ella en ese momento delicado», pensé. 




©El Rincón de Keren 

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