El Contrato | Blog Literario «RELATO»

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¿Cuántas veces hemos deseado algo con todas nuestras fuerzas, y cuando lo hemos conseguido, algo se ha torcido? es lo que le ocurre a nuestro protagonista. 




RELATO

Cada mañana era lo mismo, estar dispuesto a firmar esa hoja solo me traía de cabeza. Cada vez que entraba en la cocina, ahí estaba pegado en con el imán de Zaragoza. Se me hacía un nudo en el estómago, porque además, esa persona lo había pegado por todas las zonas comunes: en la mesa, en la habitación, en la puertecilla del armario y en la esquina del ordenador.


Ahora tenía una ardua tarea antes de firmar y decidir. Estaba todo claro. Solo quería ver de qué era capaz. Así que esa mañana, me comí una tostada y un café solo y salí pitando hacía mis quehaceres.


Como latas de sardina en el metro, treinta minutos de bus y por fin llego a la oficina. Soy una persona muy bien valorada en mi trabajo, tanto que, para ello, tuve hacer muchas fotocopias, lamer culos o redactar documentos hasta horas intempestivas paras que mis compañeros pudieran presentárselo a sus respectivos jefes, ya que,  hay diferentes departamentos.


Llega la media mañana, y no tengo mucha hambre pero una manzana y un vasito de zumo, se esconden tímidos en la fiambrera de Dragon Ball. Creo que me va a dar algo si solo como eso. Hay algo que no sabéis, y es que al principio, comía con mis compañeros, pero al ver lo que ellos portaban en sus tuppers, bocadillos de chorizo, croissants, barritas de chocolate, decidí que comería en el ático de las oficinas. Me llevaba más tiempo bajar hasta mi despacho, pero era necesario.


Cuando llega la hora del almuerzo, no tengo demasiada hambre como para comer menestra y pechuga de pavo. Con lo rico que está un buen bocadillo de lomo con mayonesa... Pero hice mi ritual de irme al ático y desde allí observaba a las personas pequeñitas, tan inconscientes del mundo, tan insignificantes que sentí que la vida, podría írseme en ese preciso instante.


Para concluir el día, llegaba a casa y me comía otra pieza de fruta para ir directo al ordenador a revisar unos documentos que el jefe esperaba tener listo para el lunes.


La semana fue más o menos por esa dirección: teclear mucho, ir de acá para allá, hacer presentaciones, enviar e-mails y ser el portavoz de la empresa para que ambas gestorías puedan ponerse de acuerdo. ¡Es el boomb de la inmobiliaria! Estoy ganando muchísimo dinero, pero en la nevera siempre hay una maldita nota con la dichosa firma que tengo que agregar al documento.


Encontré tal día la oportunidad de quedar con una chica, y estaba tan nervioso, que me comí una bolsa de Doritos, Dokios, una Pepsi Zero, y volví a fumar. En ese momento, lo único que pensé fue en cepillarme bien los dientes y mascar un chicle de esos mentolados. La cita fue un fiasco, sudaba cómo un cerdo, reconozco que no fui tan fino cómo ella a la hora de comer, pero... ¿Quién se come una hamburguesa con tenedor y cuchillo? Sentí la frustración y la tentación de agarrarla, darle un gran y gustoso bocado y para que se desparramase el ketchup o la mayonesa por la comisura. Y mira, yo ya tengo una edad. A mi eso de las finuras, como que ya se me pasó. Si fuera un restaurante de cinco tenedores pues a lo mejor incluso me adaptaba pero... ¿para una hamburguesería? Por ahí no pasaba. Ella se ausentó un momento, yo fui a pagar y no sé dio cuenta que al salir de los servicios, la vi cómo coqueteaba con un hombre trajeado, cuerpo trabajado y aunque el hombre intentaba hacerla a un lado, ella seguía hablando; normal, si el pobre hombre lo que tendría ganas era de evacuar.

Después de lo averiguado, decidí darle plantón cogí un taxi y me dirigí lo más rápido que pude hacia casa, cogí el documento temblando, rabioso, angustiado y con lágrimas en las mejillas y firmé.


En el contrato, me comprometía a dedicar toda una vida de dieta estricta para llegar a ser la persona que quiero y que había deseado desde los quince años. Firmé luego me trinqué una botella de ron cola esa noche para celebrarlo.


Al día siguiente tuve resaca. Hubiera sido mejor despertar con una chica guapa semidesnuda en la habitación de matrimonio pero me había comprometido y en lo que llevaba ya solo tuve un descuido.

***

Pasado seis meses ya casi había llegado a mi peso ideal. El contrato lo mandaría lo más lejos posible o lo enmarcaría, todo dependería de si conseguía perder esos tres malditos kilos. Trabajé duro, restringí tanto el pan con café, las golosinas o la cerveza que cuando lo conseguí no me di cuenta de algo: Ahora tenía miedo de perder lo que tanto me había costado. Pero no creáis que me quedé amedrentado en casa, salí a ligar y sí, con suerte pero todas aquellas chicas esbeltas y con cabello de en sueño, cinturas que quitan el hipo,...durante meses me comenzaron a parecer vacías. ¿Qué era lo que ocurría? era lo que siempre había querido.


Entonces, al formular esa pregunta un ser extraño apareció.


―Las mujeres no se sienten atraídas por tu cuerpo, sino por tu intelecto


De pronto apareció un ser rojo:


―No le hagas caso, y hagámosle pagar a todas esas tías buenorras por todo lo que hemos pasado, se lo merecen, por cínicas- Me guiñó un ojo


Se esfumaron de súbito. Pero en mi cabeza    resonaba «Si no te gusta este, cambia las preferencias».



©El Rincón de Keren

Comentarios

  1. Espero que aprendiera ese tipo que lo que tiene que hacer es gustarse así mismo.

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    1. ¡Hola, Cabrónidas! Espero que estés bien. Yo sé que muchos de los consejos que repetimos hasta la saciedad, como "tienes que gustarte a ti mismo", "No hay otra persona que contigo con quien vas a pasar el resto de vida" "Primero tú" pueden ser fortalecedores para algunas personas, pero para otra parte de la sociedad, existe un trauma, o llámalo rechazo que hace que el hecho de no ser aceptado, además de no aceptarse tomes decisiones basadas en COMO ENCAJAR, COMO VERTE MEJOR, COMO TE VAS A SENTIR SI HACES ESE CAMBIO. La idea del relato es precisamente lo que dices, peor planteado desde el punto de vista que lo natural, el intelecto y ser uno mismo, es mejor que un cuerpo 10. Y siento decirte que eso es un trabajo de fondo que con decir, gustarse uno mismo, no es el todo.

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