ESPECIAL "J" DE POESÍA Inicio - ( parte 1)| El Rincón de Keren

 ¡BIENVENIDOS Y BIENVENIDAS!

¡Hola, mis seguidores, lectores habituales y nuevos lectores!



¡¡¡Bien hallados!!! seguramente si eres de España, los turrones y los polvorones, reposan por algún rincón de la casa, el temido 'blue monday' no ha hecho mella en ti porque para eso, mejor que te pasen la factura de la hipoteca o del alquiler o la luz. Vamos, que vamos a medio gas con la cuesta de enero y los reyes magos ya hicieron su aparación... algo para llevarnos a los sentidos puede que sean mejor que esos polvorones, ES ESTE ESPECIAL, ahí lo dejo 😉




Hoy estamos aquí reunidos, para congregarnos en pos de la poesía, la prosa y la narrativa. Para ello, quiero rememorar a una escritora que nos hará revivir la esencia de lo que es el especial de hoy. Y además, conocerás a la escritora de hoy. 

Sobre la escritora que voy a rememorar, poeta y literata de Guinea Ecuatorial que comenzó a tomar fuerza y abrir camino, con razones que la obligaron en su día a recopilar las obras de las escritoras y escritores de una nueva generación... 

Ella es Encarnación Bioko, Y te voy a compartir un poema que creo que abrirá muy bien este espacio. 






Ahora que hemos dado la BIENVENIDA A LA POESÍA, 
quiero presentarte a Carolina y que te visita para presentarte su relato narrativo para esta ocasión tan especial. 

Pero quiero que sepas un poco más sobre ella. 





Y ahora que sabes un poco sobre ella, te dejo por aquí abajo su participación para que puedas leerlo. 


Abuela, ¿qué es el espíritu navideño?

 

Vivían en un futuro. El planeta Tierra había cambiado mucho.

“Pues ya casi no me acuerdo,” replicó la abuela a sus dos nietas. “¿Y de dónde habéis sacado eso, el espíritu navideño?”

“Abuela, salió en el canal Tradiciones Humanas,” contestaron las dos niñas casi al unísono.

Vivían en el planeta Dorado. Así llamaban a Tierra. Había sequía, faltaba agua y el oxígeno se aproximaba a sus niveles más bajos. Eran tiempos precarios. Las personas humanas eran casi cibernéticas, y cuando podían, porque era un bien caro, usaban máscaras metálicas, pulmones alternativos, y de vez en cuando, si se presentaba la oportunidad asequible solo a una minoría, volaban y se establecían en las colonias crecientes de Marte.

“¿De verdad? ¿Tradiciones Humanas? ¡Ah!”

A la abuela ya nada le asombraba. Con sus casi doscientos años de edad… porque los humanos vivían más con las tecnologías de los tiempos y las nuevas medicinas… con todos los meses y las apuestas de soles en los horizontes… ella se ajustaba a los cambios. Retenía a su memoria como un tesoro. Por los territorios nuevos y los desiertos, se compartían documentales grabados y compuestos por la inteligencia artificial, porque a aquellos humanos en tránsitos y transformaciones adaptativas, les gustaba rememorar. Era como un hobby o una afición dedicarle tiempo a la vida pasada, y pensar en lo bueno que era tener oxígeno limpio, y árboles, y agua fresca… El rememorar beneficiaba la salud mental y los poderes cognitivos, se decía. Pero la abuela sabía muy bien que el ser humano seguía casi igual, con la misma terquedad, peleando y causando guerra y divisiones y sin pensar en que la paz es un instrumento clave para la supervivencia. Ese futuro en el que vivían, era casi sintético. Los humanos no habían aprendido a practicar la paz. Lo que sí sabían era explotar y producir con la energía de la estrella Sol, mientras se buscaban alternativas en los planetas del sistema solar y en los exoplanetas, y en el más allá.

“¿Qué es?” las niñas se impacientaban.

“¿Pero no lo explicaban en el documental?”

“Siiii… pero…”

“Pero ¿qué?”

A una de las niñas casi le costaba decirlo.

“Díselo, venga…” le decía su hermanita mientras le tocaba con el codo.

La abuela se cruzó de brazos.

“Que queremos que nos lo cuentes tú,” dijeron las dos a la vez.

La abuela sonrió. Esos eran sus mejores momentos, y se daba cuenta de que eran bendiciones estas nietas, las descendencias. A pesar de las precariedades de los tiempos, ella se sentía agradecida, y deseaba lo mejor para ellas.

“Abuela, ¿nos lo vas a contar?”

“Sí. El espíritu navideño,” comenzaba mientras se acomodaba en el suelo, sobre las mantas tendidas junto a un fuego, en el centro de la cúpula sellada que compartían con la madre y el padre de las niñas, y la familia de su segunda hija.

“No recuerdo mucho, pero lo que sí os puedo contar es...”

Eran las horas del contar, en realidad, como siempre se hacía en los territorios del Desierto Rojo, y en las crecientes colonias de las cúpulas, arquitectura que protegía de la radiación tan esparcida debido a las transformaciones estratosféricas, y desde donde las abuelas podían compartirse entre las comunidades y las familias para que las descendencias aprendieran porque hacía falta. Ya había pasado mucho desde que llegaron las sequías y el calentamiento del planeta, y ellas, las abuelas, sabían algo y compartían porque su mente recordaba lo verde, la vida de los árboles y las plantas, el agua de los ríos y las brisas amigas de las montañas que las vieron nacer y crecer.  

“Lo que sí os puedo contar es que una vez me encontré con el espíritu navideño.”

“¿Es un espíritu?” preguntaron las niñas atentas.  

“Sí, y un estado del alma.”

“¡Ahhh!,” se maravillaron las niñas.

“Yo no creía mucho en las navidades, o en festividades cristianas. Existían muchas otras festividades humanas, que persisten ahora, de forma diferente, y que se iniciaron para celebrar lo santo o glorioso, o inspirador, que se convierte en religión, en formas de vida y de fe, y de espiritualidad. Todas estas festividades comenzaron hace mucho tiempo y después, en muchos países, porque así se llamaban antes lo que llamamos ahora los territorios, países…

“¡Ahhh!,” las niñas no podían imaginarse aquello.

“Pues, decía que, en muchos países, las navidades pasaron a ser parte de algo diferente, variaciones, y a veces ligadas al comercio, y a la oportunidad económica, hasta llegar a ser capitalismo, esa filosofía y práctica de la que tanto se ha hablado y que aún existe en nuestros días, la época de los descubrimientos de los exoplanetas con dos lunas y tres soles.”

“Si, si, abuela, el capitalismo, a veces práctica costosa por la explotación de los recursos de Madre Tierra, el nombre más antiguo de nuestro planeta Dorado,” comentó una niña.

“Si, si, abuela, los exoplanetas con dos lunas y tres soles, como Furoe, en las constelaciones de Sura y Operon, y Exo-345, en la Galaxia de los Mares…,” comentó la otra niña.

“Bien, niñas, bien, pues decía que yo vivía mi vida con las festividades de los humanos a mi lado, como las mismas navidades, pero en un momento sí pude percibir algo, algo interesante y nuevo, durante una de las últimas navidades vívidas, antes y después de las guerras y los conflictos, y la continuidad de las dictaduras, antes del ganar de lo bueno y lo humano y la unión y la paz, a pesar de la permanencia de algunos conflictos y los grandes cambios climáticos…

… Descubrí que lo que más me gustaba de las épocas aquellas en las que las navidades aún se celebraban, era viajar con la nave Libertad, cruzar el Atlántico, ese mar tan viejo y profundo, y llegar hasta una casa mía, una de las muchas que tenía, y que era muy especial, porque era mi primera casa, el lugar donde yo había nacido, hace ya mucho tiempo. Y allí mismo me esperaba mi familia, mis madres, mi padre, y mis hermanos y mis hermanas, y mis primas y mis primos, y sobrinas, y nietas…”

“¡Ohhh!”

Las niñas sabían que la abuela tenía muchas nietas.

“Y ese era mi espíritu navideño, esperar a que llegara el tiempo para esos días, finales del año, para celebrarlo en familia, mi padre llegaba, me buscaba en el aeropuerto, y juntos rememorábamos y hablamos, y después mis hermanas y yo desayunábamos en el bar del barrio chocolate con churros y nos pasábamos los demás días en pijama viendo películas y comiendo castañas asadas hasta que llegaba un sábado, día especial en el que nos reuníamos en la casa de mis madres para abrazarnos, sentarnos a la mesa, y vernos las caras y rememorar. ¿Veis? Para rememorar nuestras vidas y nuestros sucesos y reírnos un poco y disfrutar de la vida y agradecer porque vivimos.”

La vida de ella no había sido fácil. Había perdido a familiares en el camino, había migrado, pero ella se sentía agradecida. Tenía a sus casas y a su familia y ciudad de nacimiento en España, a su familia y raíces en Guinea Ecuatorial, y a su trabajo y carrera y compañeras en Estados Unidos.

“Así es el espíritu navideño, un sentido de unión, amor, familia, apoyo, energía,“ concluyó la abuela suspirando con nostalgia. 

“Y os digo, jovencitas,” continuó, “esto que os cuento sobre el espíritu navideño representa mi propio significado, lo que significa para mí según mis experiencias vividas. Preguntad a otras abuelas, y otras gentes. Te dirán algo diferente, o no. Cada persona entiende estas palabras y las expresan de forma diferente.”

Las niñas entendían, pero se habían quedado pensando en el chocolate caliente y las castañas asadas, y sobre lo que la abuela decía sobre su padre, su familia, y se acordaban de algunos nombres, los de los progenitores de su abuela, y los nombres de sus hermanas, y empezaron a preguntar:

“¿Dónde podemos encontrar chocolate ahora?”

“¿Y castañas?”

Las niñas querían saber más, y comenzaron también a nombrar los nombres de las hermanas:

“Afang, Divina, Erika, Perla…”

La abuela sonreía.

“Cuéntanos más,” pidieron las niñas.  

“Si, claro…. Más historias mañana. Os puedo contar sobre el chocolate y las castañas, y podemos invitar a cenar a mis hermanas para que ellas también nos cuenten, pero eso ya mañana, que es la hora de irnos a dormir.”

 

Carolina Nvé Díaz San Francisco

Boston

 Espero que hayas disfrutado mucho de este relato narrativo escrito con mucho cariño. 

 Para aquellos que quieran contactar con Carolina Nvé pueden hacerlo desde este contacto 

Contacto: cmdiazsf@bu.edu 


SIGUE DE CERCA A EL RINCÓN DE KEREN, PORQUE HABRÁN MÁS PARTICIPANTES PARA ESTE ESPECIAL DE POESÍA, ASÍ QUE, RECUERDA QUE PUEDES PARTICIPAR MEDIANTE EL CORREO kerenturmo@gmail.com con tu foto, biografía, tus contactos o redes sociales y una composición, verso, prosa o narrativa que tenga que ver con el júbilo, la pérdida o valores que se han perdido. 

GRACIAS POR DEDICAR ESTE RATITO A LEER A CAROLINA 
GRACIAS POR ELEGIR ESTE ESPACIO UN LUGAR PARA LAS LETRAS. 

TU LECTURA ME AYUDA MUCHO. 
ASÍ QUE, GRACIAS. 

Recuerda: ¡Nos vemos el próximo jueves!

©El Rincón de Keren

 

Entradas que pueden interesarte

2 comentarios

  1. Vibrante y aleccionador, tu forma de actuar, de proponer y de escribir, Keren.
    Un abrazo muy fuerte.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Agradezco enormemente tu intervención, Enrique. Saludos y abrazos fuertes!!!!

      Eliminar